Querían entrar en una iglesia a través de un ventiluz. Tienen diez y once años. Son dos hermanos y un amigo que buscaban algo de valor dentro del templo. Un cachito de redención para el calvario cotidiano. Alguien llamó por teléfono al comando de la delegación de La Santafesina S.A. en la ciudad de Esperanza, centro de la provincia y una de las localidades más ricas del territorio, según se ufanan sus pobladores y gobernantes.
Algo de ropa y otros elementos que no fueron descriptos con claridad en la crónica conformaban el magro botín de estos chicos.
Los llevaron a la jefatura y después llamaron a sus padres. La noticia le da un espacio a los dichos de uno de los integrantes de La Santafesina S.A: "Lamentablemente estas cosas son cada vez más frecuentes. Los chicos en lugar de estar estudiando o jugando, se dedican a robar para juntarse unos pesos".
Chicos desesperados en Esperanza, una ciudad que dice ser otra cosa mientras muchos de los suyos, como estos tres pibes que ingresaron en la iglesia de marras, sufren los robos impunes que producen los poderosos que jamás son perseguidos por La Santafesina S.A.
Es una comunidad que destaca la historia de sus primeros colonos que diseñaron un mapa humano proclive a los proyectos individuales y colectivos. Pero el crecimiento de la curtiembre Meiners dividió la crónica social esperancina en un antes y un después. Como sucedió en varias ciudades y comunas de la provincia. Hoy, esa curtiembre, se llama Sadesa.
Igualmente, Esperanza se presenta como una ciudad progresista y pujante. Pero a partir de la muerte de Verónica Appelhans, el 27 de septiembre de 2000, el clima social y político cambió en la ciudad. Leucemia aguda en una nena de doce años.
Desde aquel momento la empresa todopoderosa estuvo en el ojo del huracán. Comenzaron los análisis de los residuos de la curtiembre y se encontró una alta concentración de cromo, material cancerígeno.
Por eso hoy el portal oficial del Municipio de Esperanza incluye un informe sobre la calidad del medio ambiente que lava la cara de la empresa y revaloriza a la ciudad. En el caso de Meiners o Sadesa se trata de la curtiembre que más exporta en la Argentina.
Hay millones de pesos que podrían ser destinados a cuidar el medio ambiente laboral, por un lado, y el externo, por otro. Sadesa tenía una facturación anual de 588 millones de pesos y 6 millones de ganancia pura. Tiene 1.060 empleados y según la revista “Mercado” es la “curtiembre líder en el país. Es controlada por la familia Galperín”. Ese volumen de ventas significa 1,63 millones de pesos diarios; 68.055 pesos por hora; a razón de 1.134 pesos por minuto. Cifras que confirman lo dicho más arriba, hay dinero suficiente para generar otro tipo de relación con la sociedad.
Pero nadie impone ese nuevo tipo de relación. Simplemente porque el poder de Sadesa es intocable, justamente en Esperanza, donde hay nenas que se mueren por contaminación impune y chicos de diez y once años que son rápidamente capturados como si se tratara de los grandes delincuentes de la región. Una postal más de la hipocresía argentina.
# Nota publicada en la agencia Pelota de Trapo (http://www.pelotadetrapo.org.ar/)
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