El mes pasado circuló en diversos medios la noticia de que México había resultado nuevamente electo para el cuarto periodo del Consejo Consultivo Científico y Técnico de la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, avalada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por su sigla en inglés). Durante la reunión celebrada en París, Francia, los días 28 y 29 de mayo, fue elegida por “unanimidad” la arqueóloga mexicana María Helena Barba Meinecke, quien junto a la doctora Dolores Elkin, de Argentina, representarán al Grupo III de los Estados partes latinoamericanos que integran la Convención: Argentina, Barbados, Cuba, Ecuador, Granada, Haití, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Santa Lucía, San Cristóbal y Nevis, San Vicente y Las Granadinas, Trinidad y Tobago. Cargo en el que Barba Meinecke brindará asesoría científica y técnica sobre investigación y protección del patrimonio localizado bajo las aguas marinas y continentales a nivel internacional. Cabe señalar que la jefa inmediata de Barba, la maestra María del Pilar Luna Erreguerena, subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha sido miembro de dicho comité en diversos periodos (www.unesco.org/new/es/culture/themes/underwater-cultural-heritage/advisory-body/members/).
14. julio, 2013 Roberto E Galindo Domínguez * Opinión
De acuerdo con los lineamientos del Consejo para la selección de sus miembros se tiene que ésta “…se llevará a cabo con la debida atención al principio de distribución geográfica equitativa y a la conveniencia de un equilibrio entre hombres y mujeres, así como de un equilibrio en los distintos ámbitos de competencia. Los miembros poseerán una trayectoria científica, profesional y ética en el plano nacional y/o internacional, en particular en los campos de la arqueología subacuática, el derecho internacional, la ciencia de los materiales (metalurgia, arqueobiología, geología) y la conservación de sitios del patrimonio cultural subacuático y/u objetos arqueológicos subacuáticos” (www.unesco.org/new/es/culture/themes/underwater-cultural-heritage/advisory-body/).
A este respecto, Barba Meinecke es investigadora adscrita a la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH; se integró a dicha dependencia en 2003; y aunque ahora en diversos medios se dice que desde entonces es la responsable de proteger, conservar, investigar y difundir el patrimonio cultural sumergido de la Península de Yucatán, marino y continental, en ese entonces era pasante de arqueología y apenas se integraba y comenzaba a aprender en relación a la arqueología subacuática, disciplina en la que no tenía experiencia previa. Cabe señalar que Barba fue integrada a la SAS como una política de expansión de la misma, ya que en ese entonces Luna Erreguerena buscaba tener una representante en la Península de Yucatán, pues es en esa área donde algunos otros investigadores del Centro INAH Yucatán y de la Universidad de Yucatán han realizado diversos esfuerzos y trabajos en la disciplina, y nunca fueron bien vistos por la maestra Luna, quien desde hace más de 30 años ha buscado tener el monopolio de la arqueología subacuática en el país. Por ello, la decisión de integrar a Barba –quien ya trabajaba en el centro INAH Campeche– fue más un movimiento político que una recompensa por sus méritos académicos en la arqueología subacuática, pues cabe señalar que trabajaba en tierra y que su tesis de licenciatura nada tiene que ver con esta disciplina: Estructuras circulares de Mesoamérica: acercamiento a una propuesta para su tipología, misma que presentó en 2009 (http:// bibliotecas.inah.gob.mx:8110/ENAHLW11/results?nc=2&tr=1&ns=79288194444444).
Las irregularidades en su proceder administrativo y académico desde que ingresó a la SAS han ido desde la pérdida de miles de litros de diésel en trasvases entre el barco empleado para la búsqueda de restos arqueológicos y otras embarcaciones (se tienen copias de la bitácora de julio de 2005 de la Administración Portuaria e Integral –Apicam– de Champotón, Campeche, y videograbaciones con testimonios de vigilantes de Apicam y de transportistas de pipas de combustible de la compañía GES, en donde se constata el desvío del combustible hacia otras embarcaciones en el muelle); maltrato a los trabajadores eventuales que se emplean en los diversos proyectos; accidentes de buceo e incluso un accidente de navegación que derivó en daño físico irreparable para la maestra Vera Moya Sordo (ver: Roberto Galindo, “Acerca de Pilar Luna, pionera de la arqueología subacuática”, Proceso,1839, enero, 2012). Barba era la responsable de la temporada de investigación y quien navegaba la embarcación (entonces sin experiencia en ello), nave que no estaba equipada adecuadamente y en malas condiciones, de acuerdo con un pescador colaborador en ese entonces de la SAS (quien por seguridad pidió omitir su nombre), mismo que señaló haber puesto al tanto de eso a Barba. Los testimonios de algunos de los que iban a bordo señalaron que en la embarcación iban más pasajeros de los permitidos, y que por la inadecuada maniobrabilidad de la misma ésta resultó dañada en la parte baja de su casco y empezó a hacer agua, lo que la puso en riesgo de naufragar. Afortunadamente la lancha logró ser llevada hasta la ribera del río Champotón, donde finalmente quedó varada y fue en la operación de intento de sacarla del agua (coordinada por Barba), que Moya perdió un ojo. Ante esos acontecimientos y ante la evidente responsabilidad de Barba, Luna elaboró una versión oficial que fue comunicada a los miembros de la SAS, para que en caso de ser cuestionados por los medios, ésa fuera la que se dijera, versión obviamente en la cual se exculpaba a Barba. Ante ésa y otras actitudes despóticas de Luna, Moya Sordo y otros colaboradores de entonces eventualmente dejaron la dependencia.
Por otro lado, una excolaboradora de la SAS (quien pidió omitir su nombre) ha señalado que Luna le pedía que elaborara algunos informes y proyectos de Barba, aduciendo que ésta no tenía el tiempo necesario para realizarlos, lo que ella interpreta como la escasa capacidad de Barba para redactar y elaborar un proyecto científico. Además, ha señalado el inadecuado proceder de Barba en las exploraciones submarinas en las que trabajó con ella, pues dice que “removía restos culturales in situ sin el previo y riguroso registro de los mismos” y que en ocasiones los sacaba del agua hasta depositarlos en la embarcación para después devolverlos al mar, formas de proceder contrarias al buen desempeño académico de la disciplina; aspectos que en su momento le fueron comunicados a Luna, mismos que fueron justificados y solapados en todo momento sin considerar la alteración que esto conlleva en los sitios sumergidos.
Éstos son sólo algunos de los desaciertos de nuestra nueva representante en la UNESCO, pero se tienen otras evidencias de su mala administración y coordinación, sin contar los muchos otros testimonios de colaboradores y excolaboradores que demuestran su incapacidad, nepotismo y poca calidad humana.
Barba Meinecke parece más un personaje manipulado e inflado para llegar a altos cargos internacionales y para en su momento suceder a la maestra Luna en la SAS, pues si se revisan sus publicaciones, éstas son de escaso valor científico: parecen más publirreportajes de difusión. Asimismo, parece ser que su impulso mediático es tan necesario que incluso se han anunciado descubrimientos apócrifos bajo su dirección, como el de los restos del navío británico HMS (Her Majesty´s Ship) Forth, hundido en 1849 en el Arrecife de Alacranes, y con apócrifo no me refiero a que los restos culturales “encontrados” por Barba y su equipo en abril de este año no correspondan a los de dicha embarcación (www.inah.gob.mx/boletines/17-arqueologia/6601-identifican-restos-de-buque-naufragado-en-yucatan-en-1849), “aunque cabe la posibilidad” si se consideran las capacidades de investigación que se le atribuyen. Lo que quiero señalar es que no han descubierto nada nuevo, pues de ese naufragio se tienen registros desde 1964 por parte de diversos grupos de buceo y principalmente del Club de Exploradores y Deportes Acuáticos de México, como ha señalado el reconocido buzo profesional Edwin Corona (www.notiver.com.mx/index.php/lascolumnas/230015.html?secciones=9seccion_selected=9&posicion=6). Asimismo, el comunicado del INAH señala que en total se descubrieron 15 sitios o naufragios, de los cuales al igual que el del Forth ya deben tener conocimiento buzos locales y diversos grupos científicos, pues es sabido por la mayoría de los buceadores profesionales que basta contratar los servicios de un pescador o un buzo local para ser llevado a bucear los restos del Forth y de otros naufragios de los cuales ya se sabe su identidad; incluso diversos grupos de buceo de la República Mexicana conocen sus ubicaciones. Así es que lo que está haciendo la SAS es mediatizar a Barba.
Y mientras se coloca a una persona incapacitada, inexperta y de dudoso proceder en un cargo internacional dedicado a la protección del Patrimonio Cultural Sumergido, en México ocurre un enorme saqueo de piezas arqueológicas sumergidas y/o relacionadas con la cultura náutica, así como en sus aguas continentales. En referencia a los cenotes, es cotidiano encontrar denuncias de saqueo, como ha señalado Sergio Grosjean (www.eluniversal.com.mx/notas/877545.html), entre otros especialistas que constantemente dan cuenta de la incapacidad del INAH y de la SAS para evitar el saqueo. El caso de los naufragios es plenamente conocido y se han documentado infinidad de saqueos a barcos hundidos, como ha señalado Vera Moya (www.cronica.com.mx/notas/2012/714156.html). También se da el caso de sitios que se encuentran en la línea costera (parte de éstos se encuentra sumergida, pero otra parte está entre y sobre la arena de las playas), como es el de los restos de un galeón de Manila, ubicado en la Península de Baja California cerca de Guerrero Negro, contexto de difícil acceso, pero al que no es imposible llegar, al cual año con año llegan buscadores de tesoros y beach combers o rastreadores de playas, sobre todo estadunidenses, muchos de los cuales llevan a cabo un saqueo hormiga, mínimo pero constante.
La llamada elección “por unanimidad” de Barba Meinecke como miembro del Consejo Consultivo no es tal. Es evidente que ha sido tomada gracias a la gran influencia de la maestra Luna en esos órganos internacionales, quien actualmente se encuentra en edad del retiro y que de acuerdo con varios colaboradores de la SAS, cada vez se presenta menos a las oficinas de la dependencia ubicadas en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Lo que se advierte en ésta y otras señales del empoderamiento que al interior de la SAS ha recibido Barba Meinecke es una clara manipulación por parte de la maestra Luna para dejar una sucesora a modo, pues después de más de 30 años a cargo de la SAS y con los escasos logros conseguidos hasta ahora su salida es ya inminente.
*Maestro en ciencias; arqueólogo subacuático; diseñador gráfico; integrante del taller Madre Crónica
Fuente: Contralínea 343 / julio 2013
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