El asesinato extrajudicial se ha convertido en un arma en la guerra global contra el terrorismo y esa arma es cada vez más empleada. El gobierno australiano debe condenar esta tendencia y garantizar que ninguna de las infraestructuras australianas sea utilizada por nuestro aliado estadounidense para realizar ataques aéreos contra los territorios de otros Estados soberanos.
Primero presentado como un éxito, la incursión aérea para asesinar al lugarteniente de Bin Laden tuvo el saldo, principalmente, de la muerte de inocentes, sin poder alcanzar el blanco. Pakistán no parece haber estado al corriente y protestó. El hecho de que los Estados Unidos no respeten la soberanía de sus propios aliados deja suponer que semejantes ataques podrían tener lugar en Australia. El gobierno debe, por lo tanto, exigir garantías.
El gobierno paquistaní sólo puede salir debilitado de este ataque cuando participa en la guerra contra el terrorismo. Además, ese ataque socava el principio de la soberanía nacional. Si el gobierno Howard no protesta, eso significará que acepta esa violación del derecho internacional, y eso sólo puede fortalecer el reclutamiento de Al Qaeda.
Los asesinatos extrajudiciales siempre son contraproducentes.
«Presumptive assassination: the latest in our ally’s arsenal», por Duncan Kerr, The Age, 19 de enero de 2006.
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