Pocos norteamericanos se dieron cuenta este fin de semana de que habían perdido un nuevo aliado. Los que vieron la victoria de Romano Prodi temen que este resultado tenga idénticas consecuencias a las de las elecciones españolas. Sin embargo, hace ya tiempo que los políticos europeos y estadounidense se habían dado cuenta de que la posición de Berlusconi era insostenible. El multimillonario no dejaba de vanagloriarse de su acción en los medios mientras la economía iba en decadencia. El Primer Ministro había participado igualmente en la guerra de Irak contra la opinión del 70% de su población. Si a esto se añaden las investigaciones por corrupción con respecto a Berlusconi o sus meteduras de pata en la campaña, se veía que era un aliado poco confiable.
Visto desde Washington, Berlusconi era un vibrante partidario de George W. Bush mientras que Romano Prodi llama a la retirada de las tropas de Irak. Sin embargo, esto no perjudicará las relaciones italo-estadounidenses ni las relaciones transatlánticas que no dejan de calentarse desde el ascenso de Angela Merkel al poder en Alemania.
Basta que Prodi compense la salida de las tropas italianas con fuerzas civiles que ayuden a la reconstrucción, que Estados Unidos mida su lenguaje durante la retirada de las tropas y que Prodi mantenga su coalición para que todo ande bien.
«Keeping US, Italy link afloat», por Raffaello Pantucci, Boston Globe, 14 de abril de 2006.
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