Más allá del destino político del temeroso Alfredo Palacio luego de su sorpresivo bloqueo indirecto al TLC que venía negociando con la Casa Blanca, aludimos a sus reformas a la Ley de Hidrocarburos que resultaron indigeribles para George W. Bush, tres rumbos se vislumbran para el futuro previsible del Ecuador.
Las dos variantes del neoliberalismo
El primero, la continuidad de la estrategia promonopólica -la reestructuración subordinada / reprimarizadora que se instrumenta en el país desde hace tres décadas-, lo cual significaría la profundización de los ajustes y reformas liberales que han extendido la pobreza y la indigencia al 70-80 por ciento de la población, un nuevo éxodo de millones de compatriotas y la culminación del proceso de “balcanización” administrativo-territorial de nuestro pequeño país. Esta ruta se inscribe en la denominada “modernización refleja”(la “globocolonización”, según los críticos de la mundialización corporativa) y cuenta con la entusiasta adhesión de tiendas políticas derechistas y filoimperialistas como el PSC que acaudilla el eterno León Febres Cordero y el PRIAN del multimillonario Álvaro Noboa.
Una improbable resurrección del TLC de marras complementaría y aceleraría ese proceso liquidacionista del Estado-nación ecuatoriano, convirtiendo al Ecuador en una irredimible “banana republic”, un “paraíso fiscal” o algo por el estilo.
Esta estrategia / modelo responde a la lógica íntima del capital financiero transnacional y tiene el respaldo de una oligarquía y una bancocracia criollas que, pese a su inocultable fracaso histórico, mantienen intacto su poderío material y su control de los aparatos ideologizantes.
Un segundo camino conjeturable surgiría de ciertos "retoques" al cuadro anterior como los que proponen los partidos de la desdibujada centroizquierda: ID, PRE, PSP y similares. Comprendería programas gatopardianos -cambios para que todo siga igual- como los siguientes: reformas institucionales epidérmicas, políticas marginales de fomento productivo, reestructuraciones convencionales de la deuda externa que actualmente totaliza 18 mil millones de dólares, asistencialismo limosnero, programas ambientalistas más o menos inocuos... Se trataría de un socialdemocratismo “light”, orientado a camuflar los efectos más devastadores de la mundialización corporativa.
El camino del ALBA
La tercera ruta/estrategia/modelo ha comenzado a cobrar “visibilidad” y forma al calor de las vastas movilizaciones indígenas-populares-estudiantiles que semiparalizaron al país el pasado marzo blandiendo gritos y pancartas contra el ahora difunto TLC, las petroleras extranjeras –particularmente la OXY- y el involucramiento del país en el Plan Colombia/Plan Patriota.
Tales jornadas contestatarias –reprimidas con operativos militares y policiales de tinte racista- coincidieron, no por casualidad, con los espectaculares avances de las fuerzas nacionalistas y anti-sistema en Bolivia y Perú.
En el caso ecuatoriano, el rebrote del nacionalismo luego de su última emergencia como fermento del “Abril Forajido” está configurando una estrategia propiamente alternativa a las variantes del neoliberalismo arriba reseñadas, apuntando a convertirse en el parteaguas de la política en nuestro medio más allá de los resultados de las elecciones presidenciales del próximo octubre.
Aludimos a que “los de abajo”, desde sus múltiples barricadas, no solo que están aportando a la crítica al decadente discurso de la Modernidad (al denominado “idiotismo racional”), sino que están contribuyendo con proposiciones viables a la reconstrucción del atribulado Ecuador, ahora mismo al borde de una implosión multifacética en plena bonanza del precio internacional del crudo.
Aparte de sus proposiciones ya destacadas a propósito de los acontecimientos del último marzo, la estrategia/modelo de los explotados y excluidos se ha venido configurando con ideas-fuerza del tenor siguiente:
– Rechazo de la partidocracia tradicional y de la ecuación política=corrupción
– Pedido de ruptura con la institucionalidad neoliberal consagrada en la Constitución de 1998
– Revalorización del Estado como eje político y económico de la sociedad; Estado unitario, planificador, multicultural e inclusivo
– Recuperación para el Estado de los principales recursos naturales básicos y control por el ente público de la fracción sustantiva del excedente económico. Específicamente, y como demanda clave y urgente, renacionalización de PETROCUADOR rescatándola de la injerencia de poderosas mafias político-empresariales externas y nativas.
– No-pago de la (mayoritariamente) inmoral deuda pública externa-interna.
– Neutralización del modelo bancario-parasitario y fomento de la “economía real” mediante la acción de una revitalizada banca estatal, entre otras.
Casi huelga señalar que estos vectores de la estrategia nacional y popular en trance de galvanización no solo que prefiguran una ruta diametralmente opuesta al modelo avasallador que han venido ofreciendo las transnacionales en connivencia con nuestras inefables burguesías “consulares”, sino que se engranarían naturalmente con las iniciativas solidaristas y anticrematísticas que viene proyectando el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), política de integración-integradora que impulsa exitosamente la rebelde Venezuela con soporte en la “diplomacia del petróleo”.
Dialéctica de la dominación, dialéctica de la resistencia. ¿Quién dijo que el fundamentalismo liberal marcaría la estación terminal de la historia en estas tierras?
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