Luego del triunfo sandinista en noviembre pasado, Estados Unidos decidió congelar unilateralmente el programa Cuenta Reto del Milenio. Con ello, la nación centroamericana dejó de recibir 62 millones de dólares destinados al combate a la pobreza. Finalmente, el programa ha sido cancelado por Hillary Clinton sin mediar argumento alguno
Autor: Luis Beaton / Prensa Latina
Sección: Línea Global
12 Julio 2009
Fuente: Contralínea 139 | 12 DE JULIO de 2009
Managua, Nicaragua. La reciente cancelación de 62 millones de dólares de la Cuenta Reto del Milenio a Nicaragua demuestra que Estados Unidos mantiene en su agenda el uso de la ayuda como arma política para chantajear y someter a gobiernos que entorpecen sus planes, consideran analistas.
Congelada durante seis meses después del proceso electoral del pasado noviembre 2008, donde el Partido Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) barrió literalmente a sus adversarios liberales en 105 alcaldías municipales, de un total de 153, la cuenta dejó de existir el 10 de junio.
Por decisión de su junta directiva, encabezada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, fue suspendida la ayuda a una de las naciones más pobres del continente, junto a Haití y Bolivia.
La medida era como una muerte anunciada, opinan observadores. La Casa Blanca exigía que los nicaragüenses anularan los comicios municipales, una muestra del injerencismo que la mayoría rechaza.
Para esto contaban con el apoyo de sectores políticos encabezados por el excandidato a alcalde de Managua, Eduardo Montealegre, los cuales no dejaron de cabildear en Washington y en capitales europeas para “castigar” el gobierno sandinista alegando un presunto fraude.
En su más reciente intervención, el sábado 13 de junio, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, negó la existencia del plagio.
Cuestionó por qué las autoridades estadunidenses no se pronunciaron de igual forma en campañas electorales signadas por ese mal y en la que “triunfaron” sus candidatos.
El dirigente sandinista anunció la Cuenta del Alba (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) Solidaria por 50 millones de dólares, la cual, con apoyo de Venezuela y dentro del marco de la Alba, ayudará a los nicaragüenses ante el chantaje estadunidense.
En opinión del mandatario, actualmente Estados Unidos no puede hacer lo que le dé la gana en el mundo y han perdido la fuerza moral aunque tengan la fuerza material.
Ante miles de compatriotas que gritaban “¡Daniel, aprieta / al pueblo se respeta!”, el gobernante describió la historia de agresiones de los vecinos del norte, desde la época del filibustero William Walker hasta la guerra de agresión que le impusieron en la década de 1980.
Asimismo, se refirió a los ataques contra los gobiernos sandinistas y las amenazas contra el país cuando en el poder no ha estado el candidato de Washington.
Se están entrometiendo en nuestra política interna, advirtió, y seguimos documentando la actuación de sus funcionarios y en algún momento tomaremos las acciones que tenemos que tomar en estos casos.
Aplaudido por millares de compatriotas que enarbolaban banderas de Nicaragua, Venezuela y el Frente Sandinista, Ortega señaló que Washington no da una limosna ni entrega un regalo.
Subrayó que está abonando la deuda histórica que tiene con Nicaragua, y recordó la decisión de la Corte Internacional de Justicia en julio de 1986 para que Estados Unidos indemnizara a Managua por los daños de la guerra de agresión.
Mientras tanto, los aliados estadunidenses preparaban el terreno desde meses atrás para culpar a las autoridades de la suspensión de la ayuda, y desde el momento en que hicieron el anuncio, comenzó la algarabía antigubernamental.
Sin embargo, muchas voces se elevan en el país para defender la dignidad de los nicaragüenses.
El presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas, fue muy categórico en sus planteamientos al demandar la expulsión del embajador de Estados Unidos en Managua, Robert Callahan.
En su opinión, el diplomático debería ser puesto con sus maletas en el aeropuerto, por violar normas de comportamiento al decir en una conferencia de prensa que aquí hubo fraude electoral y debe ser corregido.
Es lo más absurdo, denigrante, un atrevimiento, una insolencia que viola las normas mínimas de comportamiento de un diplomático, señaló.
Para el procurador de Derechos Humanos, Omar Cabezas, la suspensión definitiva de la Cuenta Reto del Milenio constituye una violación a los derechos humanos de los pobladores del occidente del país.
Sostuvo que el gobierno del presidente Barack Obama decidió suspender la cuenta, no por asuntos electorales, como lo quieren plantear, sino por el rumbo de independencia y dignidad que viene impulsando el gobierno del poder ciudadano.
El coordinador de la bancada sandinista, Edwin Castro, dijo que, si bien no pide la expulsión de Callahan, porque sería darle importancia, “debería ya estar retirado de Nicaragua”, porque se ha involucrado en una serie de acciones incompatibles con su calidad de diplomático.
Aseguró que tienen bien documentadas cada una de esas acciones, como sus reuniones de “coordinación” de las estrategias políticas de Eduardo Montealegre en contra del gobierno sandinista, así como las reuniones en las que ha participado el primer secretario de la embajada en diversas ciudades del país.
El presidente de la Asamblea Nacional, René Núñez, dijo que no era necesario suspender la cuenta y castigar al pueblo por descontentos políticos.
“Independientemente de cualquier motivo político que tuviese Estados Unidos sobre esto, no era viable castigar al pueblo por razones de descontento político. No aceptamos, y condenamos el retiro de la Cuenta Reto del Milenio”, subrayó.
La presidenta del Parlamento Centroamericano, Gloria Guadalupe Oqueli, calificó la decisión como “una mala estrategia” de parte de la administración de Obama.
Agregó que Estados Unidos juega un doble discurso, pues por un lado dice brindar apoyo a los pobres y después unilateralmente lo suspende.
El balance de la decisión sobre la Cuenta Reto del Milenio evidencia, según analistas, el fracaso de la política de la Casa Blanca en Nicaragua, y como resultado, la recurrencia al chantaje y al injerencismo para lograr sus objetivos.
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