Como estaba previsto, en estos días la provincia serbia de Kosovo proclamó su independencia, y ahora, el auditorio político internacional está a la espera de cuáles serán los países que reconocerán esa independencia.
Esos reconocimientos son importantes y no obstante, son insuficientes para que esa provincia sea considerada como un país legítimo. La legitimidad internacional de Kosovo se producirá únicamente después de que sea admitida en la Organización de Naciones Unidas (ONU). La admisión de Kosovo en la ONU encierra dificultades. Según el artículo 4 de sus estatutos, la organización está abierta a los países dispuestos a observar sus estatutos y en condiciones de cumplir criterios establecidos por la ONU. Hasta aquí todo parece trasparente y absolutamente factible, pero el mismo artículo estipula: "el ingreso de cualquier país a la ONU se realiza mediante resoluciones de la Asamblea General por recomendación del Consejo de Seguridad (CS).
Por consiguiente, el CS, donde rige el principio del veto, se convierte en el organismo clave para la solución de los asuntos relacionados con el ingreso de un país a la ONU. En casos como este, incluso el organismo máximo, la Asamblea General, que se reúne anualmente, no puede pasar por alto la autoridad del CS.
La Asamblea General, sólo aprueba por mayoría simple los asuntos que no hayan motivado situaciones de conflicto en el seno del Consejo de Seguridad.
Y en el caso del ingreso de Kosovo a la ONU, existen discrepancias muy profundas en relación a la legitimidad de su independencia, y por ahora, y es muy poco probable que el CS pueda solucionar ese contencioso.
Rusia puede vetar sin ningún problema cualquier decisión relacionada con la problemática de Kosovo que no convenga a Moscú.
Mas o menos la misma postura, aunque públicamente más moderada ha adoptado China, otro miembros permanente del CS.
El reconocimiento de Kosovo por parte de China es poco probable porque desde hace más de 60 años ese país lucha contra el reconocimiento de Taiwán, un asunto en que las autoridades chinas no están dispuestas a ceder, y por consiguiente, no están interesados en que surja un precedente.
También son pocas las posibilidades de que la situación de Kosovo se pueda solucionar en el marco del Consejo de Europa (UE).
Actualmente, el reconocimiento de la independencia de Kosovo se desarrolla en abierta violación del principio de consenso que rige en la UE.
Al menos dos miembros de la UE, España y Chipre están en contra de reconocer la independencia de Kosovo, y los países que apoyan esa independencia sólo podrán limitarse a formar un grupo de Estados simpatizantes.
Esos simpatizantes presionarán con el peso de la mayoría el resto de los países adversos o indecisos, y en el futuro, esa presión tendrá consecuencias impredecibles, sobre todo para aquellos países que aspiran ingresar a la UE.
Algunos de esos candidatos tendrán que aceptar la voluntad de la mayoría en detrimento de sus propios intereses nacionales al tener situaciones parecidas a las de Serbia y Kosovo.
Entre esos países se pueden incluir países importantes para Europa como Georgia, Armenia, y Azerbaiyán, candidatos potenciales de la UE y al mismo tiempo miembros de Consejo de Europa, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE), la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y otras entidades pan-europeas.
A propósito, Kosovo deberá ingresar en esas instituciones, indispensables para los países europeos.
¿Qué puede ocurrir si Kosovo es reconocido por Estados Unidos, los ocho países principales de Europa y otro centenar de países de otras regiones del mundo?
Resultará la aparición de un país con un estatuto jurídico muy extraño y complicado en el actual sistema del Derecho Internacional.
Kosovo no será miembro de la ONU y quedará fuera del sistema de seguridad europeo, que por el momento se basa en la OSCE. Tampoco quedará bajo la jurisdicción del Consejo de Europa y sus estructuras jurídicas como el Tribunal de Derechos Humanos. También quedará fuera del marco del Oficina de Instituciones Democráticas y Derecho Humanos (OIDDH) de la OSCE.
En otras palabras, la aceptación por parte de ciertos países impedirá a Kosovo superar las barreras para su reconocimiento internacional y bloqueará su inserción en el marco del Derecho Internacional.
Al mismo tiempo, Kosovo permanecerá como una zona donde no se cumplen compromisos y garantías internacionales serias.
En base a esto, tanto para Europa, como para el resto de los países del mundo será un enigma si en Kosovo funcionarán los estatutos democráticos, si habrá elecciones libres y democráticas y también si se respetarán los derechos humanos.
Tampoco se sabrá el funcionamiento de institutos clave para el funcionamiento de cualquier Estado como por ejemplo, los asuntos relacionados con la seguridad y la defensa.
La región kosovar quedará fuera de la zona del control internacional, lo mismo que las actividades de aduana, instrumento indispensable para evitar que en Europa aparezca un "agujero negro" para la venta de contrabando de autos robados o artículos valiosos.
Actualmente, los países miembros del incipiente club de amigos de Kosovo se abstienen a responder sobre los interrogantes anteriormente planteados e incluso rechazan la posibilidad de que esos problemas existan.
Por ahora, los esfuerzos de los partidarios de la independencia de Kosovo están encaminados a contradecir el argumento expuesto por Rusia de que el reconocimiento de Kosovo es un precedente para otros conflictos como el de Abjasia y Osetia del Sur.
A Moscú le increpan constantemente de que no vale la pena reconocer la independencia de nadie más porque Kosovo es un caso único y no es un precedente.
Un planteamiento que se puede compartir si fuese universal y honesto.
En efecto, el caso de Kosovo es único y sin precedentes como también lo es Abjasia, y ambos, muy poco parecidos a lo que ocurrió y ocurre en Osetia del Sur.
El caso de Nagorno Karabaj tampoco puede incluirse en la lista de contenciosos étnicos comunes. Y tampoco tiene nada parecido el caso que se da en la región de Transnistria.
Vale la pena subrayar la exclusividad que tiene la situación en Timor Oriental y el conflicto eritreo que es mucho más anterior.
Mucha razón tuvo el clásico cuando dijo que: "todos los Estados que no han sido reconocidos han sido rechazados por muchas razones, mientras que todos los países reconocidos han sido aceptados de la misma forma". En concordancia con los estatutos de la Organización de Naciones Unidas.
Fuente: Ria Novosti, 20/ 02/ 2008.
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