“Ya no basta con la muerte, pues puede darse por hecha./
La muerte ha sucedido. Sucede. Y pudre./
La muerte sigue y vuelve a suceder. Siempre./
La muerte de siempre también es otra cosa”.
on esta exclamación reiterativa empieza el nuevo libro de poemas, llamado “Zanja”, escrito por Fabián Guerrero Obando. Es el sexto pemario que publica; esto nos lleva a una primera constatación: Fabián está dispuesto a escribir solamente poesía y esa ya es una buena señal, puesto que nos sitúa frente a un poeta, por oficio y convicción.
Pero los poemas de “Zanja” son poemas tristes, poemas sin esperanza, sin ganas de luchar y de vivir: “¡Qué va a ser de mí, ahora que voy a morir, / Que moriremos? Poemas que nos llevan al mismo final: “Cementerio nocturno anegado en la lluvia. / Los muertos conversan entre sí / y disponen el cierre de todas las salidas”. Así nos quedamos todos encerrados en una misma y única certeza: la de saber que “una voz nos raya sobre la lápida nocturna”.
Sin duda, el libro “Zanja” tiene una gran calidad poética y una extraordinaria fuerza expresiva, consustancial al mensaje que el poeta quiere transmitirnos (además de que está editado en forma impecable por la Editorial Eskeletra). Pero al final de su lectura como que nos quedamos tristes, desarmados, ante los mensajes urgentes de la vida, que nos llaman a gozarla y a pelearla, minuto a minuto, precisamente para romper con los duros y permanentes presagios.
La vida es dura, Fabián, dura e indolente, pero la muerte no es la solución. Hay caminos hermosos que recorrer, paisajes para vivirlos y amor y fraternidad esperándonos a la vuelta de cada recoveco. Pienso que la poesía debe servirnos para vivir intensamente.
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