El eje temático «Poder, política y
luchas por emancipación social»
fue el que más recibió inscripciones
en la edición continental del
Foro Social Mundial 2006, que
se inicia este miércoles (24). En
la opinión de una de las
principales figuras detrás de
este sexto encuentro, Edgardo
Lander, profesor de Ciencias Políticas
de la Universidad Central
de Venezuela (UCV), está en
curso un proceso colectivo de
maduración de las
organizaciones sociales. "Ya no
existe miedo a la política", señala.
Hubo, en épocas anteriores, en muchas discusiones
entre las organizaciones sociales,
la pretensión de separar lo social de lo político,
de creer que lo político era contaminado
y sucio, que lo social era lo puro y lo
autónomo», afirma. Este año, sin embargo,
la demanda para que los temas políticos coyunturales
fuesen debatidos fue muy grande.
Para Lander, las organizaciones pasaron
a darle más peso a las decisiones de Estado
que afectan a todos, independientemente del
área en que las personas actúan.
Según Lander, la realización del Foro
Social Mundial en Caracas tiene principalmente
tres consecuencias para Venezuela:
la posibilidad de que las organizaciones
sociales venezolanas, que tienen poca experiencia
internacional, entren en contacto
con lo que ocurre en otros lugares del
mundo; la posibilidad de que las personas
de fuera puedan ver a Venezuela con otra
mirada; y que la presencia de muchos medios
de comunicación y de muchas personas
sirva para construir una barrera de protección
ante las amenazas imperiales del
gobierno Bush. Lea a continuación la entrevista
concedida por el sociólogo venezolano
a la Agencia Carta Maior:
- América Latina vive hoy un movimiento
de ascensión política de la izquierda y de
las fuerzas populares que sólo es comparable
a lo que ocurrió en los años 50.
¿Cómo ve usted el papel del Foro ahora?
– Creo que el Foro es una expresión
de esos procesos. Efectivamente, América
Latina se encuentra en un momento histórico
extraordinariamente dinámico. Hoy,
este es el continente que concentra una alta
proporción de la lucha por la resistencia al
imperio y por la construcción de otro mundo,
de manera extraordinariamente diversificada.
Nos encontramos, hoy, en América
Latina, donde, pensando a nivel de gobierno,
ocurrieron cambios muy significativos.
Obviamente, el mayor de ellos, en los últimos
meses, fue la elección de Evo Morales,
un cambio cataclísmico. Por primera vez la
mayoría de la población de Bolivia, la población
indígena con sus representantes, es
gobierno. Eso significa que ellos están dando
los primeros pasos reales hacia la ruptura
del orden colonial, que sigue vigente
hasta hoy, y hacia la construcción de una
sociedad autónoma, democrática, con una
forma de organización que corresponde a
patrones diferentes al colonial, imperial,
eurocéntrico, al de la democracia liberal,
de exclusión y de racismo, que son los patrones
que han imperado. Es notorio que,
con avances, retrocesos y frustraciones,
como en el caso de la experiencia del gobierno
Lula, se vive un momento histórico
en el que por primera vez encontramos un
número significativo de gobiernos que
apuntan hacia una dirección diferente a la
del modelo neoliberal impuesto con represión
y sangre de nuestros pueblos.
Hay movimientos sociales con una
fuerza y articulación que no existían en
tiempos anteriores. Nos encontramos con
capacidades nuevas, como la que ve vio en
la lucha contra el Alca. Por primera vez,
una articulación de organizaciones y movimientos
sociales de todo el continente
fue capaz de actuar de manera conjunta y
básicamente derrotar algo que parecía imposible
de detener. Hace tres años, el Alca,
que contaba con el respaldo de prácticamente
todos los gobiernos del continente,
que contaba con el apoyo de todas las corporaciones
internacionales y que era un
objetivo político de primer orden del gobierno
de los EE.UU., avanzaba inexorablemente
hasta su finalización, el año pasado.
Eso no ocurrió, como consecuencia
de los cambios políticos en el continente.
Esa es la mejor prueba de que efectivamente
nos encontramos en un momento de cambio,
a pesar de que la ofensiva imperial sigue.
Y los medios de comunicación continúan
en manos de las transnacionales.
No hay democracia sin la democratización de
los medios. Las personas tienen el derecho
de saber lo que ocurre en el planeta. La
Telesur es un paso en esa dirección.
Nos encontramos en un continente en
convulsión y el Foro también es una expresión
de eso, como lugar de encuentros, de
campañas, de articulación contra la deuda,
contra el machismo, contra la destrucción
del planeta por ese modelo predatorio. Esa
diversidad es, entre otras cosas, una nueva
forma de hacer política, una nueva forma
de construcción de la idea de que nadie es
dueño de la verdad y de que tampoco existe
nadie que tenga un modelo de sociedad
alternativo ya definido.
Esa construcción colectiva y democrática parte de la idea de
que la construcción de una sociedad democrática
o se hace democráticamente o
no se hace, y de que no hay posibilidad
alguna de que un patrón único de sociedad
permita la diversidad de la vida en el planeta.
Y que la idea zapatista de la construcción
de un mundo donde quepa todo el
mundo sólo se puede hacer por la vía de
otras formas de hacer política, en que la
diversidad, la pluralidad y la celebración
de lo diferentes que somos y de la capacidad
de articularnos y luchar contra un enemigo
común, a partir de nuestras diferencias.
Eso permitirá la construcción de otro
orden. En América Latina, ese nuevo orden
será no sólo de resistencia y luchas, sino también
de construcciones comunitarias, en formas
de producción, en experiencias como
la del MST, que son experiencias de construcción
efectiva de otras subjetividades y
de otras relaciones, de otros patrones productivos,
de otras formas de organización
de la salud y de la educación. El proceso
posee esa dimensión: resistir, oponerse y
crear otras subjetividades, y construir dentro
del mismo proceso otra forma de vida.
– ¿Y cuál es el significado especial
del Foro para Venezuela en este momento?
– Yo diría, básicamente, tres cosas:
primero, la posibilidad real de un enriquecimiento
extraordinario de las organizaciones
sociales venezolanas, muchas de ellas
nuevas y muchas de base, pequeñas, que
cruzan el país, tienen, en muchos casos,
poca experiencia internacional y poca relación
con el momento de lucha de otros
pueblos. La posibilidad para el campesino
venezolano y sus organizaciones de establecer
diálogo con el MST, que las organizaciones
indígenas dialoguen con la
Conaie [Confederación de las Nacionalidades
Indígenas del Ecuador], ese tipo de
relación con toda certeza profundizará la
lucha. El reconocimiento de la experiencia
de otros permitirá dejar de mirar el propio
ombligo, dejar de pensar que todo está ocurriendo
aquí y saber que todo esto forma
parte de un proceso mucho más global y
complejo. La posibilidad de enriquecimiento
también puede ser un antídoto contra
el sectarismo, las intolerancias y cosas
que caracterizan mucho de lo que ocurre
hoy en Venezuela.
En segundo lugar, será muy importante
para que las organizaciones y personas
que vienen de fuera puedan tener una mirada
distinta sobre la Venezuela, sobre la base,
y que puedan hablar directamente con organizaciones
que están en distintos frentes
de lucha. Si alguien está interesado en el
tema de los comités urbanos de tierra, hay
actividades a las que puede ir y hablar con
los compañeros. Es diferente tener la visión
de los medios de comunicación o de
los discursos del presidente, y tener la posibilidad
del contacto directo con las organizaciones
que están en distintos frentes
de lucha. Eso también sirve para ver la complejidad
y las tensiones del proceso venezolano,
y las personas saldrán de acá con un
conocimiento mucho más profundo. En tercer
lugar, el hecho de que el Foro es activo,
plural, democrático, con la presencia de
muchos medios de comunicación y de mucha
gente. Creo que puede construir,
significativamente, una barrera de protección
ante las amenazas imperiales del gobierno
Bush.
– Toda edición del Foro tiene su gran
slogan. Por ejemplo: en el 2001, fue anti-
Davos; en el 2002, "no estamos solos, somos
una masa de personas del mundo entero
"; en el 2003, contra la guerra y a favor
de una cultura de paz; 2004, en la India,
la cuestión de la exclusión, de los intocables;
2005, la política y el poder.
¿Cuál en esta edición del Foro?
- No creo que sea posible pensar que
Venezuela es un eje central. Yo diría, en
primer lugar, que obviamente la relación
del Foro con Venezuela fue una presencia
importante e inevitable. El Foro se realiza
en un lugar, en un territorio, en un tiempo
político. Y la dinámica del contexto venezolano
estará presente en el Foro. Eso tiene
un determinado sentido que afectará, incidirá
y colocará un foco político importante
en el Foro. Cuando se construyeron los ejes
temáticos y se definieron cuáles serían los
ejes principales del Foro, se introdujo de
una forma muy manifiesta, como eje número
uno, el tema político. Había, en épocas
anteriores, en muchas discusiones entre las
organizaciones sociales, una pretensión de
separar lo social de lo político, de creer que
lo político era contaminado y sucio, que lo
social era lo puro y lo autónomo. Pero consultando
organizaciones sociales para la
construcción del programa del Foro de este
año, aparecía reiteradamente la demanda
de que los temas políticos coyunturales
fuesen debatidos. Que se viera qué pasa con
el Imperio, con el gobierno, cuál es la relación
que existe o debe existir entre las organizaciones
sociales y los gobiernos de
diferentes matices, de izquierda, progresistas,
de centro. Esos temas aparecieron como
temas que las organizaciones definieron
como necesarios.
Cuando se construyó el eje directamente
político, que destaca de una forma mucho
más manifiesta que en los foros anteriores esos
temas – la relación entre partidos y sindicatos,
entre partido y movimientos, los temas
de la autonomía de los movimientos e, incluso,
el tema del socialismo –, No para nuestra
sorpresa, porque esperábamos que eso ocurriese,
el eje temático que tuvo más actividades
inscritas fue ese. Creo que hay un proceso
de maduración colectiva de las organizaciones
sociales, que ya no le tienen miedo a la
política, no significa, necesariamente, que
empezaron a pensar que la vía electoral es a
solución, ni que van dejar su trabajo y su
militancia para dedicarse a apoyar a un determinado
candidato.
Pero sí que la dimensión
política de la vida, que tiene que ver con las
decisiones de Estado, con las políticas imperiales,
son cosas que afectan a todos, independientemente
del área de trabajo en que
las personas están: contra los transgénicos,
contra los patrones patriarcales de poder, por
la reforma agraria, hay una dimensión necesariamente
política de cada una de esas cosas
y ya no se le tiene miedo a eso.
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