Una parte de la oposición venezolana anunció el 22 de agosto que están en el proceso de elaboración de un nuevo proyecto de país que llamó de “Democracia Social” para enfrentarlo al Socialismo del Siglo XXI propuesto por el proceso bolivariano.
Este anuncio se realizó al mismo tiempo en que el Presidente Hugo Chávez acababa de introducir a la Asamblea Nacional un proyecto de reforma constitucional que significaría un paso de avance hacia ese modelo de país que su gobierno propone y que sus seguidores apoyan.
Las declaraciones fueron realizadas por Leopoldo López, alcalde del municipio Chacao de Caracas y Vicepresidente de Participación Ciudadana del partido UNT (Un Nuevo Tiempo), conjuntamente con una autocrítica en la cual reconoce que “no son una mayoría” en el país, y que deberán abandonar la actitud mantenida por la oposición centrada en “la confrontación, la descalificación y la táctica centrada en sacar al que hoy gobierna”. ”Estamos permanentemente comunicando malas noticias, fracasos, confrontación y eso no va a lograr que construyamos una nueva mayoría, lo vamos a hacer si presentamos este proyecto alternativo”, agregó el vocero.
Esta parece ser una buena noticia para la sociedad venezolana, el que una parte de la oposición haya decidido finalmente transitar el camino democrático y con ello participar legítimamente del proceso social, presentando una alternativa al proyecto bolivariano, significaría la posibilidad de existencia de voces disidentes necesarias en el ámbito social y político del país. En este caso el buen antecedente sería que se trata de la misma fracción política que reconoció sin problemas su derrota en la última elección presidencial (y que le valió el ataque de los radicales de oposición por no haber gritado “fraude”)
Sin embargo no todo es color de rosa, si recordamos que el candidato presidencial de ese partido fue uno de los firmantes como representante de los gobernadores del acta que intentó en 2002 legitimar el golpe de Estado y que el propio vocero fue perseguidor y arrestador de las autoridades que ese golpe estaba deponiendo.
¿Será que esta vez sí han aprendido la lección y están tratando de hacer bien la tarea?
En el mejor de los casos no va a resultarles una tarea fácil. El proyecto que se anuncia tiene según el vocero, características (si bien adornadas con conceptos como “la inclusión”, “la igualdad de acceso a todos de sus derechos” “la existencia de ciudadanos libres y su libertad asociada a la igualdad y la solidaridad”, “una sociedad más horizontal”), que igualmente muestran como la esencia de la propuesta está referida a un modelo de país que ya ha sido descreído por la mayoría de sus ciudadanos.
Promover “profundizar la democracia desde el desarrollo de una fuerte sociedad civil”, muestra de inmediato el carácter clasista del proyecto, ya que las grandes mayorías nunca han sido parte de esa “sociedad civil” cuya máxima expresión se ha dado en nuestra sociedad venezolana a partir de las asociaciones de vecinos de una clase media minoritaria (sociedad civil cuya importancia también se ha intentado inflar a través de la existencia de ONG “fantasmas” de pura existencia mediática).
Pero la esencia del proyecto se vuelve transparente cuando se refieren a lo económico. Se propone una “economía social de mercado” y proponen crear un “país de propietarios”. Los últimos 40 años han mostrado hasta el hartazgo como la economía de mercado en tiempos del neoliberalismo globalizador, es incapaz de ser “social”. Si en algún momento el capitalismo intentó generar un rostro humano (empresas con responsabilidad social, relaciones con la comunidad, seguridad social, etc.), cuando el rumbo se orientó hacia la economía corporativa, la concentración acelerada de capital en un número cada vez menor de grandes corporaciones, el uso de mano de obra semi-esclava en los países más pobres se barrió con toda posibilidad de lograr humanizar esa cara voraz que hoy se nos presenta en toda su crudeza.
Igualmente, el “país de propietarios” es absolutamente contradictorio con la “libertad asociada a la igualdad y la solidaridad” que están anunciando, más bien está relacionado con la defensa a ultranza de la propiedad privada -que casualmente siempre abanderan aquellos que tienen atesorados los capitales de la sociedad- y con el reforzamiento de los valores individualistas, dónde cada uno se arregla por la suya.
El significado de estas últimas propuestas está muy claro para las mayorías en Venezuela, el haber dejado de creer en ellas ha sido uno de los factores fundamentales del ascenso del proceso bolivariano y del liderato del presidente Chávez. La repetición (aún con una cara más lavada) de un modelo de país que ya ha fracasado no parece ser un atractivo para que puedan cumplir sus intenciones de formar una nueva mayoría. A menos que sean más creativos (o estén dispuestos a abandonar sus posiciones tradicionales de privilegio) no parece probable que logren generar nuevos adeptos con este proyecto.
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