La descomposición de los partidos burgueses y oligárquicos y su descrédito, está provocando que los medios de comunicación asuman la dirección política de la oposición venezolana, en un fenómeno nuevo que parece extenderse a otros países, sostuvo el periodista y escritor Ignacio Ramonet en un reciente seminario en Suecia.
Ignacio Ramonet, ex director de Le Monde Diplomatique y cofundador y presidente de la organización no gubernamental Media Watch Global (Observatorio Internacional de los Medios de Comunicación), participó en el Foro Social Europeo en Malmö, Suecia, el pasado mes de septiembre. Ramonet, uno de los fundadores del Foro Social Mundial, inauguró el capítulo latinoamericano y participó en varios seminarios sobre medios de comunicación.
En una de estos seminarios, donde compartió mesa con los periodistas Pascual Serrano de España y Grover Cardozo de Bolivia, se refirió especialmente a la transformación de los medios de comunicación venezolanos.
Ramonet sostuvo que el caso de Venezuela debería estudiarse en todas las escuelas de periodismo, ya que está marcando una nueva dimensión sobre el papel de los medios.
“Los medios, en tanto que empresas, van a estar atentos en su relación con el poder en la medida en que esa relación puede ser provechosa económicamente para ellos, y ello determina la actitud que asumen, independiente de eso, en el caso de Venezuela creo que hay una dimensión superior”, señaló.
En Latinoamérica, indicó el periodista hispano-francés, “los medios de comunicación privados, masivamente, critican a los gobiernos que están tratando de hacer una transformación social con el apoyo de la sociedad”. Recordó que estos gobiernos están haciendo los cambios para los cuáles fueron electos y no han engañado a nadie, ya que esos cambios eran anunciados en sus programas de gobierno y fueron apoyados por proponerlos. “Están llevando a cabo, sencillamente aquello que han prometido que iban a hacer”.
Ramonet recordó que los medios de comunicación ya han jugado un papel en desestabilizar y promover golpes de Estados en el continente, pero es recién en Venezuela donde asumen la dirección política.
“Recordemos el caso de El Mercurio de Chile contra el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Globalmente podríamos hacer un catálogo semejante del trabajo de los medios. Igual ocurrió en Nicaragua durante el gobierno sandinista (1979-89) con la actitud del diario La Prensa de la familia Chamorro. La Prensa realizó un hostigamiento sistemático contra las reformas del gobierno sandinista hasta conseguir que fuera desacreditado. Recuerdo en particular el caso de los indios miskitos. Se desató toda una emoción planetaria sobre el caso de los miskitos. Después de la derrota electoral de los sandinistas, se dejó de hablar de ellos y los miskitos han desaparecido”.
Venezuela tiene un carácter matriciado
Ramonet insistió en el carácter innovador del papel de los medios de comunicación en el caso venezolano. Hizo un repaso del proceso político de este país desde que Hugo Chávez ganó las elecciones en diciembre de 1998. ”Esta elección marca el final de casi 40 años de la dominación de la vida política venezolana de los dos partidos tradiciones, el socialdemócrata Acción Democrática (AD) y el Partido Socialcristiano (Copei), que se reemplazaban en el poder”.
”En esas elecciones, estos dos partidos desaparecen prácticamente, por la incapacidad demostrada en volcar la riqueza del petróleo a toda la sociedad, por la corrupción, etc. Entre los dos apenas alcanzaron el 10% de los votos”.
Recordó que al principio de su gobierno Chávez contó con grandes apoyos, hasta de las clases acomodadas. “Hasta la oligarquía venezolana apoyó entonces a Chávez. Él lo cuenta a menudo y dice que recuerda como se sucedían en su despacho la visita de millonarios venezolanos que venían a ofrecerle un apartamento magnífico, el vehículo que quisiera, tal o cual ventaja. Por supuesto que no aceptó nada de eso, y cuenta que no imaginaba que ese tipo de proposiciones fueran posibles”.
Ramonet insistió en subrayar que esas clases acomodadas conocían el programa de Chávez, pero “tener un programa y aplicarlo eran dos cosas muy diferentes en América Latina y hasta en Europa. Muchos dirigentes se hacen elegir en base a un programa y gobiernan en base a otro”.
De esa manera pensaban, que “lo iban a convertir en una marioneta como a muchos presidentes anteriores” y que iba a olvidar su programa. “A medida que lo iba aplicando iba creando insatisfacción, en las clases acomodadas que lo habían respaldado. Poco a poco comenzaron a separarse de Chávez”.
“Ahí empieza la guerra fría cuando los medios pasan a ser el único recurso de la oligarquía venezolana para atacar al presidente Chávez, porque los partidos tradicionales prácticamente no existen más. Los dos partidos de la oposición estaban en descomposición y lo siguen estando ahora, 10 años después”, enfatizó Ramonet. “Los dos partidos no tienen ya crédito social, y las fuerzas económicas de Venezuela van a apoyarse en los medios para que éstos empiecen una campaña contra el presidente”.
Como en el resto de América Latina, los grandes medios de comunicación de Venezuela pertenecen al sector privado y por consiguiente a grupos económicos muy importantes. Por ejemplo, una de las mayores fortunas del continente es del grupo Cisneros de Venezuela, propietario de diarios y televisoras.
Falta de credibilidad
Ramonet ilustró el cambio de orientación de los medios y la falta de credibilidad con una anécdota que lo involucró a mediados del 2001 cuando el diario El Nacional –uno de los de mayor tirada del país– publicó en portada una supuesta entrevista que le habrían realizado en México.
Recordó que al principio del primer mandato de Chávez, El Nacional, que representaba a una socialdemocracia ilustrada, apoyó al presidente. En la misma medida que las clases acomodadas se fueron apartando del proceso, el diario comenzó a atacar al presidente hasta niveles insospechados, con mentiras, argumentos falsos, tergiversaciones, invenciones y exageraciones.
“En el 2001, un día unos amigos me llaman y me comentan que el diario El Nacional de Caracas acababa de publicar en primera plana, una entrevista que me habían realizado en la que decía que el presidente Chávez era la persona más vulgar que me había encontrado en mi vida, que era un personaje no fiable, y que no era inconcebible que se le hubiera confiado la dirección de un país.
Yo les contesté que nunca había dicho eso, y que no había hecho esas declaraciones. Me insistieron en que el diario sostenía que un periodista me había hecho una entrevista en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y daba unos detalles muy precisos. Yo había estado en San Cristóbal en esos días, hice un libro de conversaciones con el subcomandante Marcos, di algunas entrevistas, pero insistí en que yo no puedo haber dicho eso, porque no lo pensaba. Me sorprendió que El Nacional, conozco muy bien a su director, haya publicado esa entrevista sin consultarme, para verificarla les comenté.
Hago una investigación y muy pronto descubro que esa entrevista la escribió un estudiante mexicano de periodismo de una escuela de San Antonio de Texas, que estaba trabajando en una tesis sobre la poca credibilidad de los periódicos latinoamericanos. Para demostrar esto, que publicaban lo primero que se les presentaba, inventó esa entrevista, nunca me había visto, y se la propuso a varios periódicos.
Llamé al director de El Nacional, le expliqué lo que había pasado y pedí que desmintiera la entrevista. Publicaron el desmentido 3 o 4 días después en una página perdida y en unas cinco líneas”, concluyó.
“Esto da la idea como se modificó la atmósfera en Venezuela y como los medios eran capaces de utilizar cualquier elemento para intentar desacreditar al presidente”. Pero para Ramonet, el papel de los medios no queda en los intentos de desacreditación del gobierno, y sostuvo que esos mismos dirigentes de medios “son los que participaron en la concepción, elaboración y participación del golpe de Estado de abril del 2002 que consiguió derrocar al presidente Chávez por 36 horas”.
“Esto es lo diferente, el hecho de que los medios sustituyen a los partidos políticos y que los medios asumen la dirección o quieren asumir colectivamente la dirección de la oposición política, con la pretensión además de organizar el derrocamiento de un presidente democráticamente constituido”.
El escritor, investigador y periodista denunció a su vez que una vez que los medios de comunicación de Venezuela emprendieron esa campaña, recibieron de inmediato la solidaridad corporativa de los grandes medios internacionales.
“Ocurrió una especie de fenómeno de la “ormetá”, la ley del silencio de la mafia y de solidaridad en la venganza. Los medios internacionales, sin buscar ningún tipo de explicación, se solidarizaron por reflejo corporativista, con los medios privados de Venezuela, y reprodujeron todos sus argumentos contra Chávez, sin verificar sobre el terreno lo que se sostenía en las críticas al gobierno”.
“Yo vivo en Francia y debo decir que un periódico como Le Monde, que tiene una gran experiencia y tradición, presenta un cero en profesionalidad cuando informa sobre Venezuela, porque participa de todas las campañas, las más violentas, contra el gobierno del presidente Chávez. Jamás ha publicado un texto objetivo que haga el inventario de las realizaciones positivas del gobierno”.
En su denuncia contra los grandes medios, Ramonet les lanzó una pregunta de que deberían hacer a la hora de sumarse a la campaña contra Chávez y es “porque ha salido victorioso en 11 confrontaciones electorales”.
El papel de dirección de los medios de comunicación venezolanos en las campañas reaccionarias y derechistas comenzó a ser imitado por los medios de otros países.
“Después de Venezuela hemos visto la misma actitud agresiva de los medios contra el gobierno de Ecuador, y ahora muy violentamente contra el gobierno de Bolivia. Curiosamente son los mismos periodistas de los medios internacionales los que tienen esta actitud”.
“Creo que esto es un cambio estructural, donde los medios de comunicación de esos países quieren convertirse ser la verdadera oposición al gobierno”, resumió Ramonet.
Nota publicada en el portal de la FELAP (www.felap.info)
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