El propósito del Gobierno, presionado por los círculos oligárquicos que lo rodean, pretende “borrar todo tipo de corporativización”, entiéndase esto como la intensión de afectar la unidad.
Estamos ante momentos y procesos nuevos que no se presentan homogéneos, sencillos, sino complejos y contradictorios, a veces incluso hasta adversos para los trabajadores y pueblos, para las organizaciones populares y las fuerzas de izquierda que apoyan el proyecto de cambio. La aprobación de varias leyes y decretos que afectan los intereses de los trabajadores y los pueblos, la soberanía y los intereses del país, que violentan la Constitución aprobada por la mayoría de ecuatorianos, son una muestra de ello. Si a esto le sumamos las violentas agresiones verbales a las organizaciones sociales y sindicales como la UNE, las centrales de trabajadores, a organizaciones estudiantiles como la FEUE y otras, el escenario es escabrosos.
A todas luces, el presidente Correa pierde el norte en estos temas y pone en riesgo la continuidad del proyecto democrático. El propósito del Gobierno, presionado por los círculos oligárquicos y de oportunistas que lo rodean, pretende “borrar todo tipo de corporativización”, entiéndase esto como la intensión de afectar la unidad, la fuerza y la capacidad de convocatoria de las organizaciones populares, buscan desprestigiarlas en el propósito de negarles representatividad, para sobre esa base crear una “representación” y “corporativización” que responda únicamente a los designios del gobierno y del Movimiento País. En ese sentido también van los ataques a fuerzas políticas revolucionarias como el MPD, y en otros momentos Pachakutik . Sobre todo el primero que ha recibido los grotescos y violentos ataques.
En las últimas semanas, esta actitud del Presidente Correa y PAIS ha sido condenada y rechazada por el movimiento popular organizado en diversas movilizaciones callejeras en todo el país, reclamando atención y rechazando las medidas que afectan sus intereses. Una sensación de frustración recorre en buena parte de los electores, mucha gente del pueblo hace un recuento de la traición de Gutiérrez y se pregunta si no está en marcha otra con el actual Presidente. Esta sensación se va generalizando, sin embargo, aún existe mucha expectativa en lo que puede hacer el actual Gobierno.
El sector de desilusionados y descontentos ha crecido conforme la crisis les va afectando y conforme la Asamblea ha ido aprobando una serie de leyes de forma apresurada, sin debates, ni consultas como se esperaba y en cuyos contenidos hay artículos que claramente afectan los derechos de los trabajadores, de los maestros, de pequeños comerciantes y otros sectores sociales.
De hecho existe un debilitamiento de la figura del Presidente, quien se ha visto en la necesidad de comparecer sucesivamente a varios medios de comunicación buscando mejorar su imagen.
En los factores del debilitamiento de la figura presidencial están sumados la crisis general, que se extiende en amplitud y profundidad y afecta a los más pobres, los ataques a las fuerzas populares y de izquierda que han impulsado el proyecto de cambio; y por otro lado, la enorme ofensiva que viene haciendo el imperialismo, Uribe Vélez y la derecha oligárquica criolla contra el Gobierno.
Al parecer el presidente Correa quiere lavarse de la campaña anticomunista que realiza el imperialismo vinculándolo con las FARC, insultando a la izquierda en el Ecuador, usando los mismos perversos y viles recursos que usa Uribe Vélez contra él. La referencia repetitiva y compulsiva a la “mediocridad” y a “la mafia”, tiene mucha similitud con la referencia a “terrorismo” y “terrorista” que le hace el gobierno colombiano. En ambos casos se busca estigmatizar, crear una imagen falsa, busca dispersar a la base social, crear temor a la participación política y generar un ambiente propicio para la criminalización de los movimientos y líderes sociales.
En este sentido, el presidente Correa comete un grave error que debe ser rectificado, pues las organizaciones de trabajadores, indígenas, campesinas, magisteriales, estudiantiles, de pequeño comerciantes, las mujeres, intelectuales de izquierda a los que hoy ataca han sido y son las fuerzas fundamentales de los procesos de resistencia y de lucha contra el imperialismo y el neoliberalismo, son estas fuerzas sociales y políticas la esencia de la tendencia democrática, patriótica, anti oligárquica y de izquierda. Han sido las fuerzas de izquierda y revolucionarias, a las cuales insulta, las que cuentan con un programa, con una fuerza organizada y capacidad de movilización, que actúan con una clara conciencia antiimperialista, de transformación de las estructuras del país. Han contribuido y defendido los cambios hasta aquí alcanzados y, sobre todo, tienen la disposición de avanzar en transformaciones más profundas.
Bien haría el gobierno en tener a su lado a estas fuerzas, pues la derecha acecha, conspira, se reagrupa y actúa interna y externamente, mientras su movimiento político, que no alcanzó el respaldo electoral que tuvo para la Asamblea Constituyente, se debate en contradicciones internas, aflorando los intereses de grupo y personales, pierde legitimidad y autoridad. Aspiramos a que el gobierno de Rafael Correa y su movimiento PAIS no sigan confundiendo los blancos de ataque en la izquierda y los movimientos sociales y sigan en la senda patriótica y progresista, y contribuyan a profundizar los cambios por los que ha luchado este pueblo.
Este contradictorio escenario convoca a las organizaciones sociales y de izquierda a actuar con mayor sagacidad e inteligencia con la que han actuado hasta hoy, en el propósito de consolidar la tendencia democrática y de izquierda, afirmando la conciencia antiimperialista, agrupando y creciendo en fuerzas para darle continuidad al proyecto de cambio revolucionario. Deben fortalecer su unidad, consolidar política y organizativamente su base social, ampliando su espectro de acción al conjunto de la tendencia, enarbolando las reivindicaciones más apremiantes de la gente, presentando y prefigurando siempre la alternativa de la Patria Nueva y el Socialismo.
En este sentido, rechazar los decretos y leyes que afectan los intereses de las mayorías, condenar la represión de que son objeto los estudiantes y los maestros por parte del gobierno es justo; plantear la reorientación del debate de otras leyes como la de organización territorial o la ley de educación superior es una necesidad en función de que los pueblos sean los protagonistas de las decisiones políticas, y tengan la capacidad y ejerzan su pleno derecho a expresar las criticas y hasta el rechazo a las limitaciones que presenta el gobierno.
La tendencia democrática, anti oligárquica y de izquierda viene de atrás, está forjada en cientos y miles de luchas de los trabajadores y los pueblos del Ecuador, donde un rol preponderante han tenido las organizaciones populares, los partidos y organizaciones de izquierda, y que a partir del 2007 fue engrosada con el aporte del Movimiento País y nuevos contingentes de hombres y mujeres del pueblo, que tienen gratitud hacia el Gobierno por lo que les ha dado.
Escenario contradictorio y complejo al que hay que encontrarle los caminos para continuar avanzando en el proceso revolucionario.
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