Juan...Quería contarte u episodio que, según tu estado de ánimo, podría ser risueño o dramático. O, quizá te provoque esa sensación de grotesco u tanto dolorosa...
Salí para comprar una muñeca por eso del día del niño que, aunque vos querés a los pibes todos los días del año, te inventaron una fecha para crearte un cargo de conciencia y, al mismo tiempo, un cargo más para el bolsillo... Pero ¿qué pasa? Que, como siempre, la tía Eulalía te dice con tono de reproche..."Cómo? ¿No le vas a comprar nada a la hija de tu amigo Arturito?". Y a partir de esa cariñosa reconvención ya ate empieza a laburar la conciencia y el sentimiento.
¿Un pibe sin juguetes el día de los pibes? Yo creo que el único que no quería a los pibes fue aquel Herodes, aunque había ordenado decapitar a todos los recién nacidos, más por quedar bien con los Césares que por mal tipo... ¿Te diste cuenta cuántos personajes cambian por quedar bien con los que mandan?...Mirá...yo conocí a un muchachito que cuando era ordenanza me compraba los cigarrillos como gauchada...El día que lo nombraron intendente de maestranza, no me daba ni un fósforo...
¿Te das cuenta, Juan? Nunca puedo controlar ese vicio de dispersarme cada vez que te cuento algo...Así, que, retornemos a la muñeca...Arranqué por la Florida peatonal, justamente, en las vísperas del acontecimiento... ¿Viste lo que es Florida? Están todos los mercaderes del templo con la yarará enroscada al cuello... Te venden hasta pulseras de cobre para el reuma, pero made in Taiwan, aunque según dicen, las propiedades curativas tienen alcance internacional...Todo es "made in"... Toda la berreta del mundo, pero con el sello de la procedencia que la hace creer que es mejor. Pelapapas made in Vancouver. Vinagres extraídos de los viñedos septentrionales de Eúfrates. Huevos duros provenientes de gallinas ponedoras de Laponia Occidental. Peines especiales para detener calvicies contraídas en el Bósforo. ¡Y pensar que por esta Florida paseaba la afrancesada pinta de Don Marcelo T....! Y vos sabés muy bien, Juan, que yo estoy con la democratización de los derechos civiles, aunque no sean peatonales...Pero...¿en esta Florida sabés que falta? Un punto cocinando chorizos javaneses con clorofila proveniente de dicotiledóneas fecundadas en las últimas estribaciones del Cáucaso.
Y así fue que, después de examinar muchas vidrieras, me decidí por uno de esos turbulentos sectores donde falta que te vendan un Primus a transistores...Al minuto me ví frente a una muchacha agradable propietaria de una sonrisa amaestrada. Lo mismo que el discurso...
– Buenas tardes, señor...Almizcle de Orán, despertadores con aerosol para desinfectar ambientes, botones fosforescentes para transitar por las rutas en horas nocturnas, rompenueces hidráulicos con silenciador...
– No, señorita...Muchas gracias...Yo quiero comprar una muñeca -apenas alcancé a musitar tímidamente.
– ¡Ah!...¡Una muñeca! -palmoteó con inusitado entusiasmo-Justamente ésa es nuestra especialidad...¡Venga, venga conmigo...!
Y casi me arrastró hasta una dependencia privada, sin abandonar su aire triunfante.
– Muñecas, muñecas...Elija usted...Aquí están todas las variedades...Todo lo que usted pueda imaginar en muñecas...
Juan...¡Vos ni siquiera te podés imaginar lo que era eso...!
– Mire esta rubia, señor...¿no es mona? ¿ve? La tiro al suelo y llora...
Y lloraba, Juan, te digo que lloraba...
– Ahora, le doy el chupete ¿ve? Ya no llora ¿qué le parece?
Y no lloraba más, Juan, te juro que no lloraba más...
– ¿Y esa morenita, señor? No, no tenga miedo...Hágale cosquillitas, aquí, debajo del brazo...¡Mire cómo se ríe!...¿No es divina, señor?
Si vieras como se reía la morenita, Juan...Te juro que a los diez minutos ese rinconcito era como el Borda de las muñecas...Una lloraba, otra se reía, una caminaba, la otra gritaba mamá, una japonesa comía arroz con palitos, una austriaca bailaba el Danubio Azul, una italiana cantaba O Sole Mio...Me quedé perplejo, Juan, mientras la vendedora se divertía con mi asombro...
– ¿Cuál se lleva, señor? Esta vale quince millones...Sí, si, viejos...¡eh...que no es para tanto. Esta que encera el piso , cuarenta y dos millones...Esta que recita la Divina Comedia en latín clásico, creo que cincuenta y dos cien...
Estaba atónito, Juan...Desconcertado...Me sentí viejo, muy viejo, o en una de esas pibe, muy pibe...
– ¿Sabe que ocurre, señorita? Todo esto es muy lindo...No sé como decirle, pero yo...quería una muñeca...¿se da cuenta?.
Una muñeca de verdad...¿cómo le podría explicar mejor? Que no tenga más de lo que tienen las muñecas ¿vio?...
¿Sabés que pensé, Juan? Que cada día que pasa nos están robando un cacho más de fantasía, un cacho más de imaginación, de candor...¡qué se yo! Ya ni los pibes perdonan...No, Juan, te repito que no eran muñecas, eran robots, espantosos robots que pretenden vivir, pero que no tienen corazón. Sólo en eso se parecen a las muñecas...Como en el fútbol, Juan...Empezaron con el pizarrón y los muñequitos hasta concluir con jugadores amaestrados, con robots manejados por titiriteros diabólicos...Como todo, Juan...Todo dirigido hasta hacer de vos un muñeco mecánico que cada día sueñe menos, que cada día piense menos, que aprenda a decir más "si, señor" que "no, señor", que tenga el derecho a gritar "soy yo" cuando recién funcione el control remoto...Como los barquitos que llevábamos al estanque y que ya perdieron la poesía de las velas...
– Señorita...usted perdone...Déme esa muñeca que está ahí, ésa que está triste, abandonada en ese rincón...Sí, la Caperucita Roja...Envuélvamela para regalo...Gracias.
Y es linda, Juan...Como la Caperucita del cuento...Sí, una muñeca, nada más que una muñeca de trapo...
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