George W. Bush calificó las elecciones de diciembre en Irak como «un gran paso adelante en el camino hacia la democracia». Hubo un avance importante en esta ocasión, pero no como lo ven Londres y Washington.
Cuando George W. Bush y Tony Blair invadieron Irak, el pretexto se resumía a las armas de destrucción masivas. Como el pretexto ya no se sostenía, se transformó para convertirse en el apoyo a la democracia en Irak o en el Medio Oriente. Sin embargo, si las elecciones tuvieron lugar, no fue por el apoyo de Estados Unidos, sino por el de Alí Sistani. Si hubiera un verdadero interés por lo que quieren los iraquíes, se observaría que sondeos coincidentes demuestran que más del 80% de los iraquíes quiere la salida de las fuerzas de ocupación, pero ni Bush ni Blair quieren ponerle fecha.
Estados Unidos no quiere un Irak soberano, sino controlar los recursos energéticos. Si Irak fuera soberano, se aproximaría a Irán y desarrollaría relaciones con los chiítas saudíes que viven en las zonas petroleras. Se podría imaginar entonces una alianza entre Irán, Irak y las regiones chiítas de Arabia Saudí que controlaría vastas zonas petroleras y que seguiría la política iraní de acercamiento a China. No hay nada que preocupe más a Estados Unidos. Es por ello que Washington combate todo lo que podría permitir esta posibilidad e impedirle el dominio del petróleo iraquí.
«Beyond the ballot», por Noam Chomsky, Khaleej Times, 6 de enero de 2006.
«Beyond the Ballot», Counterpunch, 10 de enero de 2006.
«La ficción democrática de Irak», El Periódico, 15 de enero de 2006.
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