Por primera vez María Macarena Gelman García Iruretagoyena participó de actividades públicas, entre ellas la que se realizó en la UTPBA donde acompañó, con toda su emoción, a su abuelo Juan Gelman, en el homenaje por los 50 años en el periodismo, y en la realizada ayer en el Teatro Alvear.
María Macarena, de 29 años, es hija de Marcelo Ariel Gelman y María Claudia García Iruretagoyena, quienes el 24 de agosto de 1976 fueron secuestrados por la dictadura militar de la Argentina.
Marcelo Ariel, fue asesinado y sus restos recién pudieron ser encontrados e identificados en enero de 1990, para finalmente ser velados en la sede de la UTPBA.
María Claudia, que estaba embarazada de siete meses, fue una víctima del Plan Cóndor, ya que fue trasladada a Uruguay, allí tuvo a su hija en el Hospital Militar, y luego la alojaron en un centro clandestino. Se presume que su cuerpo está enterrado en alguna dependencia militar de ese país.
María Macarena fue arrancada de los brazos de su madre y entregada a un comisario uruguayo, quien junto a la esposa, la inscribieron como propia dándole una identidad falsa.
Al tener la confirmación del nacimiento de un nieto o una nieta, tanto los abuelos paternos, Juan Gelman y Berta Schuberoff, como los maternos, María Eugenia Cassinelli y Antonio García Iruretagoyena, comenzaron su búsqueda -sumada a la de su madre María Claudia-, junto a organismos de derechos humanos, amigos y familiares.
María Macarena fue ubicada a fines de 1999 residiendo en Montevideo, ciudad de Uruguay, en donde por propia voluntad se realizó los estudios genéticos, que le confirmaron ser la hija de Marcelo Ariel y María Claudia.
El proceso judicial que siguió a su identificación culminó en 2004, cuando luego de realizar todos los trámites, pudo recuperar su propia identidad. A partir de ese momento comenzó a llamarse María Macarena Gelman García Iruretagoyena.
María macarena siguió todo el acto con marcada emoción y sus ojos recorrieron continuamente la escenografía del lugar, donde las imágenes de periodistas desaparecidos, entre ellos su padre, rodeaban a los presentes entrelazando historias, bellas y enormes historias de lucha, de vida.
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