Morelia, Michoacán. “Vi muchas mujeres lesionadas que estaban siendo agarradas por policías; corrí a auxiliar a las compañeras que estaban tiradas por efectos del gas, que provoca como asfixia. Escuché dos disparos y vi al policía que los había emitido. No sé hacia dónde dirigió el primer disparo, pero el segundo me tocó a mí, en la mano.”
El joven normalista habla desde un modesto hospital donde convalece de las heridas recibidas en la carretera Morelia-Pátzcuaro, durante la detención de 139 estudiantes de 15 entidades federativas el pasado 27 de noviembre. Platica con tranquilidad. Su mirada va de una mano a otra. La izquierda, vendada, fue traspasada por una bala que rompió cartílago, huesos y tendones. La derecha, inflamada y contusa, recibe el suero que de manera intravenosa se le inyecta al muchacho. Aún no sabe si el médico tendrá que amputar.
“Corrí mientras me desangraba. Vi cómo un helicóptero nos disparaba. No sé si eran balas de goma; pero nomás veía cómo los compañeros caían”. Habla en voz baja. Solicita que su identidad no sea revelada por temor a represalias.
“Me escondí en un carro que ya estaba destrozado, pero el helicóptero me seguía disparando. Entonces me fui a una pipa y el helicóptero se dio la vuelta. Así, ya mis amigos de la Normal me socorrieron y buscamos apoyo para que me atendieran, pues había perdido tal cantidad de sangre que casi estaba inconsciente.”
Al pie de la cama, sus compañeros estudiantes encargados de su cuidado asienten en silencio. El herido, quien apenas supera los 20 años, agrega: “Dicen que sólo utilizan balas de goma, pero yo soy una prueba de que no sólo utilizan balas de goma. Y no sé hasta dónde los policías tengan la facultad de agredir a los estudiantes cuando hacen una manifestación”.
Conmemoran represión con otra represión
Se trata de uno de los más de 200 jóvenes lesionados durante el enfrentamiento ocurrido el pasado 27 de noviembre entre estudiantes y elementos de tres corporaciones policiacas del estado: el considerado cuerpo de elite Grupo de Operaciones Especiales (GOE), la Policía Estatal Preventiva (PEP) y la Policía Ministerial; las primeras, pertenecientes a la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán, y la segunda, a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Pero también participaron elementos federales: en el lugar se encontraban seis camionetas de la Procuraduría General de la República y cuatro de la Agencia Federal de Investigaciones.
Los hechos ocurrieron en el kilómetro 7 de la carretera Morelia-Pátzcuaro, a la altura de la colonia La Uruapilla. Los estudiantes pretendían marchar por las calles de esta ciudad capital para conmemorar una “represión” sufrida en 2002, cuando el actual gobernador del estado, Leonel Godoy Rangel, era secretario de Gobierno. Ahora, los manifestantes también planeaban repudiar la Alianza por la Calidad de la Educación, que impulsa en los estados el gobierno federal y la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, y demandar asignación de plazas.
Contingente y caravana eran encabezados por la escuela anfitriona: la Normal Rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Michoacán. Era seguida de representaciones de 14 normales rurales de igual número de estados de la república, con quienes integra la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). También se encontraban colectivos de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y la Casa del Estudiante, del Distrito Federal.
El encargado del operativo, Mario Bautista, director de la PEP, les dijo que no pasarían. Los estudiantes aseguran que ellos formaron una comisión para negociar; pero, dicen, a una señal los policías respondieron lanzando piedras y gases lacrimógenos.
Al parecer, la orden del gobierno del estado era impedir que se realizara la manifestación de la FECSM, la cual estaba encabezada por su propio Comité Central, que se encuentra durante este año en la escuela de Tiripetío.
Las mujeres estudiantes no pudieron huir porque se encontraban dentro de los autobuses que integraban la caravana. Así, los policías pudieron detener camiones repletos de jóvenes normalistas, a quienes, según los videos disponibles en distintas páginas de internet, patearon y golpearon con macanas al momento de su detención y sin que las jóvenes opusieran resistencia.
Las negociaciones
El argumento de las autoridades para impedir el paso a la manifestación –expresado en el boletín 331/08, emitido por la PGJE– fue que los uniformados “pretendieron liberar a los automotores retenidos”. En efecto, por la mañana los estudiantes habían tomado 21 autobuses con los que se trasladarían a Morelia y que devolverían, a decir de ellos, como cada año, al concluir la movilización.
Al final del enfrentamiento, la policía se había llevado a 130 mujeres y a nueve hombres. Por su parte, los estudiantes habían retenido al policía Ignacio Gil y habían recogido 24 armas, entre largas y cortas, como una prueba de que los uniformados “no tenían intención de dialogar, sino de reprimir”.
En las primeras horas del 29 de noviembre, y luego de intensas negociaciones entre los estudiantes y el secretario de Gobierno, los normalistas entregaron las armas y liberaron al policía. A cambio, alrededor de las dos de la madrugada, en la Barandilla de la PGJE, las autoridades liberaron a las 130 mujeres. Las estudiantes habían pasado casi 36 horas en manos de la policía.
Sin embargo, los varones fueron trasladados al Centro de Readaptación Social (Cereso) de Mil Cumbres a las afueras de esta ciudad, consignados por los supuestos delitos de robo, lesiones, “daño en las cosas” (sic), motín, desobediencia y resistencia de particulares, según el boletín citado de la PGJE.
Dos madrugadas después, Edy Gámez Mateos, Adalberto García Ortiz, Rodrigo Talado Rodríguez, Francisco Calderón Monge, Leonardo Raúl Ortiz Flores, Omar Agustín Vidal, Ernesto Martínez Dorado, José Antonio Rodríguez Santos y Francisco Choca Colín fueron formados a las afueras del penal para que se les dictara su liberación condicional. Representantes de la FECSM, asesorados por profesores ligados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en el estado, encabezaron las negociaciones.
Por cada alumno se debió pagar la cantidad de 91 mil 450 pesos. Así, la CNTE y una docena de organizaciones sociales realizaron colectas entre sus agremiados a lo largo del domingo para sufragar las fianzas que, en total, ascendieron a 823 mil 50 pesos.
Apenas salió el primer muchacho –alrededor de las dos de la madrugada del lunes 1 de diciembre–, una madre vieja de chal raído le dio el encuentro. No hubo palabras: sólo un largo abrazo y sollozos. Todos lucían golpeados y adoloridos. Formados a la entrada del penal, los custodios aún se burlaban de ellos.
Algunos de los jóvenes no fueron recibidos por sus familias. Se trata de aquellos que provienen de los lugares más apartados de la entidad y de quienes son originarios de otros estados de la república.
Tal fue el caso de Rodrigo Talado Rodríguez, quien destacaba de entre todos por la visible severidad de la paliza sufrida: cabeza vendada, nariz fracturada, bolsas de sangre en las ojeras y labios hinchados.
Al salir, Adalberto García Ortiz inmediatamente tranquilizó a su familia que angustiosa lo esperaba: “No pasa nada”, les dijo. Sonrió, abrió los brazos y dejó que lo abrazaran.
Con la salida de los varones del Cereso, se concluyó la liberación de todos los detenidos, quienes denuncian violaciones a sus derechos humanos no sólo al momento de su detención, sino también una vez que habían sido aprehendidos.
Vanesa Rojas, estudiante de quinto semestre en la Escuela Normal de Especialización, del Distrito Federal, dice que, después de la detención, las 130 mujeres fueron trasladadas en un solo camión a la Barandilla de la PGJE.
“Las compañeras que venían hasta adelante del camión recibieron muchos golpes durante todo el trayecto. Cuando llegamos a la Barandilla, nos bajaron a golpes. En ese momento no sabíamos a dónde nos habían llevado ni por qué.”
La alumna, integrante de la Casa Nacional del Estudiante, agrega que durante las 36 horas que estuvieron retenidas entraban policías a su celda para insultarlas y tomarles fotografías.
“Entró un camarógrafo. Le preguntamos quién era y nos dijo que de Gobernación. Él también nos insultó. Le dijimos que estaba violando nuestros derechos y respondió que nosotras y la ley nos podíamos ir muy lejos.”
Vanesa Rojas dice que fueron obligadas a declarar sin un abogado presente. Señala que los abogados de oficio ni siquiera les dijeron de qué las acusaban. También recuerda que no se les dio alimento alguno en todo el tiempo que permanecieron detenidas.
“Cada quien recoge a sus heridos”
Anastasia López, de la Escuela Normal Rural de Cañada Honda, Aguascalientes, convalece, al momento de la entrevista, en el área de dormitorios de la Normal de Tiripetío. No puede caminar y apenas puede mover los brazos. No logra contener el llanto por dolores en la zona hepática.
Dice que se encontraba dentro de un autobús junto con sus compañeras de estudios cuando policías quebraron vidrios y lanzaron al interior una granada de gas lacrimógeno.
“Me aventaron. Al momento de bajar, me tiraron y me dieron un golpe muy fuerte en la espada y perdí el sentido. Cuando volví otra vez ya no me podía mover y lo policías decían que no tenía nada. Querían que me levantara, pero no podía. Dijeron que corriera, pero como no podía ni moverme, me llevaron arrastrando.”
La estudiante, de unos 21 años, habla trabajosamente entre jadeos de dolor. Dice que al final los policías que la llevaban arrastrando la dejaron en la carretera. Minutos después, los estudiantes la rescatarían y la llevarían a la enfermería de la escuela.
En los dormitorios de Tiripetío convalecen alrededor de 10 mujeres más con lesiones provocadas por piedras y macanas. Se trata de normalistas de Cañada Honda, Aguascalientes, y Tamazulapan, Oaxaca.
Talado Rodríguez, de 19 años y estudiante del primer semestre de la licenciatura en educación primaria en la Normal de Tiripetío, señala que fue pateado por un grupo de policías hasta que casi quedó inconsciente.
“Traigo 15 puntadas en la cabeza, la nariz fracturada. Me golpearon con palos y piedras y todo lo que traían. Lo que más alcancé a percibir fue el palazo en la nariz. Fue un palo grueso.”
—¿Te golpearon también durante el momento en que estuviste detenido?
—Pues nomás cuando entré al Cereso, porque como ya me veían muy madreado, pues luego ya a mí no me golpeaban.
El comunicado 331/08 de la PGJE da cuenta de los policías lesionados: 15 del GOE, 13 de la PEP y 14 de la Ministerial.
Acerca de la falta de información sobre los estudiantes heridos, Jonathan Arredondo, titular de Enlace de Comunicación Social de la PGJE señala:
“Cada quien se lleva a sus muertos y heridos; por eso no sabemos nada de los estudiantes”.
Cuestionado acerca de la negociación entablada entre estudiantes y autoridades para la liberación de los presos, asegura no saber nada.
—El boletín emitido por la Procuraduría dice que las autoridades recuperaron 24 armas, ¿cómo lo hicieron?
—Bueno, pues… las encontraron tiradas en el piso, y otras estaban en las camionetas que fueron quemadas –dice titubeante.
—Se rumora que hay una orden de desalojo de la Normal.
—No lo sé. No sé nada acerca de esa información.
Por medio de este funcionario, se solicitó entrevista con el procurador general de Justicia del estado, Miguel García Hurtado, sin que hasta el cierre de edición hubiera respuesta. También se buscó al secretario de Gobierno, Fidel Calderón Torreblanca, por conducto de su secretaria Mónica Villaseñor. Asimismo, se solicitó a Karina Lizeth Chávez Rojas, directora de Información y Prensa del gobierno de Michoacán, entrevista con el gobernador Leonel Godoy. Sin embargo, en el gobierno michoacano no hubo quien quisiera hablar de los hechos ocurridos el 27 de noviembre.
“Formadores de conciencias”
—Dónde te gustaría dar clases cuando termines tu formación como maestro.
La pregunta lo saca del hospital donde está postrado. Levanta su mirada. Ya se encuentra en los cerros desgastados por el arado de donde es originario.
—Cualquier zona es buena. Lo importante es ejercer el papel de maestro y de formador de conciencia, que es en realidad lo que somos. Soy originario de una zona rural y conozco la pobreza, donde precisamente hacen falta maestros rurales.
Los cinco ejes del normalismo rural
Académico: cumplimiento del plan de estudios formal y de la currícula exigida por la Secretaría de Educación Pública y secretarías de educación estatales.
Módulos de producción: desarrollo de habilidades aplicadas a proyectos agropecuarios: siembra de milpas y huertas y crianza de ganado bovino, caprino y otros.
Cultural: los alumnos deben inscribirse en al menos dos actividades culturales organizadas en clubes: música (rondallas, tríos, grupos de folclor latinoamericano, tropical, banda de viento); danza (regional); payasística, y talleres y oficios (carpintería, herrería, electricidad).
Deportivo: los estudiantes se preparan para competencias y torneos anuales entre las normales rurales del país. Los deportes practicados: futbol soccer, natación, atletismo, voleibol y básquetbol.
Político: actividades académicas y políticas a cargo de la FECSM, representada en cada escuela por un comité estudiantil. Se estudia el marxismo leninismo y se analiza la situación política y social del país y los estados.
Las escuelas normales rurales han tenido el respaldo de las comunidades aledañas porque han cultivado con ellas una relación durante décadas, a través de los cuatro ejes en los que no intervienen las autoridades oficiales: prestan sus herramientas y su fuerza de trabajo a los campesinos de la zona; ofrecen espectáculos de danza, música y teatro a las comunidades, y se solidarizan con las luchas sociales de pueblos y organizaciones que los rodean.
En palabras de un integrante del Comité Central de la FECSM: “Buscamos socializarnos con el pueblo, estar con el pueblo, trabajar con el pueblo.” (ZC)
Listos para defender el normalismo rural: FECSM
En entrevista con Contralínea, el Comité Central de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) señala que no se quedará “con las manos cruzadas” ante la intención de desaparecer las normales rurales.
Los representantes de la organización estudiantil, que cumple 73 años, señalan que ante los “embates” gubernamentales contra el modelo educativo socialista, del que son los últimos exponentes formales, iniciarán un periodo de agitación a nivel nacional.
Consideran que el enfrentamiento con policías estatales y federales ocurrido a siete kilómetros de Morelia el pasado 27 de noviembre pudo haber ocurrido en cualquier otro estado de la república donde se encuentra una normal rural.
“Lo que ocurrió aquí hubiera podido ocurrir en cualquier otro estado donde se encuentra una normal rural, debido al ataque directo que ya se les planteó a las mismas. Y ya no sólo a las normales rurales, sino al normalismo en general.”
Los estudiantes que ocupan las carteras del Comité Central conceden la entrevista en su escuela: Vasco de Quiroga, ubicada en Tiripetío, Michoacán. Fieles a su tradición de mantenerse en la semiclandestinidad, solicitan que sus identidades no sean reveladas.
“Sabíamos que el gobierno no se iba a mantener pasivo ante las acciones que estaba emprendiendo la Normal junto con las demás del país: la agitación”, señalan.
Al referirse al “golpe” contra la Normal de Tiripetío, consideran que es parte del acoso que los gobiernos estatales y federal mantienen contra el normalismo rural. “Esta vez fue una represión, pero (el embate) también es a través de políticas educativas”.
Los estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 22 y 28 años, dicen que si el objetivo de la represión era intimidar a los estudiantes para que claudicaran en la lucha, Leonel Godoy no tuvo éxito. “Como normalistas, y por la historia de la FECSM, tenemos muy clara la ideología que planteamos. Y dentro de nuestra ideología manejamos que nos podrán golpear, pero finalmente la dignidad será la que nos levante”.
La entrevista se realiza de manera colectiva. Ante las preguntas, toman la palabra indistintamente. Dicen que aunque no cancelan el diálogo con las autoridades, se han dado cuenta de que “ésa no va a ser la solución: se tiene que entender que, en ocasiones, tratar de tener una conciliación con el Estado no nos va a llevar a nada más que al apaciguamiento, y con ese apaciguamiento se tratará de desaparecer toda lucha social”.
La mayoría de los contingentes de las normales rurales de otros estados de la república se ha retirado. Recién abandonaron la escuela, los alumnos de Tenería, Estado de México, y Ayotzinapa, Guerrero, las cuales, junto con la de Tiripetío, son consideradas “los pilares” de la FECSM. Se observan cuadrillas de alumnos que, impetuosas, desmontan barricadas, lavan paredes, recogen basura. Dejan la escuela dispuesta para las actividades académicas.
El CC de la FECSM dice esperar más acoso. “La represión física y sicológica y el hostigamiento contra el sector estudiantil está presente y va a estar presente. Hemos reforzado la lucha por eso. Sólo nos queda seguir con la organización, seguir planteando nuestra visión de lucha y trabajar en conjunto con todo el sector estudiantil”.
Agrega que el gobierno federal ha dejado el titubeo que en anteriores gobiernos planteaba. Ahora de manera abierta dice que busca desaparecer las normales rurales. “Ellos ya han replanteado el ataque hacia el normalismo rural y declaran directamente que el normalismo tiene que desaparecer, porque supuestamente ya no es necesaria la preparación de personas”.
Por la escuela también caminan los estudiantes lesionados. La enfermería ha sido rebasada por el número de heridos y por la gravedad de algunos pacientes. Sin embargo, los convalecientes serán trasladados a un hospital de Morelia hasta que sea día hábil.
Los representantes del “organismo nacional”, como también llaman al CC, al Comité Nacional de Vigilancia y al Comité Nacional de Orientación Política e Ideológica de la FECSM, enumeran las “trabas” que enfrentan las normales rurales: presión para reducir la matrícula de nuevo ingreso, cancelación de otorgamiento de plazas, disminución de las becas alimenticias.
Sobre la relación que mantiene la organización estudiantil con organizaciones políticas y sociales, los representantes dicen: “Tenemos la visión de que la lucha social no la podemos mantener retenida al interior de la escuela. Y no sólo debemos impulsarla hacia afuera: la lucha social tiene que ser un aglutinamiento general de todas las personas que trabajamos en este ramo”.
Acerca del “eje político” que mantienen todas las escuelas normales rurales señalan: “Nos permite conocer una herramienta muy importante de la que nosotros podemos hacer uso, llamada marxismo leninismo. Ésta herramienta permite crearnos una concepción del mundo bien planteada. A través de esa misma ciencia entendemos cuáles son las contradicciones que tiene este sistema capitalista. Al ir entendiendo el marxismo leninismo adoptamos un compromiso. Lo que también nos ha caracterizado es el espíritu de luchadores sociales que muchos normalistas han impulsado al egresar, como Lucio Cabañas, Misael Núñez Acosta, Francisco Javier Acuña y muchos otros”.
—Se ha dicho que las normales rurales forman cuadros para las guerrillas.
—El trabajo de la Federación es crear gente que en un primer momento sea conciente de la realidad en la que vive. Se les da también la herramienta a través de la cual tratarán de cambiar la situación en la que viven: la ciencia marxista leninista. La FECSM crea gente que tiene plena conciencia de la realidad en la que vive. Y luego a través de la formación política de cuatro años, pues se va creando un poco más de conciencia y van arraigando los ideales. La Federación ha creado personas que han entendido las contradicciones del capitalismo y se han creado una conciencia social tan grande que han decidido encaminar una lucha directa. Y pues sí, la gente que sale de aquí pudiera seguir el ejemplo de los camaradas Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas. Tratamos de que toda esa conciencia que nos crean dentro de la FECSM, los egresados la lleven en donde se encuentren.
—Se les ha acusado de mantener relación con el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente y el Ejército Popular Revolucionario.
—Todo lo que ha sido planteado de que tenemos relación con grupos armados es absurdo. La única relación que puede haber es de conciencia. De estas normales sale gente con plena conciencia de la realidad social. Y cuando se egresa: o se decide continuar la lucha de manera más plena como Lucio Cabañas o se busca el camino de Misael Núñez Acosta. Como normalistas no podemos tener una relación directa con ellos (los grupos armados). Nosotros somos estudiantes y existe un gran parámetro entre nosotros y ellos. Esa supuesta relación es parte de la difamación contra el normalismo.
Luego de la liberación de los últimos presos, la vida al interior de la Normal regresa a la cotidianidad. A lo lejos, se escucha el ensayo de la banda de viento de la escuela. Compás y armonía de sones michoacanos sirven de música de fondo para encargados de cocina y de módulos de producción, quienes afanosamente se entregan a sus tareas.
Acerca del movimiento social La Otra Campaña, que impulsa el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), señalan que “como Federación no somos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Pero vamos a estar siempre en constante apoyo a organizaciones sociales que estén pugnando por defender los derechos del pueblo. Si los camaradas del EZLN emprenden una lucha y esa lucha es justa, la FECSM estará apoyando”. (ZC)
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