Autora de las denuncias más contundentes contra las distintas formas del intervencionismo estadunidense en América Latina, como la acción de las organizaciones no gubernamentales, en sus obras Código Chávez; Bush contra Chávez; La telaraña imperial y La agresión permanente, Eva Golinger exhibe los documentos ocultos en archivos de agencias y departamentos del país aún más poderoso del mundo que prueban esa injerencia. Sostiene que, como abogada, sólo se apoya en evidencias
En este momento hay una ofensiva imperial muy peligrosa contra la consolidación de la integración latinoamericana, por eso se incrementan los esfuerzos para neutralizar los procesos de cambio en la región, como el golpe de Estado en Honduras, advierte Eva Golinger, abogada, escritora y blanco de implacables críticas por su actitud antiimperialista. Expresa esa advertencia mientras admira la arquitectura del Centro Histórico de la ciudad de México. Toma aire y describe la sensación que le causa la ciudad más grande del mundo: “Quiero conocerla más a fondo y saber lo que viven los mexicanos. Aquí hay una riqueza de historia y de revolución; uno lo siente, lo huele, se ve en los rincones de los edificios”. La luchadora social abraza el Premio Nacional de Periodismo que le otorgó el Club de Periodistas. En su regazo resguarda la colección de todos sus libros, ésos que para miles de lectores son un referente obligado y que para otros confirman que es la vocera del gobierno de Hugo Chávez.
Eva nació estadunidense y venezolana en 1973 y se doctoró en derecho internacional por la Universidad de Nueva York. Desde muy joven combinó la práctica legal con el arte, disciplina en la que se graduó en la Universidad Sarah Lawrence, en Bronxville, Nueva York. Alterna su tarea como defensora de civiles que requieren de visa estadunidense con el rastreo tenaz de evidencia documental y testimonial que arrojen luz sobre las operaciones encubiertas del gobierno estadunidense en América Latina. Como usuaria de la Ley de Libertad de Información, la fama de esta joven creció cuando hizo públicos los pactos gubernamentales concertados a espaldas de los propios estadunidenses.
Ella se consagró a develar el origen de la propaganda contra iniciativas de política soberana en América Latina, que ofrecen “fuentes sin identificar” en centenas de artículos o reportajes, y a rastrear la reproducción, en medios de comunicación de todo el mundo, de la definición que hizo Condoleezza Rice de que “Hugo Chávez es una fuerza negativa en la región”. Su tenacidad logró desclasificar información que prueba que el gobierno estadunidense supo con anticipación los detalles del golpe contra el presidente venezolano en abril de 2002, que incluían planes para generar violencia en las manifestaciones, el arresto del mandatario y la participación activa en el golpe.
Explica que ella, como muchos latinoamericanos, se esperanzó con el proceso electoral de 2006 en México. Dice que en la región se creía que llevaría al gobierno a una nueva visión del poder, “pero al final no se logró por múltiples razones, de las que muchas no se conocen, o por lo menos con evidencias”. Opina que en este país, como en Honduras, “hay un pueblo que ha sido golpeado y excluido”, que intentó llegar al poder por la vía electoral, pero “se lo quitaron de las manos de forma descarada”.
Preocupa a la Golinger –como la llaman despectivamente sus detractores de Miami, Florida– el futuro inmediato de Panamá. Explica que el presidente Ricardo Martinelli, “un empresario multimillonario”, anunció en su primer discurso ante Naciones Unidas: “Panamá is open for business” (Panamá está abierto para los negocios). “¿Cómo es posible que Martinelli diga eso, pugne por un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y promueva la instalación de bases militares estadunidenses en su territorio cuando su pueblo sufrió un profundo trauma por la invasión militar de 1989?”, pregunta.
Recientemente, Eva Golinger dictó ponencias en la Federación Rusa y Bielorrusia. Le impresionó el “exagerado consumismo” del pueblo ruso y su afán capitalista, pues para ella el consumismo es “una enfermedad, un veneno que, si uno no se cuida, entra y vive en uno”. Observa que ya envenenó a gran parte de la generación de rusos pos Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Contrasta esa visión con su experiencia en Minsk, donde persisten los valores socialistas gracias a Alexander Lukashenko, quien para Estados Unidos es el último dictador de Europa, aunque para Golinger él representa la última esperanza en aquella región del mundo.
Eva, que conoce bien los países de la Unión Europea, reclama que Italia y Francia –cuna de la primera gran revolución social de la historia y de la Comuna de París– no se unan para luchar contra la crisis actual.
Considera que los ciudadanos de América del Sur y del centro del continente “estamos mucho mejor preparados para enfrentar los efectos e impactos de esa crisis financiera, también política y moral”.
Obama: el lavado de imagen
El joven rostro de esta mujer se endurece cuando habla de las expectativas de cambio que despertó entre la comunidad internacional la presidencia de Barack Obama. Para Eva Golinger, el arribo del demócrata a la Casa Blanca “trajo un lavado de la imagen estadunidense y representó una seducción total” que se expresa en la Obamanía en Rusia. Esa tendencia le preocupa porque Rusia sufrió agresiones y guerra de Estados Unidos por décadas y ahora cae en lo que llama “la trampa y seducción de una figura presidencial”, que cambia de color y de discurso, pero con acciones iguales “o, incluso, peores que George Bush”.
Por eso, Eva considera que los europeos están más retrasados que América Latina. Afirma que en los últimos 10 años, los latinoamericanos construyeron un nivel de integración que no existía; Venezuela se distanció completamente de las instituciones financieras internacionales, y construyen nuevas los miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba). “Estamos en el único camino que es para asegurar el futuro de nuestra generación en América Latina”, subraya la abogada.
Asegura que el modelo de democracia que construyen Venezuela y los países de la Alba se asemeja al que propuso Abraham Lincoln –a quien Hugo Chávez suele citar–, que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Agrega la también venezolana que en 2010, el gobierno del presidente Chávez ingresa en una etapa nueva, luego de 10 años de haber construido la estructura de la revolución económica con misiones sociales que atienden la miseria y promueven el desarrollo con más educación y cooperativas. Opina que ése es el camino que siguen los bolivianos, como también lo hacen Nicaragua, El Salvador y Uruguay pese a las presiones de Washington.
El enemigo interno
Para la escritora, éste es un momento muy interesante, porque nunca se pensó que la comunicación y la información asumirían tanto poder sobre la sociedad. Considera que el capitalismo, con los empresarios de los medios, ocupó los espacios informativos que eran del pueblo, lo que en su opinión “convirtió la comunicación en un negocio en donde se pervirtieron los conceptos de comunicación e información” al grado de que no se distingue qué es información, qué es propaganda y cuál es el origen de ambas.
Para la estudiosa del uso político de la información, los medios empresariales constituyen los nuevos enemigos internos que atienden a intereses ajenos del pueblo. Estima que sólo se les puede combatir con información pura, cierta y veraz, por lo que en sus investigaciones tiene cuidado de no afirmar nada si no tiene en sus manos las pruebas que lo respalden: “No es mi opinión, sino que me baso en la evidencia como abogada”.
Eva, que es autora de artículos que se nutren de fuentes documentales desclasificadas en varios departamentos gubernamentales estadunidenses, manifiesta su rechazo a las noticias “de impacto” que carecen de fuentes o en los que la fuente es otro medio u otro periodista, “y cuando lo buscas, tampoco tiene fuente o es una cuestión anónima”, exclama.
Eva Golinger enfatiza que en la guerra mediática nada es objetivo, por lo que critica a los medios y periodistas que afirman ser objetivos y balanceados: “¡Eso es mentira, nadie es objetivo, todos tienen una visión en su propia vida, pero a partir de eso hay que ver para quién están trabajando!”, exclama.
En la investigación La telaraña imperial. Enciclopedia de injerencia y subversión, Eva y el sociólogo francés Romain Migus describen el trabajo de subversión interna que realizan las fundaciones y organizaciones no gubernamentales (ONG) que se aliaron al Estado. Ahí exhibe cómo se relacionan ONG, think tanks, agencias gubernamentales, instituciones y partidos políticos con los grandes corporativos mundiales para formar una red que busca el dominio del sistema capitalista.
La luchadora social describe que el imperio pervirtió a las ONG y las usa en su provecho hasta convertirlas en verdaderas agencias gubernamentales bajo la fachada de no gubernamentales: “Ésa es una forma de agresión más peligrosa porque se hacen más invisibles, silenciosas y es más difícil denunciarlas”, advierte la analista. “Cuando alguien se atreve a sacar a la luz esos hechos, se le convierte en el demonio”.
La telaraña imperial descifra cómo se fusionan entre sí la mayoría de fundaciones internacionales que se ostentan como agrupaciones de nobles intenciones y que aportan recursos financieros en proyectos de beneficio social. En esa investigación, la autora estudia la historia de esas fundaciones, a los integrantes de sus consejos directivos o a sus asesores, y advierte que las mismas personas que participan en la junta directiva de una ONG o fundación asesoran a los medios de comunicación internacionales o a las empresas del complejo militar industrial.
Señala Golinger que la mayoría de fundaciones utilizan fachadas para mostrarse benévolas mientras que en otros espacios hacen un trabajo explícitamente sucio, por lo que reconoce: “Es muy difícil exhibirlos, desenmascararlos y destruir sus fachadas desde donde subvierten y desestabilizan a la sociedad”.
¿Y tú para quién trabajas?
* Trabajo para mí porque soy independiente, pero también por la justicia que es lo que motiva mi vida. Lucho contra la injusticia y por eso no tomo órdenes de nadie. Nadie me paga para escribir algo, para decir algo. Los riesgos vienen cuando se rompen los tabúes de no hablar de las actividades ilícitas de la Agencia Central de Inteligencia, del imperio y lo que hacen. ¿Por qué no podemos hacerlo y ellos siguen cometiendo ilícitos?
Afirma que los medios pretenden que la sociedad se silencie y borre su memoria histórica. “Nos drogan con el consumismo y el veneno que transmiten a través de las pantallas: telenovelas y películas o series estúpidas de televisión que no contribuyen al desarrollo de nuestros pueblos”. Eva Golinger ha denunciado el engaño mediático y admite que por ello ha pagado el precio de “estar más aislada, pero no veo otro camino”.
El acoso
¿Has sentido miedo de hacer lo que haces?
* No he tenido un miedo que me paralice, aunque hace dos años entraron a mi apartamento en Caracas. Cuando eso sucedió, sí tuve un poco de miedo, pero no me paralizó. Entraron directamente a mi habitación y ésa fue una verdadera violación, porque es el lugar de más intimidad, donde duermo y sí, sentí cierta vulnerabilidad. Afortunadamente no perdí ningún documento de mis investigaciones, eso hubiera sido terrible. Pasó mucho tiempo para que volviera a dormir confiada y eso reafirmó mi voluntad y convicción para continuar con mi trabajo que nunca voy a dejar de hacerlo aunque alguien intente intimidarme.
A Golinger le incomoda abordar ese tema. Hace años que recibe amenazas de muerte, “pero uno se acostumbra”. Durante cuatro años, el gobierno venezolano le proporcionó guardaespaldas. Explica que fue porque se sentían responsables por si algo sucedía. Asume que ésos son riesgos de su trabajo. “Cuando descubres y expones verdades sobre los grandes poderes, ves hasta dónde son capaces de llegar”. (NE)
El maltrato a Eva Golinger en México
“Tú no viajas; te quedas aquí”, le espetó Juan Macías Hernández a Eva Golinger cuando intentaba abordar el avión de Mexicana de Aviación que la llevaría de regreso a Caracas, Venezuela. Eran las 12:20 horas del 10 de diciembre de 2009. El empleado de la aerolínea jaloneaba a la escritora para impedirle subir a bordo una pequeña maleta con objetos personales, mientras todos los pasajeros del vuelo 375 introducían dos y más maletas y bolsas al avión.
“El maltrato me hizo sentir humillada y abusada, y me provocó lágrimas y desespero. Sólo quería llegar a Venezuela, a mi casa, en un vuelo pagado y listo para viajar”, describe Eva Golinger en una misiva de protesta que dirigió a la aerolínea –cuya copia posee Contralínea.
La abogada y activista política admite que, aunque había sufrido la ofensa, “le supliqué al señor Macías Hernández para que me dejara viajar”, y le ofreció incluso documentar el pequeño maletín, pero la respuesta del empleado fue rotunda: “¡No, tú no viajas; te quedas aquí!” Y a pesar de que Eva siguió protestando en medio de un llanto de desesperación, Juan Macías agregó: “Me dan asco los venezolanos”.
Ante tal argumento, Eva replicó que también tiene la nacionalidad estadunidense. El hombre rebatió: “¡Peor aún!” Las palabras de Macías, “llenas de odio y discriminación, me hicieron sentir indignación e impotencia”, dice la autora de Chávez contra Bush. Aunque explicaba que horas atrás había recibido el Premio Internacional de Periodismo que otorga el Club de Periodistas de México y pedía ayuda a otros funcionarios de Mexicana de Aviación, con la policía del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México presente, nadie acudió en su auxilio. El avión partió sin ella y su desesperación llegó al colmo “a esas horas de la madrugada y sin dinero. Me sentí muy vulnerable; era mi primera visita a México y no conocía ni siquiera en qué parte de la ciudad me encontraba”. Además, era difícil localizar a los funcionarios de la embajada de Venezuela.
Acudió con otro hombre de la aerolínea para pedirle el reembolso por su pasaje y, en forma grosera, le respondió: “No te voy a dar nada y tienes que comprar otro pasaje”, a lo que Eva le reclamó diciéndole que también es abogada y, por lo tanto, conoce sus derechos. Ese empleado le contestó riéndose: “Ahora eres abogada, pensé que eras periodista”, y se retiró.
Hacia las 2 de la mañana, una Eva sola y sentada en un vacío aeropuerto logró conectarse por internet con otra aerolínea en la que logró viajar a Caracas (vía Miami) hasta las 7 de la mañana de ese día y previo pago de 759.78 dólares. “Sólo quería buscar la forma de salir de México”. A pesar del costoso boleto de avión, llegó a su segundo país hasta las 19:45 horas de un tormentoso día. (NE)
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