A las 15h del lunes, los sondeos a boca de urna anunciaban la victoria de Romano Prodi con un margen de 5%, lo que hacía de Romano Prodi el primer ministro electo por mayor margen en la historia de Italia. Llegaba al poder con los Verdes y los radicales (de política exterior neoconservadora) y tres versiones de comunistas: antiguos comunistas que ya no lo son, antiguos comunistas que afirman serlo aún pero que tampoco lo son y verdaderos comunistas que no son en lo absoluto neoconservadores.
Pero los sueños de Prodi se esfumaron rápido y la incertidumbre de los resultados duró 24 horas. Finalmente, Prodi ganó por un débil margen que, irónicamente, casi lo da como vencido, mientras Berlusconi, que todo el mundo anunciaba como acabado, aparece casi como un vencedor. Además permanece al frente de la primera formación del país. Su vínculo con George W. Bush no fue el handicap previsto por los izquierdistas norteamericanos.
Debido a su débil ventaja, Prodi deberá ser prudente. Cada ley que quiera hacer votar podrá ponerlo en minoría. Sus amigos izquierdistas, que odian el capitalismo, Estados Unidos y a George W. Bush, lo empujarán a adoptar una línea a la Jacques Chirac o a la José Luis R. Zapatero, pero no es lo que quieren los italianos. Prodi deberá escoger un ministro de Relaciones Exteriores conocido y apreciado en los Estados Unidos, nombramiento que deberá ser la primera decisión de Prodi, antes que cualquier otro nombramiento en el gobierno.
Hoy existen boletas en litigio en estas elecciones y podríamos llegar a encontrarnos ante una mayoría de centro-derecha.
«Vincero !», por Michael A. Ledeen, Wall Street Journal, 13 de abril de 2006.
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