La política extremista y belicosa de Washington genera preocupación en el mundo entero. El gobierno de Hugo Chávez ha optado por modernizar el ejército para defender la soberanía nacional mientras que los EEUU observa con celos esta adquisición.
Las sanciones impuestas por el Departamento de Estado norteamericano a las dos compañías rusas «Rosoboronexport» y «Sukhoi» por la cooperación con Irán, nada tienen que ver con la misma.
Esto es solamente el pretexto y no el motivo de tal reacción, afirman expertos militares. Baste un solo hecho para que esas cosas se aclaren. Por ejemplo, en los siete-ocho años últimos el holding aeronáutico «Sukhoi» no ha suministrado una sola tuerca a Teherán.
¿Cómo se atreve una institución tan prestigiosa como el Departamento de Estado, hablar de nuestra cooperación con Irán? preguntan con asombro los directivos del holding «Sukhoi».
En efecto, en opinión de Moscú, esas sanciones no son más que venganza por los contratos sobre la cooperación en materia de técnica militar firmados con Caracas por el valor de 3 mil millones de dólares. Lo afirman al unísono nuestros interlocutores. Además, dichas sanciones ponen de manifiesto la competencia deshonesta que predomina en el mercado mundial de armas siendo continuación de la guerra comercial no declarada que desde hace mucho, desde mediados del siglo anterior,
EEUU libra contra Rusia. Sigue en vigor la enmienda Jackson-Vanick que a principios de la década del 70 impuso el Congreso de EEUU contra Moscú que no daba permiso a los judíos de salir a Israel. Aunque desde hace veinte años no sólo judíos, sino también representantes de otras nacionalidades pueden salir libremente de Rusia, regresar a Rusia y abandonarla de nuevo. Este hecho no preocupa a la Administración del país ni a los órganos de justicia, por supuesto si no se trate de la huida de elementos criminales.
No obstante, por raro que parezca, la enmienda rudimentaria sigue imponiendo limitaciones a las firmas norteamericanas que conciernen no sólo a sus ventas de equipos de alta tecnología a Moscú. Las empresas industriales y centros científicos de Rusia no lo lamentan mucho. No sólo en EEUU, sino también en otros países se puede comprar ordenadores y otros equipos electrónicos de última generación, pero pone en guardia el mero hecho de tales restricciones comerciales virtuales aplicadas al Estado considerado por Washington como «socio estratégico». Ponen también en guardia las recientes sanciones impuestas por el Departamento de Estado a la «Rosoboronexport» y el holding «Sukhoi».
Naturalmente, digan lo que digan sus directivos, será un golpe muy doloroso para el holding aeronáutico «Sukhoi». Aunque esas sanciones en modo alguno afectarán los suministros de aviones de caza multiuso de la marca «Su» al extranjero, comprendidas Argelia, Indonesia y Venezuela, cuyo monto sobrepasa 2 mil millones de dólares anuales, la cooperación «congelada» con Boeing, Hamillton, Sundstrand, Honeywell y otras compañías norteamericanas que participan en la creación por el holding «Sukhoi» del avión de pasajeros a propulsión a distancia media «SuperJet-100», podrá frenar los trabajos conjuntos.
Por lo visto, el avión emprenderá vuelo no en 2007, según lo previsto por el business-proyecto, sino uno o dos años más tarde. Eso depende de si la compañía rusa tenga que buscar nuevos partenaires o esperar a que el Departamento de Estado recapacite y deje de impedir a las firmas nacionales obtener dividendos de los prometedores contratos internacionales.
Análogo efecto podrán surtir las sanciones anunciadas por el Departamento de Estado contra la «Rosoboronexport». Esa empresa no tiene contratos directos con Estados Unidos ni con sus firmas. Pero hace poco el Gobierno estadounidense mostró interés por adquirir armas de tiro y otras especiales en Rusia para el Ejército y las fuerzas policíacas de Iraq. Tales compras eran justificadas.
Los Kaláshnikov, lo mismo que las ametralladoras y otras armas creadas sobre su base, gozan de gran prestigio en la zona de Entrerríos. Es más, son harto conocidos debido a los suministros duraderos de material de guerra ruso a Iraq en la época de Saddam. Ahora, según todos los indicios, el Pentágono tendrá que comprar esas armas en Bulgaria, Rumania o Egipto.
Naturalmente, la «Rosoboronexport» y la fábrica de construcciones mecánicas de Izhevsk que produce esas armas, perderán los 200 millones de dólares prometidos. Pero es poco probable que los fusiles automáticos y las ametralladoras comprados en otros países tengan la alta calidad que la firma productora de esas armas genuinas garantiza a sus clientes.
Existen también otros problemas para las firmas norteamericanas que su Departamento de Estado crea mediante sus insensatas sanciones. Uno de ellos podrán serlo los suministros de titanio a la compañía «Boeing» por la fábrica de aluminio de Verjneya Salda. Bien se sabe que hasta el 30-40% de estructuras portantes de cada aparato que produce la famosa firma norteamericana de construcción de aviones, están hechas del metal suministrado por la compañía rusa «VSMPO-Aviasma».
El contrato firmado entre la «Boeing» y la empresa uralesa está calculado por varios años y «cuesta» miles de millones de dólares. Se planeaba que las dos compañías crearían incluso una empresa conjunta. Pero en fechas próximas la compañía «Rosobornexport» tendrá que comprar el paquete de control de acciones de la firma «VSMPO-Aviasma».
El acuerdo al respecto entrará en vigor de un día para otro. El Departamento de Estado no podía ignorarlo. Los mass medios rusos y norteamericanos han comentado profusamente la transacción inminente. Pues ahora, después de las sanciones anunciadas, la «Boeing» tendrá que buscar otros suministradores de titanio muy escaso en el mercado mundial. Y, además, la calidad del metal que ofrecen otros países, no es tan alta como la de Verjneya Salda.
No vale la pena discutir a quién causará mayor daño la miope política comercial de Washington. Esto es evidente.
Es obvio también que la «Boeing» no podrá suministrar un importante lote de sus «Boeing-787» de gran autonomía. La «Aeroflot» ya preparaba el contrato de compra de 22 aparatos de esa firma norteamericana por el valor de 3 mil millones de dólares. Ahora, por lo visto, tendrá que recurrir a su consocio europeo «Airbus», cuyos aviones de fuselaje ancho «Airbus-A350» no son en modo alguno inferiores a su rival de ultramar, e incluso lo superan en la capacidad útil y el nivel de confort.
Seguramente, como resultado de la guerra comercial no declarada que el Departamento de Estado y algunos políticos conservadores en la Administración de la Casa Blanca, en el congreso y el senado de EEUU libran contra Rusia será la ausencia de las firmas norteamericanas en el definitivo shortlist de la licitación para la exploración del yacimiento de gas Shtokman, cuyas reservas y la explotación relativamente sencilla podrían ayudar a Washington a disminuir su dependencia de los suministros de hidrocarburos de Oriente Próximo y Venezuela.
Pero, a juzgar por todo, la politiquería que Washington no deja de demostrar en la palestra internacional, se torna engorrosa no sólo para sus consocios, sino también para las firmas y los hombres de negocios propios. Los comentarios huelgan.
Se requiere tiempo para que Washington comprenda que hace mucho ya el mundo ha dejado de girar en torno a la Casa Blanca y la Colina del Capitolio. Al fin y al cabo, todos los actos miopes de la Administración de EEUU como la venganza mezquina a Rusia por la cooperación en materia de técnica militar con Venezuela perjudican como siempre a sus promotores.
Ria Novosti 09/ 08/ 2006
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