“Avatar”, “2012”, “El secreto de sus ojos” y “Tú”, la única película que no puedes dejar de ver. El guión es conmovedor: tú vas caminando por la vida, llevando contigo, además, ese candor. O ese supuesto candor del que tanto se abusan ellos, los que tanto se abusan. Eres un hombre o una mujer con alguna posibilidad de estar hoy, por ejemplo, en Buenos Aires y un rato después –nueve horas después- en La Habana.
En Buenos Aires los medios de comunicación, días antes de emprender vuelo, te han molido los sesos con que un delincuente ha muerto en Cuba, producto de meterse en una huelga de hambre contra la Revolución Cubana. Los medios de Europa, de EE.UU. y de muchos de nuestros países latinoamericanos rinden honores a quien ha elegido morirse. Pero, tú a pesar del candor –o del supuesto candor que pueda caracterizarte- hueles que algo huele a podrido y que lo del autoconvocado a morirse quizás se trate de un suicidio inducido. Y cuando llegas a La Habana, como no podía ser de otra manera, averiguas, preguntas.
“Tú” es un film en el que se apuesta permanentemente a que tú seas un descerebrado. Apúntate el dato: apuestan a que seas un descerebrado; como lo procura, insistente, Patricia Janiot en la CNN. Y con ella, Obama. Quien exige respeto a los derechos humanos en Cuba, al momento que en su país el número de mafias supera en largo la capacidad institucional de darle contención. Hace pocos días diversos parlamentarios en EE.UU. solicitaron custodia para sí y sus familias frente a las amenazas de muerte recibidas por votar a favor de introducir cambios en el humillante sistema de salud norteamericano. ¿De qué hablan la Janiot y Obama, cuando hablan de Cuba?
Llegas a La Habana, dijimos, y averiguas, Ahí confirmas que tu olfato no ha fallado. El tipo, el suicidado en cuestión, era un delincuente de armas llevar, con su prontuario abultado, devenido “preso político”, por obra y gracia de la Santísima Trinidad, en este caso: la camarilla mafiosa de Miami (1), la Oficina de Intereses de los yankis en Cuba –dependiente del gobierno de Obama- (2) y los servicios de inteligencia de Inglaterra, República Checa, Alemania y algunos demócratas más (3).
Y en La Habana los ves, porque a cara descubierta –ingleses, checos, alemanes y yankis- ofician, por las calles de la ciudad, de “observadores” y de matones, cerrando las minúsculas –y bien agitadas mediáticamente- marchas de las autodenominadas “damas de blanco”: no mucho más de una veintena de mujeres, con algún que otro hombrecillo entre sus filas, repudiadas por más de once millones de cubanas y cubanos. ¿Y entonces? Entonces, tú, que estás dentro de la película “Tú”, sientes que te hierve la sangre. Sencillamente eso, te hierve la sangre.
Es tan grosera la maniobra urdida, tan insultante, que sientes ganas de sacar a patadas del territorio cubano a los “observadores”- matones- agentes “secretos”, para que así dejen de mentir y de provocar a todo un pueblo que los escucha decir, altaneros, que con la prensa cubana no hablan. Son profesionales del “no sabe, no contesta”. Impunes.
Pero, tú eres el protagonista, recuerda, de la película “Tú”. Eres el protagonista. Y no te distraigas con tanto entretenimiento estupidizante. Nada de actriz o actor de reparto, nada de espectador y ni aún cuando lo necesiten y lo sueñen, nada de ser un ignorante. Tú no estás, a estas alturas de la historia, para ser un ignorante. La agresión contra Cuba es criminal, precisamente proveniente de países donde el crimen, las violaciones, los robos, la pedofilia, las estafas, los secuestros, las torturas, la desocupación, las enfermedades del hambre: abundan, apestan, humillan. Degradan la condición humana.
Tú sigues olfateando, queriendo saber, viendo con tus propios ojos y haciendo todo lo posible para pensar con tu propia cabeza, luchando ante el fuego graneado con que la maquinaria mediática hegemónica te apunta y te dispara. Está más que claro: no debes menoscabar el twitter, facebook, los celulares de última generación, el escribir correos, también en las paredes de tú barrio y debes hablar con todo el mundo acerca del guión de la peli violenta y destripadora en la que estás metido. Debes hablar con el que te vende el pan, la fruta, la leche, la carne, con el que recoge la basura de la puerta de tu casa, con los otros padres en la escuela a la que asisten tus hijos.
Escucha, no puedes detenerte e irte a otra galaxia. Estás dentro de la película “Tú”. Recuerda que muchas veces tú no escoges la guerra, pero siempre ella te escoge a ti. De eso se ha hablado y escrito a granel.
No debes, ni puedes, mirar para otro lado, eyectarte, ni pedir permiso para ir al baño. Mucho menos cuando lees que dentro de la película “Tú”, Europa –su Parlamento, sinónimo de democracia- condena a Cuba por faltarle el respeto a los derechos humanos. Abandona aquello de que te hierve la sangre y actúa, habla, grita: ¿Qué mierda se atreve a decir Europa sobre Cuba, cuando en Europa se persiguen y se matan inmigrantes, se discrimina a los negros y pobres y en sus cárceles los suicidios se cuentan por centenares anualmente. Centenares.
En Francia, entre los años 2008-2009 y el corriente, se han suicidado más de 200 prisioneros y somos pocos los que nos hemos enterado de ello. En Cuba se suicida un delincuente y estalla la marea demócrata-fascista.
En Europa –en una gran parte de sus países- se han constituido sucursales de torturas, bajo la directiva de “los halcones” y “las palomas” yankis que gobiernan económica-financiera y políticamente a EE.UU. y, todavía, a una gran porción de la globalización que acabará con el planeta y sus habitantes. Contigo, sí. Acabarán contigo. Créetelo. Deja de jugar a ser una pieza de la tecnología, úsala correctamente, ellos vienen por ti.
En Inglaterra la crisis no cesa. A Grecia pretenden convertirla en un protectorado de la Unión Europea, por temor a que el euro siga cabeza para abajo respecto al dólar, papel pintado. Portugal ve crecer la desocupación a un punto jamás antes alcanzado, y ahonda su decadencia. España está al borde de un ataque de nervios, mientras el famosito cineasta Almodóvar se despacha impúdico contra Cuba. Italia envejece y suma diversas miserias de la mano del fascista Berlusconi. Alemania cae económicamente a un tercer lugar, cediendo posiciones a China. En Francia luchan por ponerle freno a Sarkozy, frente al incremento del salario basura, el desempleo y la obsesión ideológica de la derecha internacional de convertir al Estado en un botín de la rapiña neoliberal. Todos ellos, crápulas, hablan de Cuba, le exigen rendición de cuentas y llaman a defender la vida y la libertad. Repugnante.
En EE.UU. vale –y mucho- reiterarlo: cerca de sesenta millones de personas son pobres e indigentes. En EE.UU., so pretexto del inalcanzable Bin Laden, “escanean” a sus ciudadanos cuando comen, cuando utilizan Internet, cuando viajan en el metro y cuando “disfrutan” del “tiempo libre” en los estadios en los que se practica fútbol y fútbol americano, béisbol, básquet, boxeo.
En EE.UU. se “escanea” a los ciudadanos cuando duermen, cuando andan de novios/as con una o un musulmán, cuando compran en las tiendas, cuando hacen el amor, cuando llenan solicitudes buscando un trabajo miserable. La publicidad, en tanto, alardea de que los norteamericanos son inmensamente felices escrutados por la mirada inquisidora y perversa del Pentágono, máxima fuente de tecnología persecutoria de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, letal: así en la guerra como en “la paz”.
Prosigamos: No pierdas mucho tiempo. Con toda la voz que tengas, debes hacer algo más que hablar, como para que se te oiga y se te sienta –no apenas se te escuche- más allá de donde te encuentre la vida, antes de que lo haga la muerte: como ocurre en distintos lugares del mundo, por caso México, país en el cual, en cualquier fin de semana largo, caen como moscas 100 personas cosidas a balazos, o degolladas, en el traqueteo habitual de los crímenes por encargo.
México, sí. Un lugar donde la vida vale menos que nada y donde el año anterior la cifra de asesinados y de suicidios inducidos superó las 4.000 víctimas. Sin embargo, el gobierno del presidente Felipe Calderón tiene el tupé de reclamar que Cuba respete los derechos humanos. En México, en los últimos tres años, se calcula, con alguna imprecisión, que han sido asesinados en parques, calles, boliches, cárceles, supermercados y diversos lugares por donde andan juntas la vida y la muerte, alrededor de 18.000 personas. Escalofriante.
Piénsalo y verás que no hay manera de que semejante insulto a Cuba pueda entrarte en ningún resquicio del cerebro. Cuánto despropósito ¿no? Cuánta hipocresía. Cuanta mierda junta ¿verdad?
En “La hora final de Castro”, un libro parido en el año 1992, por quien se identifica como un periodista histórico de las altas cumbres de The Miami Herald, Andrés Oppenheimer, -amigo de uno de los enemigos número uno de Cuba, Mario Vargas Llosa-, se pronosticaba que la caída de la Revolución y de Fidel estaba al llegar, podría ser cuestión de “unas semanas…” Aplaudieron, entre otros, el citado Vargas Llosa, el escritor chileno Jorge Edwars, la mafia anticubana de Miami y Oscar Arias –presidente de Costa Rica y recientemente uno de los mediadores que ayudó a cocinar a Zelaya en Honduras-. Desde el `92 a la fecha han pasado dieciocho años.
En la película “Tú”, casi veinte años después de tan “iluminada sentencia”, ha quedado en evidencia, como tantas veces, que la obcecada conspiración para quebrar a Cuba y a su Revolución necesita de algo más que del trabajo sucio y mafioso, apostando a grupúsculos de mercenarios y al servilismo de demócratas incapaces de ver la viga en su propio ojo. Tampoco alcanzará con la ferocidad mediática, aunque haga daño por fuera de la Isla, ni con la famélica, pero bien diseñada, agitación política interna.
Tácticas y estrategias debidamente aceitadas, intentando hacer combinar magistralmente los problemas económicos que vive Cuba, con los intereses de los ricos de la tierra, no prosperarán. Los líderes del holocausto por goteo –que hoy gobiernan el mundo y matan a tiros y de hambre y miseria a cientos de millones y millones de gentes- no podrán contra la Idea que emana, esencial, de la Revolución Cubana: luchar contra la injusticia en todo tiempo y lugar.
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