Un aniversario más (el septuagésimo cuarto) de la expropiación de los recursos petroleros del país y la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex) aún mantiene su influencia en la economía mexicana al aportar la tercera parte del producto interno bruto y es, por mucho, la que guarda con sus ingresos por la venta del petróleo, el equilibrio de las finanzas públicas.
Por desgracia, la paraestatal también representa el principal centro de saqueo y desvío de recursos públicos de toda la administración pública federal, de la que se favorecen funcionarios y empresarios corruptos, quienes por décadas se han enriquecido de este bien de la nación, el petróleo, mientras que los órganos de control y vigilancia son cómplices del desfalco.
Aunque la Estrategia nacional de energía, presentada por el gobierno de Felipe Calderón, asegura que ya se retomó la senda de la inversión, es un hecho que llega tarde. Un ejemplo es la dependencia en las importaciones de gasolinas que va en ascenso y que genera un problema en las finanzas públicas, mientras que la ausencia de una reforma tributaria integral consolida a Pemex como la principal fuente de ingreso del país, con los riesgos que representa una economía petrolizada.
Poco han dicho los tres candidatos a la Presidencia de la República sobre el tema del petróleo, más allá de que Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, y Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional, sólo atinan a repetir que abrirán totalmente Pemex a la inversión privada nacional y extranjera, mientras que Andrés Manuel López Obrador, del Partido Movimiento Ciudadano, advierte que de ganar, el petróleo regresará a manos de los mexicanos y que los recursos que de él se generan serán utilizados para aliviar la extrema pobreza que viven más de 50 millones de mexicanos (la mitad de la población del país).
La Estrategia nacional de energía, el documento que aspira a convertirse en la guía de este sector estratégico del país, señala el capítulo “Retos y oportunidades” que la producción de hidrocarburos, presente y futura, requiere no sólo del descubrimiento de reservas, sino también de la identificación de nuevos recursos prospectivos que permitan hacer sustentable la producción, tanto en el mediano como en el largo plazos.
“Para el mediano y largo plazos, se requiere evaluar las zonas aún no exploradas que podrían tener un gran potencial. Tal es el caso de las cuencas subsalinas”. Pemex añade que debe incorporar tecnologías de vanguardia cruciales para la identificación de recursos prospectivos que, después, pueden incorporarse como reservas.
Tanto a nivel nacional como internacional, los recursos de hidrocarburos por descubrir y aquellos ya encontrados que no han sido desarrollados tienden a ubicarse en áreas de geología compleja o en aguas profundas. Esa guía energética, convertida en un catálogo de buenas intenciones, carece de una estrategia para los próximos seis años y, por consiguiente, para el futuro del país. En el gobierno nadie sabe cómo hacer más rentable a Pemex, más allá de extraer el crudo y venderlo a Estados Unidos sin mayor valor agregado.
En el país todavía sigue el debate de si una compañía como Pemex debe entrar al mercado de valores, como lo hacen otras grandes petroleras del mundo como Repsol, Petrobras o Royal Dutch Shell, como si en la especulación y el endeudamiento consistiera su fortaleza, cuando sólo bastaría con cerrarle la llave a la corrupción y encarcelar a los que por años han abusado de este bien.
El documento preparado por el equipo de Calderón apuntala como metas las energías verdes, mayor exploración, producción y menos dependencia. Sin embargo, no explica cómo lo hará o por qué no lo pusieron en práctica mientras ellos administraron el país. A unos meses de concluir el actual sexenio, Calderón y su grupo se limitaron a lo que han hecho otros gobiernos priístas: explotar las reservas petroleras sin que ello se traduzca en algún beneficio para millones de mexicanos.
Acuerdo petrolero transfronterizo
Entrevistado por Claudia Villegas, directora de la revista Fortuna, Carlos Morales, director general de Pemex Exploración y Producción, sostiene que la firma del acuerdo transfronterizo que enmarca la cooperación entre México y Estados Unidos para aprovechar la riqueza de los pozos petroleros en aguas profundas representa la oportunidad de blindar esos recursos petroleros que laten en el Golfo de México.
Aún más, según el funcionario petrolero, la operación conjunta de pozos transfronterizos en aguas profundas “no viola el artículo 27 de la Constitución, que dicta y norma la soberanía petrolera de México”.
Para investigadores petroleros y expertos juristas la cosa es distinta, pues sostienen que desde hace muchos años, sobre todo desde que el Partido Acción Nacional asumió el poder, en Pemex hay una abierta privatización de la industria petrolera y se permite la ingerencia de empresas trasnacionales en áreas reservadas sólo al Estado mexicano, lo cual no sólo viola la Constitución, sino que los funcionarios responsables podrían ser llevados a tribunales para que rindan cuentas por atentar en contra de la soberanía nacional.
Será durante el próximo trimestre cuando Pemex comience a perforar pozos petroleros en aguas profundas del Golfo de México. Iniciará con los pozos Supremos que, de acuerdo con la última información sísmica, presentan posibilidades muy favorables para descubrir hidrocarburo. Supremos tiene tres posiciones en donde sería posible encontrar petróleo.
Los pozos conocidos como Maximino tienen dos. Al mismo tiempo, Pemex va a iniciar la perforación de Triumph, estructura que parece ser muy atractiva. En estos yacimientos, según el funcionario petrolero entrevistado por Fortuna, podría presentarse el caso de que fueran transfronterizos y que el acuerdo comenzara a aplicarse.
Acostumbrados los mexicanos a ver cómo el gobierno de Estados Unidos abusa y violenta sistemáticamete la soberanía de las naciones, especialmente las subdesarrolladas (y aquí en México sabemos mucho de esos abusos), no hay que dudar que el gobierno de Washington intentará sacar la mejor tajada de dichos acuerdos, sin respetar los derechos de México.
En cambio, los pozos que se conocen como Perdido, están identificados en una zona fronteriza. Allí, al menos durante tres años, se planea una perforación.
Aunque a nivel internacional los acuerdos transfronterizos para la producción de aguas profundas son una práctica generalizada, se debe vigilar al vecino del Norte, para que ambos países aprovechen los yacimientos compartidos y evitar el ominoso “efecto popote”. Sin embargo, lo más relevante será la transparencia –ahora bilateral– que se dará a estos contratos y operaciones para el aprovechamiento del petróleo.
Más incrementos al precio de la gasolina
Así, en medio de la crisis estructural de Pemex, antes de que concluya el primer trimestre del año, los consumidores mexicanos de combustibles habrán registrado al menos tres incrementos adicionales al precio de las gasolinas. A unos meses de las elecciones presidenciales, la permanencia o desaparición de los subsidios será la carta que muchos políticos desearán canjear por votos.
La mayoría de las importaciones, principalmente de las gasolinas y combustibles que demanda el mercado mexicano, reciben un subsidio del gobierno federal que, no obstante, resulta insuficiente para impedir que mes con mes los consumidores cubran el faltante presupuestario que no se logró compensar sin la reforma fiscal.
Pero no sólo se afecta los bolsillos de los mexicanos, también las finanzas públicas padecen esta distorsión. En Estados Unidos ya se había reportado la compra de gasolina en estados fronterizos, en donde se aprovechan los precios a favor de los contribuyentes de ese país.
El subsidio a las gasolinas, además, ha sido calificado como regresivo por diversos analistas, pues lo mismo beneficia a los grandes usuarios, que incluye a cadenas de transportistas, que a pequeños consumidores. No se trata, por lo tanto, de un beneficio directo para las clases desprotegidas. La gravedad de la situación aumenta cuando nos enteramos que la coinversión de Pemex en Estados Unidos para producir gasolina no es rentable. Un preocupante círculo vicioso que debería revisarse y modificarse.
Por ejemplo, un sistema de libre competencia en el mercado de las gasolinas y el Diésel reflejaría, según un estudio de la Cámara de Diputados, los costos de producción y, como consecuencia, bajarían cuando el precio de los hidrocarburos, principal materia prima utilizada para la producción de petrolíferos, disminuya.
Por el contrario, en un esquema monopólico de precios administrados, como el que impera en el mercado mexicano, de manera independiente a la tendencia del mercado petrolero mundial, los precios de las gasolinas y el Diésel generalmente se fijan al alza.
Así, al final del sexenio, Pemex habría destinado más de 1 billón 500 mil millones de pesos a la importación de gasolinas. En mayo de 2011, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sugirió al gobierno mexicano terminar con los subsidios como parte del impulso a políticas de desarrollo más equitativas y consistentes. La exportación de dichos subsidios a Estados Unidos también se concreta cuando en los estados fronterizos consumidores de ese país adquieren gasolina barata que, paradójicamente, se importa de su país. Un verdadero contrasentido.
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