Kuwait acaba de anunciar, sin concertación previa con sus socios regionales, su decisión de independizar el dinar kuwaití del dólar estadounidense. Al verse afectado por la acumulación de gran cantidad de petrodólares, que ahora tiene que convertir en euros para poder garantizar sus importaciones de productos europeos, el emirato espera así controlar una inflación galopante que sobrepasa ampliamente los objetivos de su banco central y valorizar el dinar, peligrosamente lastrado por el dólar.
El dólar, que actualmente atraviesa una fase de relativa estabilidad, podría verse así ante un nuevo declive, sobre todo teniendo en cuenta que otros países del golfo, como Qatar o los Emiratos Árabes Unidos, podrían seguir el ejemplo de Kuwait en los próximos meses. Este movimiento, que se produce paralelamente a una diversificación de las reservas por parte de Siria, China y Rusia principalmente, obedece a una lógica que ya habíamos enunciado en estas páginas el año pasado, en momentos en que el Banco Asiático de Desarrollo emitía la señal de alarma. Ahora que Kuwait, fiel aliado de Estados Unidos, abre una brecha en el Golfo –por necesidad y no como una maniobra de guerra económica– es muy probable que se acelere esa tendencia.
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