Actualmente se están discutiendo temas que son fundamentales para la actualización de la Educación Nacional, entre ellos el paso de los períodos trimestrales a los semestrales para dar mayor agilidad al sistema educativo.

Por la importancia que tiene el tema propuesto, OPCION ha invitado al Licenciado Edwin Guerrero, quien fuera por muchos años Vicerrector y Rector del Instituto Nacional “Mejía”, para que nos ayude a visualizar el tema en toda su magnitud.


 ¿Cuál es el problema de la semestralización?

 “En la mayoría de las universidades del país se usa el sistema de semestres para la aprobación de los diversos ciclos, hasta completar la totalidad de la carrera universitaria, que puede durar ocho, diez o doce semestres, según el plan de estudios de la profesión. Desde el punto de vista administrativo, de calificaciones, arrastre de materias etc., es mucho mejor la semestralización que la aprobación por años escolares, divididos en tres trimestres, sistema que está en vigencia actualmente en las universidades del país. Yo creo que el sistema de semestralización es interesante porque facilita el desenvolvimiento de la vida estudiantil; en cambio, desde el punto de vista pedagógico, puede resultar engorroso pues hay asignaturas que pueden ser aprobadas en menor tiempo y tienen que demorarse un semestre o más, con aportes o créditos semanales demasiados cortos, para alargar la carrera hasta un semestre, para entonces aprobar una materia que debería aprobarse en un semestre, porque hay materias a las que, si se las da más créditos semanales, pueden ser aprobadas en menor tiempo, por ejemplo: matemáticas, dos horas semanales en un pensum de estudios es demasiado poco para un estudiante universitario que tiene que demorarse tres trimestres para aprobar matemática uno, otros tres trimestres para aprobar matemática dos, etc.; mientras que si hace por bimestres, ya no con dos créditos semanales sino con cuatro por ejemplo, puede perfectamente aprobarse en dos bimestres todo el pensum de esa materia.

Yo creo que las universidades deberían tener un sistema ecléctico, si se quiere mixto, de bimestres y trimestres o semestres, de acuerdo a la asignatura, porque, por ejemplo, hay asignaturas como “Proyectos”; un proyecto que tiene que desarrollar un estudiante de agronomía o de arquitectura, no alcanza a realizarse en dos o en tres meses, sino que requiere por lo menos de seis meses, durante los cuales el estudiante tiene suficiente tiempo para realizar el trabajo y al final sacarle mayor provecho a su investigación. Las universidades deben estudiar la posibilidad de combinar semestres y trimestres, de acuerdo a las materias, porque hay asignaturas que pueden ser aprobadas más rápido, por ejemplo: psicología uno, psicología dos, pueden ser aprobadas en dos bimestres.

- ¿Pero los planes de estudios se elaboran de acuerdo a la duración de la carrera?

 Claro, esa es la manera tradicional, pero la concepción de la carrera universitaria ha cambiado, ahora se va aprobando créditos en las asignaturas necesarias para esa carrera, hay asignaturas básicas y hay otras que son de mayor profundidad y entonces tienen que adaptarse, no las asignaturas a los períodos, sino los períodos a las asignaturas, en este caso los profesores tendrían que sujetarse a un programa de estudios que llene su asignatura; el hecho de que un programa de estudios se apruebe en dos meses, en lugar de aprobarlo en nueve meses que serían tres trimestres, no significa que el alumno vaya a tener un menor conocimiento, sino un conocimiento más apropiado, aunque el sistema administrativo se complique un poco.


 ¿Hay otra forma de concebir esta planificación?’

 La otra forma de concebirla sería que el estudiante vaya aprobando créditos y asignaturas hasta que, una vez aprobadas todas las asignaturas, pueda terminar sus estudios universitarios.

Actualmente no se puede aplicar esto porque hay arrastre de materias, es decir si un alumno no ha aprobado todas las materias de ese año escolar, puede perder el año o quedar arrastrando materias, lo cual sería penalizar al estudiante que no aprobó todas las asignaturas, tomando en cuenta que hay carreras universitarias que demandan más tiempo y que también hay muchos estudiantes que se financian sus estudios trabajando al mismo tiempo, porque ya han formado su hogar o mantienen a sus padres, etc. Ellos no pueden aprobar todas las materias de un determinado pensum o año escolar y van aprobando de acuerdo a sus posibilidades: aprueban una materia en dos meses, otra en seis meses, etc., pero también hay estudiantes que tienen posibilidades y pueden aprobar en menor tiempo, por ejemplo: una carrera de seis años pueden hacerla en cinco.


 ¿Esta forma de llevar los estudios se puede aplicar en todas las carreras?

 Esto habría que estudiarse consensualmente entre los profesores de las diversas materias y las autoridades universitarias. Pero ninguna forma es imposible de aplicar, lo que hay que hacer es buscar la forma más adecuada para su aplicación, por ejemplo: si un alumno de medicina que tiene varias materias no aprueba una de ellas pierde el año, y esto no debería suceder, solamente debería quedarse de año en esa materia y seguir aprobando las otras y no perder el año en todas, como ahora sucede.


 ¿Esto se puede aplicar también en la Secundaria?

 Claro; te voy a contar una experiencia que tuve cuando fui Vicerrector del colegio “Mejía”: nos dimos cuenta de que había un número excesivo de materias, especialmente en quinto y sexto curso, en donde había hasta dieciséis materias, los alumnos tenían que traer cuadernos para seis o siete materias diarias; además detectamos que algunas materias se dictaban apenas en dos horas semanales, lo cual es muy poco, tomando en cuenta que, de acuerdo a los horarios, una hora se daba un día y otra hora se daba otro día; para el profesor era muy difícil completar un tema en una hora y a veces, si por alguna razón no tenía clases con un determinado paralelo en un día, perdía la mitad del trabajo de la semana y a veces de toda la semana, si por alguna razón no podía dar las dos horas de clase. Entonces resolvimos que no debía existir ninguna asignatura que tenga una hora semanal, todas debían tener mínimo dos horas y, si era posible, dos horas seguidas de clase, para que el profesor tenga el tiempo suficiente pata extenderse en el tema, aplicar una prueba o pedir opiniones y conversar con los alumnos. Posteriormente detectamos que algunas materias podían terminarse en un año, si les duplicábamos las horas de clase, por ejemplo: geografía se daba dos horas en quinto y dos horas en sexto: historia, dos horas en quinto y dos horas en sexto, entonces resolvimos dar cuatro horas de geografía en quinto con lo que se terminaba el plan de estudios de quinto y sexto, pero no se daba historia en quinto sino en sexto, pero cuatro horas, con lo cual disminuimos una materia; lo mismo hicimos con Filosofía, en sexto, así redujimos de quince asignaturas a doce, y luego se hizo otra reforma y se redujo a once asignaturas. Así se dio mayor facilidad a los alumnos para que aprueben su bachillerato. Eso ayudó, primero, a desminuir el número de asignaturas, que eran una carga excesiva; y segundo, a concretar mejor las asignaturas que estaban dispersas.