Sea cual sea la reacción que provoque la acción israelí, esta no puede lograr el resultado propuesto: Israel no tienen ninguna posibilidad de destruir al Hezbollah luego de 18 años de ocupación del Líbano y sus bombardeos no facilitarán la liberación de los soldados capturados. Los castigos colectivos son inútiles e incluso si logran aislar al Hezbollah podrían provocar una guerra civil que sería utilizada en su beneficio por los enemigos de Israel.
Nadie niega a Israel el derecho a defenderse, pero es irresponsable e inmoral agravar así el conflicto. Este último señalamiento es válido únicamente si Israel desea un apaciguamiento de la región, lo que no es totalmente seguro. Cuando se oye decir a Israel que no tiene interlocutor para la paz, eso no quiere decir que quieran que este aparezca. Los partidarios del «Gran Israel» y los del «No Israel» comparten el mismo rechazo a todo compromiso. Israel intervino en Gaza contra el acuerdo entre Mahmoud Abbas y Hamas, pues piensa obtener más por la fuerza que por la negociación. Por lo tanto Ehud Olmert torpedea la «hoja de ruta» con el apoyo de Estados Unidos. Los países occidentales deben admitir que Israel no comparte su deseo de una solución pacífica y no quiere hacer concesiones territoriales. Por lo tanto hay que apoyar a Abbas y obligar a Israel a aceptar la paz. Es Mahmud Abbas quien no tiene interlocutor para al paz.
«The west must recognise that Israel’s agenda is in conflict with its own», por David Clark, The Guardian, 17 de julio de 2006.
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