En una entrevista realizada por la ANC, el ingeniero electrónico Víctor Bronstein, que estará a cargo del seminario “La crisis energética: Energía, Civilización y poder” que se realizará el 18 y el 19 de junio en el Centro de Capacitación de la Unión de Trabajadores de Buenos Aires (UTPBA), aborda temas tales como la situación actual del petróleo a nivel mundial y los nuevos escenarios petroleros en Latinoamérica.
– ¿En qué situación se encuentra el petróleo a nivel mundial?
– A nivel mundial se vive una situación novedosa que se evidencia en los altos precios del barril que ha alcanzado valores récords. Por primera vez en la historia, la oferta de petróleo va a tener problemas para satisfacer la demanda creciente. Por las características de la industria petrolera siempre la oferta superó por mucho la demanda. Esto hizo que para mantener cierto nivel de precios, las grandes petroleras se cartelizaran a partir del Acuerdo de Achnacarry de 1929. Luego, después de la crisis petrolera de 1973 y las nacionalizaciones que llevaron a cabo los países árabes y Venezuela, la OPEP se convirtió en el cartel que mediante un sistema de cuotas empezó a la producción para sostener el precio del barril. De esta manera, el precio del crudo que se había mantenido casi constante durante setenta años sufre grandes aumentos, pero producto de causas políticas.
Hoy la situación es completamente distinta ya que la demanda mundial está aumentando considerablemente por la incorporación de China e India a la “civilización industrial”, la cual se basa en la utilización de grandes recursos energéticos de origen fósil. En este contexto, el mundo se está acercando al punto de máxima producción o “Peak oil” que pone un límite a la capacidad de producción y puede generar una nueva crisis, pero que a diferencia de las crisis anteriores, no tiene su origen en causas políticas sino geológicas.
Hoy se consumen a nivel mundial aproximadamente 87 millones de barriles diarios y se calcula que para 2025 la demanda mundial será de 120 millones, pero con las reservas actuales no se sabe de dónde se va obtener ese petróleo para satisfacer la demanda. Esto explica que más allá de ciertos movimientos especulativos, el precio del crudo esté en una escalada que parece no tener techo.
– ¿Cómo abordan los medios de comunicación la problemática energética?
– En general en nuestro país la cobertura de los temas energéticos es bastante amplia, aunque no siempre se distingue los distintos niveles de complejidad de la problemática. Como dije antes, nuestra civilización y forma de vida se basa en un alto consumo energético, por lo que los medios tienden a concentrarse en las cuestiones coyunturales y de mayor impacto. Esto es comprensible, pero a veces se nota que no saben distinguir los distintos componentes que se engloban bajo la palabra energía. No todos los problemas tienen las mismas causas, y por lo tanto las mismas soluciones. Por ejemplo, no es lo mismo tener problemas con el abastecimiento de gas, cuyas causas son muy complejas y no pueden reducirse a un problema de tarifas e inversiones, que sufrir la falta de gasoil o vislumbrar problemas con el suministro eléctrico. A veces siento que se pone todo en la misma bolsa y debería afinarse un poco más el análisis para informar bien a la población.
– ¿En qué se basa el nuevo orden petrolero mundial?
– En realidad el orden petrolero mundial actual no es tan nuevo, surgió en 1973, lo que ha cambiado es el poder de los distintos actores que lo componen. En la industria petrolera se pueden distinguir tres grandes actores: países productores, empresas y países consumidores.
En los comienzos de la industria, a principio del siglo xx, las empresas y los países consumidores fueron los que tuvieron el poder y manejaron su dinámica, imponiendo sus condiciones a los países productores a través de las concesiones petroleras, que era un sistema que afectaba a la soberanía de estos países. La Revolución Industrial que comienza a fines del siglo XVIII y se expande durante el siglo XIX se basó en la utilización del carbón para alimentar a las máquinas de vapor. En general, EE. UU. y todos los países de Europa que participaron de este proceso tenían carbón, por lo que obtenían el recurso de su propio territorio. Con el petróleo como nueva fuente de energía la situación cambió radicalmente. El único país que tenía petróleo era EE.UU., pero Europa tuvo que salir a buscarlo imponiendo un orden mundial conocido como diplomacia petrolera, donde las embajadas apoyaban el desembarco de sus empresas en los países que contaban con reservas, como México y Venezuela en Latinoamérica, y los países de Medio Oriente que antes de la Primera Guerra conformaban el Imperio Turco Otomano.
Después de la Segunda Guerra esta situación comienza a cambiar y los países productores comienzan a luchar por sus derechos sobre el recurso petrolero. Este proceso culmina en 1973 donde se abre una nueva etapa en donde la OPEP comienza a jugar un rol fundamental. Lo que está cambiando hoy el mapa petrolero es que casi el 70% de las reservas petroleras se encuentran en Medio Oriente y que por lo tanto la participación de los países de la OPEP en la producción mundial está creciendo aceleradamente. Hoy los países OPEP producen alrededor del 35% de los 87 millones de barriles, pero dentro de 10 años van a producir más del 50%. También tenemos que contar a Rusia que tiene más del 50% de las reservas de gas del mundo. Esto explica muchas cosas de lo que pasa en el mundo: la invasión de EE.UU. a Irak, los acuerdos entre China e Irán, el renacimiento del poder ruso y su relación con China, entre otros ejemplos.
– ¿Cómo serán los nuevos escenarios petroleros en Latinoamérica?
– Latinoamérica es una región particular, ya que tiene en su seno países productores y consumidores y que, además, puede autoabastecerse energéticamente. En este contexto, espero que el nuevo escenario sea el de la integración energética latinoamericana. El gran productor petrolero de la región es sin lugar a dudas Venezuela, que cuenta con grandes reservas de petróleo y gas. Bolivia tiene también importantes reservas de gas, pero mucho menos que Venezuela. Brasil ha incorporado muchas reservas con sus últimos descubrimientos, aunque son off shore y su producción es mucho más cara y compleja. Desde el año pasado ha logrado su autoabastecimiento a partir de producir más de dos millones de barriles diarios, algo impensable hace algunos años. El tema es nuestro país, que fue pionero en el nacionalismo petrolero y en la creación de una empresa petrolera estatal, pero que desde la década de los noventa ha perdido el rumbo y todavía no lo ha recuperado.
– ¿Qué energías alternativas al petróleo se pueden utilizar?
– Lamentablemente, con la tecnología actual, ninguna de las energías alternativas está en condiciones de reemplazar al petróleo. Esto genera una incertidumbre importante respecto al futuro de nuestra civilización y nos obliga a pensar en nuevas formas de desarrollo que no estén sustentadas en el crecimiento económico.
El petróleo es una fuente única por su versatilidad, capacidad energética, transportabilidad y facilidad de almacenaje. Hoy, ni la energía eólica, ni la solar ni los biocombustibles son alternativas válidas para reemplazar al petróleo. La matriz energética mundial está compuesta por un 80% de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), nuclear 7%, hidroeléctrica 2,5% y donde las energías alternativas tienen un porcentaje insignificante. Acá es interesante analizar desde la comunicación como se están utilizando a las energías alternativas como una pantalla para tapar los problemas del agotamiento del petróleo. Por eso se las plantea como opción para reemplazarlo, aunque se sabe que esto es muy difícil. Esto es una estrategia muy clara por parte de los gobiernos para mantener un clima de confianza. Los medios de comunicación compran este discurso porque seduce pensar que podemos mantener nuestros niveles de consumo con energías limpias y renovables. Pero esto es una fantasía que no se sostiene desde el punto de vista técnico.
– ¿Usted cree que podrán acabarse las bases de petróleo a corto plazo?
– Teniendo en cuenta las reservas y el consumo actual, según British Petroleum tenemos petróleo para 45 años más o menos. Sin embargo, hay más petróleo por descubrir, aunque será de peor calidad, en lugares menos accesibles y con menos niveles de producción. Por eso, en lo inmediato, el problema no es el agotamiento del petróleo sino el fin del petróleo barato.
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