Hace un año, el Congreso aprobó la Intelligence Reform Act. Esta ley se aplica desde entonces y se hace necesario superar la enorme burocracia de la que no logramos deshacernos, y especialmente la tendencia a la sobreclasificación de los documentos que los convierten en secretos. Existen actualmente 1 000 millardos de documentos clasificados como secretos y la tendencia es al aumento. Así, en 1994, fueron clasificados cuatro millones, contra 15 millones en 2003. En 2001, fueron desclasificados 100 millones de documentos contra 28 millones en 2004.
Numerosas autoridades consideran que el 50% de los documentos clasificados como secretos no deberían estarlo. Thomas H. Kean se sorprendió de que ciertos documentos con los que habíamos trabajado en la Comisión Investigadora sobre el 11 de Septiembre estuvieran clasificados como secretos. En la actualidad la divisa parece ser: «en caso de duda, clasificar como secreto». Sin embargo, la Comisión Investigadora sobre el 11 de Septiembre consideró que había que desarrollar el intercambio de información entre las agencias. Pensamos que hay que clasificar menos informaciones, pero proteger mejor las que están clasificadas y evitar las filtraciones. Por otra parte, demasiados secretos perjudican el debate público y por lo tanto dificultan el apoyo a las políticas en curso.
El secreto nos impide enfrentar los desafíos actuales.
«When stamping ’secret’ goes too far», por Lee H. Hamilton, Christian Science Monitor, 22 de febrero de 2006.
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