Los periodistas que tratan cuestiones controvertidas no pueden trabajar sin ofrecer garantías de confidencialidad a sus fuentes, sin lo cual no podrían dar tanta información y esto abriría la puerta a los abusos de poder. Sin embargo, las amenazas judiciales a los periodistas para que revelen sus fuentes se han convertido en algo corriente. Lamentablemente, las reglas referentes a lo que un periodista puede o no revelar sobre sus informantes son muy confusas. En realidad, la obligación de un periodista de revelar o no sus fuentes dependerá de la Corte y de la opinión política del juez, lo que hace poco confiables las promesas de confidencialidad de los periodistas y esto puede impedir que circulen informaciones vitales.
Los periodistas no deben estar por encima de la ley, pero deben tener protección. Cada estado de los Estados Unidos tiene un sistema de protección de las fuentes, pero no existe algo así a nivel federal. Es en lo que trabaja el Congreso estudiando el Free Flow of Information Act 2006. Esta ley protegerá a los periodistas, pero ellos tendrán que demostrar que la información debe ser publicada. La cuestión de la seguridad nacional es otro problema. Como quiera que sea, se hace necesaria una armonización de las reglas para todos los periodistas.
«A Much-Needed Shield for Reporters», por Theodore B. Olson, Washington Post, 29 de junio 2006.
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