Reducir plazas, congelar la matrícula, convertirlas en instituciones técnicas y debilitar a su personal, son las formas de desaparecer el modelo educativo orientado a los hijos de campesinos. La Escuela Normal Rural Carmen Serdán en Teteles, Puebla, subsiste entre el desdén de las autoridades y la escasez de recursos.
Teteles de Ávila Camacho, Puebla. Los copaleros se secan en la casa de Heraclio Ramos, ya después serán barnizados. En tanto el artesano le da forma al barro sobre el torno, su hija Estela –la primogénita, de 18 años– recuesta en la hamaca a su hermana recién nacida.
Afuera, el horno está apagado. Los conejos se esconden en los rincones del traspatio para luego asomarse a la pequeña parcela de frijol y maíz. Como cada 15 días, Estela regresa a su casa y guarda su mochila para trabajar con su padre.
El alfarero mantiene a su familia de seis con la venta de piezas que no rebasan los ocho pesos. Al borde de la carretera, los orfebres venden lo que les deja el oficio: soles, alcancías, loza, macetas, cazuelas y jarrones de barro. En San Miguel Tenextatiloyan hay más de 8 mil personas dedicadas a la alfarería, el mayor número de artesanos en todo el país. No obstante, en promedio, su ingreso per cápita es de 40 pesos.
Del “lugar donde se come cal” –su nombre en náhualt– hay tres estudiantes en la Escuela Normal Rural (ENR) Carmen Serdán en Teteles de Ávila Camacho. Internado para señoritas, imparte las licenciaturas en educación primaria y educación secundaria con especialidad en telesecundaria. Sólo Estela ganó un lugar para ser normalista el último año. Quería ser doctora, pero la alfarería no es suficiente ni siquiera para pagar una institución pública, porque implica cubrir hospedaje, traslados y alimentos.
En el dormitorio de la normal, bajo su cama, Estela guarda floreros esmaltados y de loza vidriada; también son obra de su padre. Son regalos para sus compañeros. Es de primer año y la única en su familia que llegó a nivel superior. La mayoría, con escasos recursos, interrumpen sus estudios; para las jóvenes de San Miguel Tenextatiloyan no hay más opciones que contraer matrimonio o migrar.
No conformarse –dice Estela– es necesario, porque de no cursar la licenciatura en educación primaria, se dedicaría al campo y a la orfebrería de tiempo completo. Sus padres, Heraclio y María Luisa, se muestran orgullosos de ser artesanos, pero dicen que esperan que sus hijos sean profesionistas; la educación normal fue la única opción viable para Estela, como quizás lo será para sus hermanos.
Que Estela fuera admitida en la ENR Carmen Serdán es un logro que los padres presumen. Del total de 450 candidatas, sólo son aceptadas 100, matrícula que la Secretaría de Educación Pública del Estado de Puebla (SEPP) se rehúsa a aumentar.
Frente al cierre de la normal rural e internado Luis Villarreal de El Mexe, Hidalgo, y la intención de acabar con este modelo educativo –que ha documentado Contralínea–, los campesinos lamentan la falta de apoyo para las familias del campo: “Si la cierran, qué será de mis hijos”, dice Heraclio.
“Como educadoras –destaca Estela– queremos superarnos y ayudar a otros a superarse. Y es que ahí donde no hay agua, luz, clínicas ni caminos será el lugar donde vayamos a educar. El papel de la maestra rural no es sólo enseñar: es hacer lo que esté a su alcance para que la comunidad progrese.”
Sin embargo, las condiciones en que labora la normal rural Carmen Serdán son cada vez más precarias. No gozan ya de plazas automáticas y es ignorada la demanda de incrementar la matrícula. El desprecio de las autoridades educativas estatales es evidente: durante más de un año no hubo quien ocupara la dirección administrativa. El sostén de la normal fueron sus 463 alumnas.
Matrícula y plazas, ineludibles
Las exigencias de aumentar la matrícula, generar mejores condiciones de estudio y plazas laborales son peticiones que se oyen desde 1999. La SEPP ha rechazado sistemáticamente sus solicitudes. Argumenta que no hay vacantes en primarias ni telesecundarias. Dice que las estudiantes tendrían que someterse a un examen de oposición.
Calificadas por el entonces gobernador Melquiades Morales de “subversivas” y “comunistas”, las alumnas tomaron las oficinas de la SEPP y fueron detenidas con violencia. Además, se les denunció penalmente ante la Procuraduría General de Justicia por el delito de despojo y privación de la libertad.
En 2000 demandaron que se les otorgaran 140 plazas de manera automática, cuando la SEPP ofrecía 60 para las normales de toda la entidad. Con esos puestos, la ENR Carmen Serdán conservará su matrícula oficial de 469 alumnas. Pero fueron canceladas las plazas laborales para las egresadas. En 2003 se movilizaron para recuperarlas. No lo lograron.
“A raíz de ello –explica Reyna Ortiz, originaria de Hueytamalco y estudiante en la licenciatura en educación secundaria con especialidad en telesecundaria– se instrumentaron reformas como la presentación del examen Ceneval (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior) o del examen de oposición.”
En Puebla hay 12 normales urbanas estatales y 19 particulares. Reyna expone que todos los titulados concursan por la plaza, es decir, más de 800 maestros. La oferta de la SEPP ha ido decreciendo. La estudiante anota que hace tan sólo tres años se concursaban 23 plazas, cuando son 100 las egresadas de la normal. Saben que los puestos destinados a la ENR de Teteles son “desviados” tanto por la SEPP como por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Agrega que, incluso, las plazas “se venden”.
Y es que, para las autoridades educativas estatales y federales, ya no hacen falta maestros.
Reyna agrega que en la normal de Teteles se vive “una estabilidad engañosa”, pues en cualquier momento la escuela volverá a sufrir cambios que provoquen su desaparición: “Nos ven como un obstáculo para las políticas educativas que buscan la privatización. Esperamos que el tiempo y las gestiones respectivas favorezcan a la escuela”.
El SNT también presiona
Desde el 23 de febrero de 2007 y hasta mediados de mayo de 2008, nadie ocupó el puesto de director administrativo. El anterior funcionario renunció a los seis meses de haber llegado al cargo. Buscó un escaño en el Congreso local. Un año y tres meses después, el puesto fue cubierto por Neptalí Dante Nolasco Hernández.
Acerca del tiempo que estuvieron sin director, las estudiantes señalan: “¿Debemos esperar que esta inestabilidad escale a un problema mayor? ¿Con qué objeto? ¿Para que se haga responsable a las estudiantes de cualquier situación anormal y justificar así el cierre de los espacios políticos a la base estudiantil?”.
Luego de condenar los “intereses personales” que perjudican a la institución y manifestar su disposición al diálogo, las alumnas concluyen: “Será responsabilidad de las autoridades de la SEPP cualquier tipo de conflicto que derive de este problema”. Frente a la presidencia municipal, donde se encuentra la normal rural, todavía hondea la consigna que exige la instalación de directivos.
Sobrevive la lucha
La ENR Carmen Serdán de Teteles fue fundada hace 83 años. Imparte dos licenciaturas: en educación primaria y en educación secundaria con especialidad en telesecundaria. Adamaris dice que la ENR le permitió entender cuál es la verdadera misión de un profesor: velar por la población y ser maestro en los ámbitos académico, social, campesino, deportivo y cultural, los ejes que rigen la educación en las normales rurales.
Así lo demuestran los murales del plantel. Consignas bien delineadas en las paredes de la institución (como “Cuánto mejor es morir por algo que vivir por nada”) e imágenes de Ernesto Che Guevara, Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin enmarcan la institución. Sobresale una pintura que evoca a Carmen Serdán, saliendo al balcón con armas para repartir al pueblo y combatir al gobierno en las vísperas de la revolución.
Según consta en un comunicado de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, en 2005 se le impuso a esta normal rural un código disciplinario que “obliga a nuestras compañeras a ya no participar en eventos políticos, cuando sabemos que en México la libertad de expresión es un principio educativo” y un derecho constitucional.
Ya la entonces subsecretaria de Educación Superior de la SEPP, Rocío Moreno Viveros, declaraba que gracias al nuevo reglamento han logrado avanzar y trabajar de manera conjunta. En entrevista con Intolerancia Diario, el 17 de marzo de 2005, indicaba: “Ya no las queremos en las calles causando (y) haciendo desorden, sino con un trabajo permanente y con propuestas reales para enriquecer el sistema educativo”.
Sin embargo, la planta estudiantil se organiza, discute y actúa para defender el derecho a la educación gratuita. Incluso en la madrugada, si hay algo que informar, los comités visitan cada dormitorio para pasar lista y comunicar lo que sucede tanto al interior como al exterior de la normal.
Existe además el Grupo Activista Ernesto Guevara de la Serna que, entre otras actividades, recolecta noticias y organiza mesas de estudio.
Sin apoyos
Fueron las estudiantes quienes compraron el autobús que las traslada a sus prácticas. Para ello organizaron rifas, ahorraron. Habían gestionado con la SEPP la reparación de dos microbuses y la compra del camión, pero la respuesta nunca llegó, dice Andrea Itzel Sabino, de la licenciatura en educación secundaria.
“Tardamos en obtener lo que gestionamos –explica–; como en el estado hay 19 normales oficiales, la secretaría dice que deben atender a todas y no sólo a ésta. Sí tardan en darnos respuesta. Cada ciclo escolar se hace una petición y en el transcurso del año se va resolviendo. Necesidades que requieren una respuesta inmediata, tardan mucho tiempo.”
Están en la etapa de comprar semillas. Los campos humean y es ahí donde cultivan maíz, frijol y calabazas. Vendieron sus gallinas. Ahora tienen 17 cerdos y se turnan para alimentarlos y asearlos. Gracias a la Secretaría de Desarrollo Rural obtuvieron un tractor. Con la venta de las cosechas y animales, preservan sus modos de producción.
A la orilla de las aulas, sobre un pequeño monte está la casa del cuento, que acercaría a los niños de Teteles el hábito de la lectura. El proyecto no se ha hecho andar porque no hay recursos para adquirir los libros. Por otro lado, los talleres de conservación de alimentos y carpintería están abandonados por falta de maestros.
Aunque el sistema Edusat funciona –señalan estudiantes de la licenciatura en secundaria– no hay libros suficientes para realizar prácticas, tampoco para la licenciatura en primaria. Textos sobre escuela y contexto social, desarrollo infantil y bases filosóficas deben ser fotocopiados.
El apoyo económico que reciben las estudiantes se gasta en fotocopias. Han solicitado el material, pero la SEPP les responde que esos libros se han dejado de editar.
El presupuesto en 2005 para la institución –según la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP– fue de 7 millones de pesos. No obstante, el presupuesto por alumna –para desayuno, comida y cena– es en promedio de 50 pesos. Se les entrega 80 pesos mensuales, que se van en copias y materiales.
La sala de cómputo es insuficiente: cuentan con apenas 28 computadoras para más de 450 alumnas. En tanto, las actividades culturales (como la rondalla y el grupo de danza) deben ser solventadas por ellas mismas.
Andrea Itzel agrega que se planea mejorar las instalaciones del gimnasio. En el sector pedagógico se requieren más salas de medios y equipar la biblioteca, así como las instalaciones de agua y luz, pues hay fugas y los contactos requieren mantenimiento.
Contralínea solicitó entrevista con el secretario de Educación Pública del estado de Puebla, Darío Carmona García. Hasta el cierre de edición no hubo respuesta.
Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 01 de junio de 2008
El destino de las normales rurales, según las autoridades
Desde la reja se observa un patio solitario. Los 400 estudiantes están en clase. Es la Escuela Secundaria Técnica número 5. Sirve de internado para varones con bajos recursos; su banda de guerra ha viajado al extranjero y todavía trabajan los modos de producción.
Son las instalaciones que ocupó la Escuela Normal Rural Basilio Badillo en Zaragoza, Puebla, cancelada por las autoridades luego de las movilizaciones estudiantiles de 1968.
Pero no fue la única. De tajo, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mandó el cierre o la “transformación” de 19 normales rurales. En Puebla había cinco: las de Xochiapulco y Hueyapan fueron cerradas; las de Champusco y Zaragoza se convirtieron en escuela secundaria técnicas. La única que se mantiene en pie es la ENR Carmen Serdán, en Teteles Puebla.
O las desaparecen –señala Juan, de la normal rural de Tenería, estado de México– o las transforman en instituciones técnicas. Agrega que el objetivo del gobierno es formar técnicos a temprana edad. (PM)
Escuela Normal Rural Carmen Serdán
Año de fundación: 1925
Alumnas: 463
Candidatas a estudiantes por año: 450
Matrícula abierta: 100
Rechazadas: 350
Presupuesto anual: 7 millones de pesos
Beca mensual por alumna: 80 pesos
Computadoras: 28
Normalistas poblanos, casi sin oportunidades
Normales en el estado: 31
Urbanas estatales: 12
Privadas: 19
Egresados al año: 800
Plazas ofrecidas por la SEPP: 60
Maestros condenados al desempleo por año: 740
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