El 9 de abril es una fecha para honrar en Colombia la memoria de los héroes anónimos, caídos en 1948 en búsqueda de justicia para el pueblo colombiano.
Sin embargo, este año de 2013, descarada e irónicamente, el lugar escogido para el encuentro el próximo martes 9 de abril entre el Alcalde Gustavo Petro y el Presidente Juan Manuel Santos, para luego continuar juntos la marcha, ha sido ¡oh vergonzoso cinismo y paradoja! el llamado Centro de Memoria, construido por las alcaldías de “izquierda” en el Cementerio Central de Bogotá, cuyos cimientos se excavaron en los terrenos mismos donde se encontraban las fosas comunes que guardaban los restos de los mártires que, aquel 9 de abril de 1948, cayeron acribillados a manos del ejército, restos que hoy en día se encuentran apilonados en negras bolsas plásticas de basura, mostrando el más indigno trato a esos extraordinarios e ignotos héroes populares.
Aquel 9 de abril, valerosa y anónimamente, esos humildes héroes -hoy ignorados e irrespetados- se levantaron en vano intento buscando derrocar al presidente genocida Mariano Ospina Pérez quien, como jefe de la llamada en aquel entonces Unión Nacional, repartió por igual el gobierno entre liberales y conservadores, gestando junto a la CIA la llamada Operación Pantomima para asesinar al líder popular que conducía inexorablemente a los humildes hacia la toma del poder.
No tengo manera de rendirle honores a los humillados héroes que murieron el mismo día que mi padre y que nadie recuerda. Solo le rendirán homenaje a mi padre, como si el pueblo que se sacrificó junto a él no hubiera existido, no mereciera también honores y loas, en lugar de pisotear el sitio donde reposaban sus restos.
Solo me cabe anexar aquí, en gesto de desagravio, dos fotografías que muestran ese 9 de abril sus cuerpos abandonados en los corredores del Cementerio Central, para no olvidar que ahora sus restos fueron extraídos de sus sepulturas a fin de darle paso ¡oh cinismo! a la construcción del irónicamente llamado Centro de Memoria, punto de encuentro de quienes desde el poder pisotean la memoria de los más humildes, que fueron el centro de atención de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán.
En homenaje a ese pueblo heroico, hoy olvidado y vilipendiado hasta en sus tumbas, repito aquí con mi padre apartes de su Oración por los Humildes pronunciada en la ciudad de Manizales en febrero de 1948 con ocasión del asesinato, por parte del ejército, de los campesinos que pacíficamente escuchaban por radio la Oración por la Paz que pronunciaba mi padre para denunciar el genocidio al Movimiento Gaitanista que gestó a partir de 1946 el gobierno bipartidista, liberal-conservador, de Mariano Ospina Pérez:
"Compañeros de lucha: sólo ha muerto algo de vosotros, porque del fondo de vuestras tumbas sale para nosotros un mandato sagrado que juramos cumplir a cabalidad. Seremos superiores a la fuerza cruel que habla su lenguaje de terror a través del iluminado acero letal. El dolor no nos detiene sino que nos empuja. Y algo profundo nos dice que al destino debemos gratitud por habernos ofrecido la sabia lección y la noble alegría de vencer obstáculos, de dominar dolores, de mirar en lo imposible nada más que lo atrayentemente difícil. Vuestras sombras son ahora la mejor luz en nuestra marcha.
Compañeros de lucha: al pie de vuestras tumbas juramos vengaros restableciendo con la victoria del pueblo los fueros de la paz y de la justicia en Colombia. Os habéis ido físicamente, pero qué tremendamente vivos estás entre nosotros!
Compañeros: vuestro silencio es grito. Vuestra muerte es vida de nuestro destino final!
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