Numerosas delegaciones de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil se dieron cita en la ciudad de Quito el 14 y 15 de diciembre para participar y conformar la Articulación Panamazónica de Resistencia de los Pueblos de América Latina, iniciativa propuesta y ejecutada por la Secretaría de Oilwatch, (Red de resistencia que trabaja en los países tropicales de Africa, Asia y América Latina y en los países que poseen una alta biodiversidad y petróleo, que se convierte en una amenaza para gente que vive en estos lugares, la destrucción del ecosistema y la deforestación de la cuenca amazónica).
Los indígenas, campesinos y pobladores de comunidades amenazados y afectados por los trabajos petroleros, de gasoductos y oleoductos denunciaron la difícil situación por la que atraviesan al ver que estos mega proyectos de “desarrollo” les está restando vida a ellos y sus pueblos.
En Brasil, dice Juliana Malerva, miembro de la Red Brasileña de Protección Ambiental, la situación es distinta, pues la constitución tiene prohibido realizar trabajos de explotación hidrocarburífera en zonas protegidas, lo que no ocurre en el Ecuador, por lo que están en contra de empresas como Petrobras, que opera en el Parque Nacional de Yasuní, que es considerado como el pulmón del mundo, y cuyos habitantes y ecosistemas, por estos “proyectos”, son los más vulnerables por la degradación ambiental.
Añade que desde Brasil se ha iniciado un intercambio con los grupos de Sudamérica, que son y van a ser impactados con este tipo de proyectos, por lo que se realizan paros, campañas de información, para oponerse a la política adoptada por Petrobras, para que respete la legislación y los derechos de los pueblos y territorios en el Ecuador, además de otras acciones.
Para Esperanza Martínez, coordinadora de la Secretaría de Oilwatch, el propósito es reunir a los afectados y a las organizaciones que están dando seguimiento a actividades petroleras en las cuencas amazónicas, para construir una articulación entre éstos, algo similar a lo que realizan las empresas, industrias y la banca multilateral, que actúan en coordinación para lograr sus protervos objetivos. Los afectados y todos los ecuatorianos deberíamos unirnos de igual forma para la defensa de la tierra, y así romper el aislamiento, para construir puentes, comunicaciones y relaciones de solidaridad.
El propósito de esta reunión es unificar criterios de los afectados de los países donde existen operaciones petroleras, en zonas tropicales como es la Amazonía, a excepción de Venezuela, que no tiene este tipo de trabajo, pero tiene proyectos de construcción de oleoductos y gasoductos que van a atravesar la Amazonía venezolana.
Se trabaja por conseguir una articulación panamazónica e incluir a todos los países de la cuenca amazónica; no es necesario que sean afectados. Para lograr que los amenazados aprendan de los afectados y logren resistir antes de llegar a ser afectados, fortalecer la conservación de los bosques, unificar las destrezas que permitan mantener viva la amazonía, frenar la frontera petrolera y exigir limpiar y remediar lo que está dañado.
En esta reunión de Oilwatch también se mencionó el ejemplar trabajo de unidad y resistencia que viene sosteniendo el pueblo de Sarayaku, que educa a las generaciones jóvenes, principalmente para la defensa de su cultura ancestral y de sus tierras en contra de las petroleras.
Para este pueblo histórico y heroico, las actividades que sustentan la vida son la caza, pesca y la agricultura, ya que están sometidos al abandono del Gobierno y al bloqueo que por tierra y vía fluvial deben soportar a consecuencia de la codicia de ciertos dirigentes indígenas de la población de Canelos, que fueron presa fácil de la Compañía General de Combustibles, CGC, que trata a toda costa de operar en los bloques 23 y 24, territorio donde el pueblo de Sarayaku ha resistido por más de 30 años. Esto se pudo constatar en el viaje que prensa y delegados de la Comisión de los Derechos Humanos del Congreso Nacional realizaran al lugar.
En este pueblo, viejos, adultos y jóvenes son referentes de lucha y participan de las asambleas, charlas y acciones que periódicamente se realizan para mantener esa cohesión y fortaleza que les caracteriza. Lo más evidente es el protagonismo y liderazgo que las mujeres han alcanzado, pues han sido el puntal de la organización y fuerza que han mostrado en todas las acciones, sobre todo cuando se trata de luchar contra las petroleras y cualquier compañía.
Sarayaku es ejemplo de lucha, merece la atención del Gobierno y de todos los ecuatorianos, por eso requiere que se respete la decisión de los pueblos ancestrales de ser quienes gobiernen en sus territorios, las autoridades deben conocer que la vida y la salud es más importe que las operaciones petroleras de los bloques 23 y 24, que sólo traerían más miseria, pobreza y muerte para nuestros pueblos amazónicos.
La OPIP muere, los quichuas quieren otra organización
La Organización de Pueblos Indígenas de Paztasa (OPIP) se reunió el mes anterior. A esta sesión asistieron los presidentes de las comunidades quichuas de Pastaza, para nombrar una directiva provisional por seis meses, la misma que se encargará de hacer varios cambios de fondo y forma de la organización.
Hilda Santi, actual presidenta de Sarayaku, es la presidenta interina de la OPIP, cree que la OPIP debe desaparecer, ya que fue creada para agrupar a las comunidades indígenas de la provincia, pero cada nacionalidad: Ahuar, Shuar, Waorani, Záparos tiene su federación y solo los Quichuas han quedado relegadas, entonces está segura que necesitan urgentemente cambiar sus estatutos y ser reconocidos por la Ley.
Pero los problemas de los que adolece la OPIP no solamente son los dirigenciales, al parecer varias poblaciones están siendo acosadas por compañías como la AGIP, CGC y TRIPER.
Estos pueblos quichuas no están dispuestos a que la
pobreza y las enfermedades que reinan en Shushufindi, Sacha y otras poblaciones se extiendan hacia ese sector de Pastaza.
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