El pueblo hondureño vivió momentos de fuerte tensión y fue brutalmente reprimido por el ejército, provocando muertos y heridos. Los golpistas impidieron que aterrice el avión venezolano que conducía al presidente Manuel Zelaya de regreso a Honduras y al Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel D`Escoto.
La dictadura hondureña no autorizó tampoco el aterrizaje del avión que conducía a los presidentes de Ecuador, Argentina, Paraguay y al Secretario General de la OEA, Insulza, quienes querían acompañar al presidente Zelaya. Debieron continuar hacia El Salvador.
Un ejército de cobardes y represores, transformado en tropas de ocupación de su propio pueblo, es indigno del pueblo hondureño. Los cómplices que apoyaron el golpe militar para instalar la dictadura son delincuentes a quienes sólo les interesa dominar al pueblo y someterlo. Deben ser juzgados por sus crímenes.
Entre los golpistas hay personajes de diversos ámbitos sociales, políticos, económicos y eclesiásticos, de pastores evangélicos y de la iglesia católica, como el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez y el vocero de la Conferencia Episcopal Hondureña, Mons. Pineda, Obispo Auxiliar de Tegucigalpa. Parece que algunos jerarcas religiosos han olvidado el mensaje del Evangelio de buscar la Verdad y la Justicia, y prefieren recostarse en el poder de turno. Lo hemos vivido y sufrido en muchos países durante las dictaduras militares pasadas y ahora en Honduras, vuelven a las andanzas.
Debemos rescatar y señalar a aquellos pastores que son coherentes con el mensaje del Evangelio y no han claudicado, comunidades de religiosos, religiosas, como la Diócesis de Copan, que ha publicado una carta donde denuncian “las graves violaciones de los derechos humanos, la forma violenta en que fue silenciada la Radio Progreso y otros medios de comunicación, las detenciones ilegales, el destierro de algunos compatriotas, los golpes y heridas sangrantes" "No más mentiras. Queremos que se nos diga la verdad. No más injusticias. Queremos el respeto a la integridad de la persona y a los Derechos Humanos. Queremos vivir en libertad. No queremos la represión". Hacen un claro llamado a la Paz, al diálogo y a restablecer el Estado de Derecho.
Hay silencios que se oyen y golpean la conciencia y es necesario hacer una lectura serena, de gobiernos que se han expresado tímidamente frente al golpe de Estado y que parecen consentir el golpe militar, como el presidente Obama quien se ha pronunciado en el primer momento por presión de los mandatarios latinoamericanos y después, mira para otro lado, sabe que el Pentágono y la CIA son los impulsores y sostenedores del golpe militar en Honduras.
Nos preocupa el presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, quien aparece desdibujado y sin una presencia clara y decidida frente a la situación que vive el pueblo hondureño.
Los hechos son evidentes, los golpistas desconocen la Presidencia de las Naciones Unidas y la OEA , no les preocupa las sanciones y expulsión de ese organismo. No tienen respeto a los presidentes latinoamericanos, impidiendo su entrada en Honduras.
Es urgente que los pueblos de América latina y el mundo se pronuncien con fuerza contra el golpe de estado en Honduras. Es una amenaza para todo el continente, un intento de volver a implantar la doctrina de seguridad nacional y el intervencionismo de EE.UU. en países de la región.
No hay casualidades, ni hechos aislados, esto responde a políticas impuestas para asegurar los intereses hegemónicos, políticos y económicos en el continente. Se debe convocar a una fuerte movilización continental para impedir que la dictadura se consolide. Es un llamado de alerta por las consecuencias de otros golpes militares que vuelvan a aparecer en el horizonte de nuestro continente.
El Presidente Zelaya demostró responsabilidad y coraje en el intento de regresar a su país. Los presidentes y representantes de la ONU y la OEA, asumieron la responsabilidad de buscar los caminos de diálogo y tratar de restablecer el Estado de derecho. No han sido escuchados por los dictadores.
La situación que se ha generado en Honduras no ha terminado; queda aún un largo camino de resistencia frente a la barbarie, a la represión y la falta de libertad en Honduras bajo la dictadura cívico-militar.
El pueblo hondureño no está sólo, lo acompañan millones de hombres y mujeres solidarios con su lucha por la Vida y la Libertad en América Latina y el mundo.
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