(APE).- Cuando llegaron las chicas y chicos de la escuela “Pan, Paz y Trabajo” el sol tomó la decisión de salir y bañar la plaza 25 de Mayo de la ciudad de Santa Fe, capital del segundo Estado argentino. Era la avanzada del abrazo multitudinario que el pueblo le tributó al casi medio centenar de marchantes de los Chicos del Pueblo que siguen su viaje al centro de la conciencia de la Argentina.
Después vinieron tres carritos tirados por caballos. Nenas y nenes eran sus habitantes. Camperas desteñidas y carteles que decían su procedencia: Villa Ranita y denunciaban su realidad: “No queremos volver a inundarnos”; “Queremos comer todos los días en casa”; “No queremos ver tristes a papá y mamá”; “No queremos abuelos que mueran de tristeza”. Denuncia, grito, sueño y rebeldía.
Allí estaban los militantes de ATE Santa Fe, la Asociación del Magisterio de la capital y la provincia, los compañeros de la CTA de Santa Fe y Paraná, junto a los convocados por el MTL y la CCC de Santa Fe. También protagonizaban la Marcha los docentes universitarios de ADUL, FUL, Epyca, centros de estudiantes, agrupaciones universitarias, grupos religiosos como los integrantes de Teología Popular, la organización de prensa FOCOS, y decenas de FM comunitarias.
Sobre el escenario brillaron los pibes de la batucada “Los reyes del swing”, de una escuela media santafesina que integran varios de los chicos marchantes, para dejarle el lugar a una niña del MTL: “Sin salud ni educación y con nuestros padres desocupados es imposible soñar”, denunció teniendo a sus espaldas la Casa de Gobierno, la casa gris cada vez más gris.
Una nena santafesina describió el lugar: “En nuestra ciudad como en el 2003 volvieron a inundarnos y esto también es un crimen. Queremos denunciarlo. Como siempre, los que menos tenemos somos los que más sufrimos”, dijo con claridad y lucidez.
Otra chiquita aseguró: “A mi me parece que el gobierno no hizo nada y eso está mal porque nosotros necesitábamos que alguien nos ayude”.
Una joven del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo expresó: “Queremos decir que los gobernantes se hagan cargo y que no podemos vivir así con nuestros padres desocupados y con los chicos que se mueren de hambre”.
Una ovación surgida del corazón saludó a Queca Koffman, Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe. Saludó al coordinador poeta, Alberto Morlachetti, y apuntó directo al centro de la indiferencia: “No está el gobernador en esta tribuna pero está el pueblo, los que asumimos la responsabilidad de nuestros pibes... Las madres nos vamos a ir muy tranquilas dejando vivos los sueños de nuestros treinta mil compañeros desaparecidos”, dijo y la emoción rebotó en los cuerpos de las distintas generaciones que levantan las banderas de “El hambre es un crimen” y “Ni un pibe menos” en la Argentina.
Cerró Gabi Almirón, de la organización Juanito Laguna y referente del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, diciendo que los periodistas preguntan para qué se hace esta marcha: “La hacemos para abrazarnos con todo el país, para saber que somos muchos. Porque queremos cambiar el mundo porque es la única forma de cambiar todo. Para tener una vida como nos merecemos, con dignidad... Hay que ser duros para atornillarse en un sillón y no sensibilizarse con los pibes”, remarcó Gabi.
El cierre fue a punto canto, marcha, banderas multicolores flameando y caritas pintadas con colores casi tan brillantes como sus sonrisas.
La cita será mañana, a partir de las tres de la tarde en la Plaza San Martín, en Rosario y después, a las cuatro, la Marcha de los Chicos del Pueblo atronará su ternura en el cielo abierto de la historia local, en el Monumento Nacional a la Bandera.
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