El Kremlin considera que la democracia se ha construido demasiado rápidamente en Rusia. El gobierno no dice que está contra la democracia, sino que el proceso debe ser retardado. Así, ha desmantelado la prensa independiente y puesto bajo su control el parlamento, los gobiernos regionales y el mundo de los negocios. Poniendo fin a los contrapoderes, la calidad de las decisiones del gobierno ha descendido de forma brutal. Puede comprobarse en la ley sobre la transformación en dinero de las ventajas en especie de los jubilados, buena medida en sí, pero mal conducida.
Si no existe una prensa independiente capaz de alertar contra los errores, ni un parlamento que pueda hacer lo mismo, entonces los errores terminarán por manifestarse en las calles. Para impedirlo, el gobierno no deja de hablar, en los medios a sus órdenes, de amenazas para la sociedad que sería el único en poder enfrentar. Es especialmente el caso de la amenaza fascista, utilizada y vinculada al poder. Es cierto que la amenaza del fascismo es real, pero mientras más se moviliza la gente que rechaza esta alternativa, menos importancia cobra. La cuestión crucial no es la perspectiva del gobierno, es decir su deseo de deslizar el temor y eliminar los equilibrios y controles de su poder. Lo que importa son los actos de quienes rechazan el fascismo en Rusia y en su lugar quieren simplemente una Rusia libre.
La buena noticia es que los que en realidad quieren ver un régimen fascista en Rusia son menos numerosos de lo que afirma el gobierno. No debemos perder el estímulo, sino ser activos y unirnos políticamente.

Fuente
Japan Times(Japón)
El más antiguo diario en lengua inglesa en el Japón, fundado en 1897.

«Russian flirtation with the fascist threat», por Yegor Gaidar, Japan Times, 19 de mayo de 2006.