En Zacatecas los proyectos mineros impulsados por transnacionales como Peñoles y Grupo Carso, para la explotación de oro y plata, atentan contra la propiedad, la salud y el medio ambiente de los habitantes de La Tesorera y de Noria de Ángeles.
La Tesorera, Zac. Al frente de un montículo de frijoles aún envainados, y recién pasando la puerta de su humilde casa, se encuentra Emiliano Ortiz, ensimismado en su labor de campo.
Su rostro, ajado por el tiempo, contrasta con las paredes de su casa, rotas por las detonaciones que la Constructora Rivera y Rivera -filial de la Constructora Plata, presumiblemente benefactora del ex gobernador y actual senador Ricardo Monreal- realiza en las montañas del lugar, para explotar materiales.
Las manos entierradas de Emiliano -la izquierda sin el dedo índice, perdido en su juventud por una mordedura de víbora- limpian afanosas el grano cosechado que apenas le dará recursos para que, junto con su esposa Socorro, sobreviva el año: por cada kilo de frijol los coyotes pagan sólo tres pesos y, cuando se puede, menos.
Pero la crisis del campo mexicano y las detonaciones de la constructora ya no son los problemas más urgentes para el anciano de 87 años, su esposa, sus hijos y sus nietos, ni para los 15 mil 500 habitantes de La Tesorera: ahora, el problema mayor son los intereses de la empresa canadiense Peñoles que supuestamente, a través de su filial Compañía Minera La Parreña -y a la que la gente conoce como Minera Company- busca reabrir la mina de plata San José.
Mauricio Maldonado, integrante de la asociación civil Ya Basta, señala que el proyecto impulsado en el estado por Minera Company comprende la apertura de seis minas, entre las cuales se encuentra la de La Tesorera, ubicada en el municipio Pánfilo Natera.
El férreo opositor a la mina señala que la empresa pretende afectar 12 kilómetros a la redonda. “Son seis kilómetros para un lado y seis para el otro, es decir que la comunidad queda en medio. Por eso lo que están proponiendo a la gente, desde hace un año y medio, es comprarle los terrenitos. Es muy claro, ellos (la transnacional Peñoles) quieren sacarnos de nuestra tierra”.
Informes oficiales de la Dirección General de Minas, dependiente de la Secretaría de Economía, indican que en La Tesorera sólo dos empresas cuentan con títulos de concesión vigentes para exploración: seis son a favor de Industrial Minera México, del Grupo México que también posee Pasta de Conchos, y uno de Compañía Minera La Parreña. En el primer caso, los títulos vencen en julio de 2007 y en el segundo caso en septiembre de 2008.
Las seis concesiones en poder de Industrial Minera México amparan los trabajos hechos en 4 mil 508 hectáreas de este pueblo, cuya riqueza material escondida en el subsuelo sólo beneficia al gran capital, pues aquí ni siquiera las calles tienen pavimento.
Pero para el gobierno federal la pobreza exterior poco importa: el impulso es para el inversionista que recibe en concesión 8 mil 360 hectáreas de La Tesorera, para que busque la plata zacatecana y luego la explote, tal como ocurre con la Compañía Minera La Parreña.
De acuerdo con información oficial de Peñoles, La Parreña, subsidiaria de la que posee el ciento por ciento del capital, también es tenedora del proyecto de cobre Milpillas en Sonora.
De enero a septiembre de 2006, la Secretaría de Economía expidió 69 títulos de concesión de minas en territorio zacatecano, que afectan 367 mil 970 hectáreas.
El impacto de las mineras no es menor. Mauricio Maldonado dice que tan sólo en La Tesorera habitan 340 familias, con un promedio de cinco miembros por cada una, y explica que las seis minas que Peñoles proyecta en la región afectarán a 23 comunidades.
Y es que en la mira de la trasnacional también están los municipios de Fresnillo, considerado como el nervio vital de la minería zacatecana; Vetagrande; Concepción del Oro; Sombrerete, y Noria de Ángeles.
Las negociaciones para instalarse en La Tesorera iniciaron a mediados de 2004, pero es hasta ahora, a fines de 2006, cuando Peñoles, considerada como la mayor productora de plata en el mundo, apura sus trabajos en la zona.
Además de la trasnacional canadiense, empresas como Grupo Carso, propiedad de Carlos Slim Helú, tienen proyectos mineros en la región. Everardo Cuevas, comisariado ejidal de Noria de Ángeles, denuncia que será en enero próximo cuando el dueño de Teléfonos de México inicie trabajos en la minera que ya construyó en Ojocaliente.
Mina a cielo abierto
De no detenerse la operación de la mina San José, Peñoles iniciará una explotación a cielo abierto, según ha trascendido en la prensa local. Nadie como los habitantes de Noria de Ángeles conoce las repercusiones de este método de explotación, pues durante más de 20 años han padecido la presencia de la Mina Real de Ángeles, propiedad de Condumex, filial del Grupo Carso.
Diego Hernández, de la agrupación Ecologistas del Sureste, afirma que a pesar de haber sido clausurada en 1997, “la mina de Carlos Slim continúa contaminando a nuestra gente”. Y es que, dice, “varios habitantes padecen plomo en la sangre.
“Los ancianos y los niños tienen este problema, y eso no lo decimos nosotros, sino que lo han confirmado estudios científicos de su sangre”, acusa. El activista ambiental señala que la tierra, el agua y el aire han sido contaminados con cianuro, mercurio y plomo.
Everardo Cuevas confirma las enfermedades. “Más de 70 niños salieron con plomo en su sangre. Por eso los canalizaron al centro de salud de Loreto, para que fueran atendidos ahí, eso lo sabemos todos los de este pueblo”.
El presidente del Comisariado Ejidal de Noria de Ángeles dice que Grupo Carso mantiene la posesión de 460 hectáreas de tierra comunal, que es donde se encuentra la represa. Tierra por la que sólo paga el derecho predial que asciende a unos 3 mil pesos al año.
El líder agrario refiere que para el ejido, el Grupo Carso no ha dado ningún beneficio y detalla que son 270, los ejidatarios afectados, pero no sólo: “es todo el pueblo porque la contaminación no respeta”.
Agrega que esto se evidencia en la producción agrícola: 4 mil 800 hectáreas de terrenos de siembra, que pertenecen a este ejido, han sido devastadas. Ahí, la producción de maíz y frijol prácticamente está nulificada.
De acuerdo con el reporte financiero de Grupo Carso, correspondiente al ejercicio 2005 -entregado a la Bolsa Mexicana de Valores- Minera Real de Ángeles se ubica entre los 25 activos “más importantes para la actividad de cada una de las principales subsidiarias del grupo”, y tiene una capacidad mensual instalada de 540 mil toneladas.
Despojo del agua
Para La Tesorera la amenaza no sólo se reduce a la contaminación, de la que es ejemplo Noria de Ángeles, sino a la pérdida total del agua. Aquí ya es conocido el “despojo” de la compañía Peñoles, dicen los vecinos.
Los habitantes explican que, aunque la mina San José se encuentra cerrada desde hace unos años, los pozos de agua que se ubican en el terreno concesionado por la administración federal no abastecen a la comunidad.
Desde hace dos meses, los vecinos carecen de agua potable. Juan Ortiz señala que cuando la asociación civil Ya Basta solicitó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) la utilización de los pozos a favor de la comunidad, la entidad federal respondió con una negativa, bajo el argumento de que estaban concesionados a la transnacional.
“Pero el agua es de la nación, no se puede vender. Es incomprensible que los pozos estén en posesión de esa empresa y que toda esta comunidad no tenga agua ni para beber. El agua no es de ellos”.
Chita, como se conoce a María de Jesús Alemán, acusa el “descaro” de la Conagua al cobrar altas cuotas por el agua que no llega a las viviendas. “Cómo es posible que nos lleguen los recibos tan caros cuando ni siquiera tenemos el servicio, y a veces, cuando bien nos va, lo tenemos 15 días al mes”.
“Nosotros tenemos derecho al agua de esos pozos, pero esa gente es muy cerrada y no nos quiere dar”, acusa Manuel Parga. El asunto no es menor: “la mina de San José tiene agua para regar no nada más el ejido sino toda la región”, detalla Mauricio Maldonado.
Sentado en una silla de madera y palma, tan pequeña que parece de niño, y frente a una vieja carretilla que sirve de sostén al colador de los frijoles, Emiliano jura que en La Tesorera no habrá mina que dañe al pueblo. “La minera no pasará”.
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