La presente es la inicial entrega de una serie en la que trataremos de hacer un recuento de los desaciertos y las promesas incumplidas en diversas áreas de la administración pública en lo que bien podría calificarse como el sexenio del horror.
Fuga de capitales,
economía en quiebra
A pesar de que en las últimas semanas de su gestión el expresidente panista hizo denodados esfuerzos por resarcir su imagen, con la inauguración de obras a diestra y siniestra, en su afán de vender a los mexicanos y al resto del mundo el prototipo de una nación situada en el paraíso de la tranquilidad y la bonanza, nadie creyó en tan fantasioso cuento, ni siquiera los empresarios a los que terminó por ofrecerles en charola de plata la fuerza laboral de millones de trabajadores; peor todavía, fue el propio Banco de México la institución que se encargó de darle el empujón final hacia el abismo de sus incuantificables errores y mentiras, al dar a conocer la multimillonaria fuga de capitales registrada en su gobierno, que superó los 111 mil millones de dólares. Fenómeno este último como producto de la marcada desconfianza a su política en materia económica y la creciente inseguridad que dejó a miles de mexicanos en manos de la delincuencia organizada y ante la incuestionable opción de huir del país para salvar su vida y su patrimonio.
Como se aprecia y lo aceptan los organismos empresariales, México está al borde de una fuerte recesión agravada con el fortalecimiento económico de los cárteles de la droga, a los que el gobierno del falsamente llamado “presidente del empleo” ni siquiera despeinó. El mismo Departamento de Estado del vecino país del Norte, Estados Unidos, difundió hace unos meses información que señala con claridad la debilidad con que el gobierno de Calderón combatió el lavado de dinero , al grado de que los grandes capos lograron introducir al país, vía instituciones bancarias reconocidas y casa de cambio, un promedio de 19 mil millones a 37 mil millones de dólares anuales.
El hombre que hace unos días entregó a Enrique Peña Nieto una banda presidencial manchada de corrupción y sangre mintió a todo el país al asegurar que su administración dejaba una economía estable y boyante; la propia Confederación de Cámaras Industriales señaló hace unos días que México no logró revertir en el sexenio que concluyó, la tendencia a la baja en su crecimiento económico, iniciada desde el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León en 1994.
La nación, abundan los empresarios, no fue capaz a través de su gobierno de responder a los desafíos para enfrentar los rezagos socioeconómicos, como el aumento de la pobreza y el avance de la informalidad por el marcado déficit en el empleo. “Debemos tomarlos en cuenta para redefinir rumbos y objetivos”, señalan en torno a los errores oficiales.
El sector cúpula de los hombres del dinero en México indica que no hay duda en sus estimaciones sobre el estancamiento económico de los últimos 6 años, pues mientras que en el gobierno de Ernesto Zedillo la economía mexicana creció a un ritmo anual del 3.5 por ciento, con Vicente Fox el porcentaje se redujo al 2.2 por ciento, hasta caer al 1.9 por ciento con Calderón Hinojosa.
También el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados acaba de revelar que, en el periodo entre 2007 y 2012, el setor industrial mostró una preocupante tendencia a la baja al caer sus niveles de inversión, lo que ha ocasionado que la industria nacional “enfrente aún obstáculos para alcanzar mayor competitividad frente a otros países”.
El reporte basó parte sustancial de su contenido en la información surgida del Foro Económico Mundial donde se detalla acuciosamente el rezago de la competitividad de la industria nacional, al pasar del sitio 52 que ocupaba en el sexenio de Vicente Fox, al 53 con Felipe Calderón. Además, en el diagnóstico se establecen, entre los obstáculos generados por el gobierno recién concluido al sector industrial para frenar el crecimiento de infinidad de negocios, los siguientes aspectos:
La corrupción, que aumentó del 13.1 por ciento en 2008, al 16.4 por ciento en 2012; la inseguridad pública, el crimen y la delincuencia, que crecieron de 7.6 por ciento en 2008 a 16.3 en 2012; sin dejar de mencionar las dificultades para acceder a un financiamiento que se elevaron de un 7.7 a un 10.1 por ciento en el mismo periodo.
Así como lo demuestran las cifras y la tajante realidad, parece que sus propios amigos empresarios terminaron por darle la espalda al paladín de la justicia social; los hombres del capital, a quienes siempre dio un trato preferencial y que se comprometieron a invertir en México a cambio de una ventajosa exención de impuestos, prefirieron sacar sus capitales y lo dejaron colgado de la brocha en su inacabado papel de “presidente del empleo”. Es cierto, le manifestaron su compromiso de crear puestos de trabajo formales y bien remunerados pero, como reza la canción vernácula, nunca le dijeron cuándo.
No pocos analistas financieros señalan que la fuga de capitales registrada en el “sexenio del horror” superó con creces a la registrada en las postrimerías del sexenio de José López Portillo –aquel que juró “defender el peso como un perro”– y que llegó a la cifra de los 54 mil millones de dólares. Además, sus implicaciones directas en la economía local son superiores a las ocasionadas por el error de diciembre de 1994, cuando recién entró en funciones Ernesto Zedillo.
Simuladamente Calderón se vanaglorió de que durante su administración la inversión extranjera alcanzó un monto de 130 mil millones de dólares, empero, las cifras del Banco de México establecen que de ese total sólo 65 mil millones se ubicaron en el rango de “nuevas inversiones”, el resto se situaron en la categoría de “reinversiones” y “cuentas con la matriz”, que tiene en monopolios depredadores como Wal-Mart a uno de sus mejores exponentes. Es decir, inversiones que no generaron empleos permanentes y bien remunerados como fue la promesa sexenal.
Y mientras los empresarios e inversionistas nacionales han dejado sin recursos al país para reactivar la golpeada economía, la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público reconoció ante la Cámara de Senadores su incapacidad para justificar fortunas que nacen de la noche a la mañana en México, producto del escandaloso lavado de dinero, pues tan sólo en el tercer bimestre de 2009 se habían contabilizado más de 46 mil 567 operaciones “inusuales” en el sistema financiero nacional que, de acuerdo con las autoridades estadunidenses, permitió lavar un promedio anual de 19 mil millones a 37 mil millones de dólares. Estas cantidades son más que suficientes para que los barones del crimen organizado y los delincuentes de cuello blanco se adueñen de la economía del país, mientras se ríen a carcajadas de un mandatario que dejó a la nación en bancarrota: con una deuda interna de 5 billones de pesos, con más de 70 mil muertos, millones de nuevos pobres y la promesa incumplida, entre otras tantas, de ser el “presidente del empleo”.
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