La creación de la “Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe” (“CELAC”) a llevarse a cabo el 02 del Diciembre en la ciudad de Caracas, se constituirá sin lugar a dudas en el hecho de mayor trascendencia histórica para Latinoamérica y tal vez de tanta importancia política, como la independencia alcanzada hace dos siglos.
La nueva entidad política americana –“CELAC”- que está llamada a constituirse en el principal núcleo de cohesión de las naciones latinoamericanas del Norte, Centro y Sur América y del Caribe, se constituye en la original forma conjunta de afrontar los desafíos del siglo XXI en un sólido contexto regional.
El organismo que después de su creación agrupará a 33 de las 36 naciones del continente, sólo deja fuera de su composición a Puerto Rico –temporalmente- hasta la fecha en que ese Estado defina su actual situación política de soberanía asociada a otra potencia (EE.UU.).
Además de ello la “CELAC” no incluirá entre de sus Estados miembros a los EE.UU. de Norteamérica y Canadá, dados sus orígenes no hispano-americanos.
Si se intentara consolidar en un solo período histórico los esfuerzos políticos, diplomáticos, sociales -y hasta militares- llevados a cabo para concretar esta unión, se podría llegar a establecer que la creación de la “CELAC” ha tomado 231 años de luchas, desencuentros y contra-propuestas, hasta la fecha de su materialización.
Los criterios iniciales de esta integración soberana fueron expresados en 1780 en el Perú (Cuzco) por el precursor independentista José Condorcanqui Noguera -Túpac Amaru II- en la declaratoria de independencia americana que difundió a todos los confines del continente, luego de rebelarse al imperio español y desconocer su autoridad en América [1].
Estos criterios sobre el nuevo Estado Inca se fortalecieron con los expresados en las cinco décadas siguientes por los Libertadores San Martín y Bolívar, bajo diferentes ópticas pero siempre orientados al mismo fin.
Empero Simón Bolívar será considerado históricamente como el gestor de la integración latinoamericana toda vez fue que el que la propusiera en el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, cual hecho a concretarse [2].
El “Tratado Magnífico Titulado de la Unión, de la Liga y de la Confederación Perpetua” expuesto por Bolívar en ese Congreso, fracasó por los mutuos recelos existentes entre las nacientes naciones soberanas que asumían flamantes roles republicanos.
Además de las diferencias surgidas en la nuevas naciones en cuanto a límites, afloraron otras como las del gobierno de EE.UU. -invitado al Congreso- relacionadas a “su comercio” y la interpuesta “doctrina Monroe” (de ‘América Latina para los EE.UU.’), como avance a la que sería la permanente injerencia estadounidense que Bolívar denunció visionariamente.
Sin embargo el fracaso de Panamá no arredró a las naciones de Suramérica para seguir intentando otras convocatorias en los siguientes años de vida republicana, buscando la misma integración latinoamericana.
Al Perú le correspondió liderar en el siglo XIX las iniciativas para corregir errores de integración anteriores, asumiendo en 1847 y 1864 –respectivamente- la dirección de dos Congresos más que intentaron unir como un todo a los países americanos.
Sin embargo éstos no tuvieron los resultados anhelados y la idea de integración latinoamericana “se congeló” por un tiempo, intentándose luego –por intereses foráneos- “reemplazarla” con fórmulas poco apropiadas como el “panamericanismo”, del que la “OEA” es hoy uno de sus más visibles e ineficientes resultados.
A los latinoamericanos sólo nos queda agradecer a nuestros antecesores por su proyección y visión, sobre lo que hace mucho tiempo atrás debió ser “la patria grande”.
Según lo anunciado por el país anfitrión de la “CELAC” –Venezuela-, el acto de creación, reuniones y debates a desarrollarse en dos días se sesiones (02 y 03 de Diciembre), serán difundidos a la población latinoamericana a través de su satélite espacial “Simón Bolívar”.
Bienvenida sea la naciente “CELAC” y gracias a la falleciente “OEA” (si en algo fueron útiles sus servicios).
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