Sin la "globalización de la imagen" a Washington y a la CIA les hubiera sido imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación y control social.

El fenómeno de Bin Laden y el "terrorismo mediático" están a tono con los nuevos sistemas de dominación: Hoy, salvo en los países rebeldes que usan la resistencia militar (Irak, Afganistán, Palestina, etc), la represión militar y policial ha sido sustituida por el control mediante la manipulación mediática de cerebros.

El uso mediático-político de la figura de Osama por parte de la CIA, desaparece detrás de la psicosis de terror montada masivamente alrededor de su figura y de la "Red Al Qaeda" en los años que siguieron a los atentados del 11-S.

Como el perro de Pavlov, los norteamericanos y europeos segregan adrenalina y consumen terrorismo condicionado, como si fuera verdadero gracias al sistema de inducción mediática que taladra constantemente en sus cerebros.

De esta manera, las operaciones terroristas de la CIA con Al Qaeda, con sólo cuatro bombas detonadas sincronizadamente a distancia (como ocurrió en Londres) pueden multiplicar infinitamente (casi como una bomba nuclear) los efectos políticos y sociales de la destrucción por medio de la difusión mediática manipulada y nivelada masivamente para todo el planeta.

Y así comenzó la era del uso del "terrorismo mediático" como arma esencial de las políticas de dominación que venían a suplantar a las represiones militares y policiales encuadradas en la "doctrina de seguridad nacional" de la guerra fría.

En términos geopolítico y militar-estratégico, con la leyenda mediática de Bin Laden y el peligro del "terrorismo internacional", a partir del 11-S el Imperio norteamericano (potencia locomotora unipolar del capitalismo desde la caída de la URSS) sustituía dos aspectos claves de su supervivencia como Estado imperial:

A) Lanzamiento de nuevas conquistas militares de mercados justificadas en la "guerra preventiva contra el terrorismo" y en la nueva doctrina de seguridad de EEUU emergente tras los atentados del 11-S.

B) Aplicación de una nueva lógica represiva y de control político y social (sustitutiva de las "dictaduras militares" setentistas) en los países dependientes bajo el argumento del "combate contra el terrorismo".

Bien mirado, el uso "multifunción" de la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo internacional", excede las fronteras de EEUU y se convierte en lógica esencial de preservación política, militar y económica del sistema capitalista en su conjunto.

En un planeta sin guerras inter-capitalistas, ya casi sin conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente), la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirvió (y sirve) para alimentar y justificar las estrategias expansionistas del Imperio norteamericano, para crear nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales capitalistas de EEUU y Europa, y para mantener en funcionamiento a los complejos militares industriales que han encontrado en la "guerra contraterrorista" su nueva tajada ganancial en el negocio armamentista.

En primer lugar, y desde el punto del dominio geopolítico militar, la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" servirían a Washington para justificar la existencia de un nuevo "enemigo estratégico".

Ese "enemigo estratégico" , venía a compensar la figura que había desaparecido con la caída de la Unión Soviética que legitimaba con su presencia (y en el marco de la Guerra Fría) las guerras de invasión y la carrera armamentista que engordaban las ganancias de las megacorporaciones del Complejo Militar Industrial y de los bancos de Wall Street que lucran con las "reconstrucciones" de los países conquistados.

En segundo lugar, la leyenda mediática de Bin Laden sirvió para justificar una nueva "doctrina de seguridad nacional" estadounidense que tiene al "terrorismo internacional" y a las dictaduras del "eje del mal" que lo protegen como el justificativo esencial de las "guerras preventivas" que la maquinaria militar norteamericana lanzó después del 11-S para apoderarse de mercados y de recursos naturales, principalmente petróleo.

En tercer lugar, la leyenda mediática de Bin Laden sirvió a la administración Bush para establecer un sistema de control político y social (realizado mediante la manipulación de conducta colectiva con el miedo al terrorismo) que fue utilizado tanto dentro de EEUU como fuera de sus fronteras cada vez que Washington necesitaba imponer su estrategia imperial o conseguir consenso internacional.

En cuarto lugar, con la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo de Al Qaeda" Washington elaboró una nueva "hipótesis de conflicto militar" con la cual funcionan no solamente los ejércitos y policías de los países dependientes (como es el caso de América Latina) sino también los de las potencias capitalistas centrales, principalmente Europa y Rusia, socias encubiertas de las depredaciones y conquistas militares del Imperio yanqui.

En quinto lugar, y a nivel control político social (tanto en países dependientes como en las potencias centrales) la "guerra contraterrorista" sirve de justificación y de base argumental para la elaboración de legislaciones represivas y de "criminalización" de los conflictos sociales asociándolos con "actividades terroristas".

En otras palabras, en un planeta sin "comunismo", sin golpes de estado militar ni guerras ínter-capitalistas, la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirven de justificación para el desarrollo expansivo de la industria militar y de las trasnacionales y bancos capitalistas que extraen su principal tasa de rentabilidad comercial de las guerras y los conflictos armados.

Con la "era Bin Laden" el "terrorismo" suple a la lógica del dominio por medio de la guerra militar convencional y sirve como justificación global de las políticas de sometimiento y control social aplicadas por el sistema capitalista trasnacional con EEUU a la cabeza.

De esta manera, al imponer la "guerra contraterrorista global" nivelada como hipótesis de conflicto central para todas las naciones, EEUU reafirma su propia doctrina de "seguridad nacional" y agenda de "guerras preventivas" en todo el planeta.

La conformación de acuerdos militares y de "planes contraterroristas" por parte de esos Estados, aseguran, a su vez, que los complejos militares y la industria de la guerra sigan funcionando a full movilizando tecnología de punta y capital financiero con asiento en la catedral de Wall Street.

Las alertas de "máxima seguridad" (como las que ya rigen en Europa y EEUU) así como una revitalización y profundización de los "planes antiterroristas" (como se está haciendo en España, Francia e Italia) dan una nueva cuota de credibilidad al escenario de la "guerra contra el terrorismo" lanzada como la nueva cruzada de supervivencia de la humanidad.

En cada una de las invasiones militares para "terminar con el terrorismo" (Irak, Afganistán, y anteriormente, con Clinton, la invasión a Yugoslavia) las corporaciones armamentistas, petroleras, tecnológicas y de servicios del Complejo Militar Industrial norteamericano, así como los megagrupos financieros y bancos de inversión de Wall Street, abrieron "nuevos mercados" y cosecharon millonarias ganancias con la ocupación militar.

Durante cada invasión para "destruir al terrorismo", las armamentistas aumentaron su flujo de ventas con las tropas ocupantes, las petroleras extrajeron y comercializaron petróleo favorecidas por el control sobre los Estados invadidos, las de servicios (incluidas las empresas de seguridad) concretaron multimillonarios contratos con el Pentágono, y los bancos y megaconsorcios de Wall Street levantaron ganancias multimillonarias financiando la "reconstrucción" de los países destruidos por los bombardeos.

Paradojalmente, en un mundo sin guerras militares convencionales, la "guerra contraterrorista global" (la "civilización occidental" contra el "eje del mal") posibilita que las invasiones militares capitalistas por conquista de mercados y el desarrollo expansivo y concentrador de las trasnacionales y bancos capitalistas se sigan realizando por "otras vías".

La leyenda terrorista-mediática de Bin Laden y la "guerra contraterrorista" esta construidas a la medida de la nueva lógica expansiva del capitalismo transnacional con sede en Wall Street.

Detrás de ese nuevo mito, Estados Unidos y las empresas y bancos trasnacionales desarrollan su nueva estrategia de conquista militar de mercados en Asia, Africa, América Latina y Medio Oriente.

Bin Laden y la "guerra contraterrorista", como ayer lo fueron la "guerra fría" y el comunismo soviético- son el nuevo legitimador internacional de las políticas de conquista militarista emergentes de la Nueva Doctrina de Seguridad norteamericana.


Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica, y entre sus últimos trabajos publicados se cuentan, entre otros:

Fuente: IAR Noticias 15/9/06.