El ataque del presidente George W. Bush contra el New York Times acerca de la publicación de una información secreta sobre los programas de espionaje de la población reaviva una cuestión a la que respondió la Corte Suprema de los Estados Unidos hace 35 años: ¿bajo qué condiciones es legal publicar una información gubernamental top secret referente a una guerra en curso?
En el caso de los Pentagon Papers, la administración Nixon decía, como lo dice hoy la administración Bush, que esa publicación ponía en peligro la seguridad del país, lo que condujo por primera vez en la historia de los Estados Unidos a un riesgo de censura política. El caso fue rápidamente tratado por la Corte Suprema, que concluyó que la administración Nixon no podía probar que ese artículo ponía en peligro la seguridad del país y la de los soldados. Los jueces consideraron que era más importante que el público conociera la verdad e hiciera su propio juicio antes de que el presidente se reservara el derecho de elegir lo que el público debía conocer.
Los periódicos tuvieron el coraje de enfrentar las presiones ejercidas por el gobierno, y por algunos abogados, y llevaron a cabo su trabajo informativo con responsabilidad para una sociedad libre. Actualmente, en un período de tensiones probablemente comparable al de la guerra de Vietnam, mucha gente piensa que estamos expuestos a una nueva amenaza: un gobierno loco de atar que espía a millones de personas sin orden judicial en nombre de la seguridad nacional.
Los periodistas no pueden publicar todo lo que han tenido entre sus manos. Hay cuestiones legítimas de riesgo de atentado a la seguridad nacional que deberían ser tomadas en cuenta por los editores. Antes de la primera publicación de esta historia de espionaje en diciembre pasado, el New York Times puso al corriente a la Casa Blanca, que trató de disuadirlo, pero no recurrió a la justicia. El poder ejecutivo afirma que estas acciones socaban la acción antiterrorista, lo que es discutible. Parece ingenuo sugerir que los esbirros de Osama Bin Laden no esperen que los espíen mediante su teléfono o e-mail. Sin embargo, el espionaje masivo de los ciudadanos estadounidenses sí es una novedad.
Es cierto que nuestra prensa no es perfecta, pero amordazarla no nos hará más seguros.

Fuente
The Boston Globe (Estados Unidos)

«For the press, responsibility is balancing act», por Thomas D.Herman, Boston Globe, 30 de junio de 2006.