Hasta el 90 por ciento de las abejas que entran en contacto con aparentes plantas inofensivas muere. La razón: los insecticidas químicos, los cuales permanecen en las raíces hasta varios años después de haber sido aplicados. En riesgo, la apicultura por un enemigo invisible
11. octubre, 2013 IPS Línea Global
Carey L Biron/IPS
Washington, DC, Estados Unidos. Importantes comerciantes minoristas de Estados Unidos venden plantas de jardín presentadas como “amigables con las abejas”, pero rociadas con pesticidas tóxicos para esos insectos, según un estudio preliminar –el primero sobre el tema– divulgado en agosto pasado.
Investigadores de la sección estadunidense de Amigos de la Tierra y el Instituto de Investigaciones sobre los Pesticidas sostienen que más de la mitad de las plantas de viveros estudiadas contienen residuos de plaguicidas “neonicotinoides”, acusados de contribuir con la muerte masiva de poblaciones de abejas melíferas en el mundo.
“En los niveles observados en nuestro informe, el alto porcentaje de plantas contaminadas y las altas concentraciones sugieren que este problema está generalizado”, dice a Inter Press Service (IPS) la experta Lisa Archer, coautora del nuevo estudio y directora del programa de Alimentación y Tecnología en Amigos de la Tierra-Estados Unidos.
“Lamentablemente, es probable que demasiados jardines domésticos se hayan convertido en una fuente de exposición a pesticidas que han demostrado dañar, debilitar y matar a las abejas. Genera una gran conmoción que consumidores que estén comprando estas plantas específicamente para ayudar a las abejas de hecho las estén envenenando”, agrega Archer.
Muchos comparten esa conmoción. El 14 de agosto, el mismo día en que se divulgó la investigación, estas organizaciones dieron a conocer una petición firmada por unas 175 mil personas y dirigida a grandes minoristas, urgiéndolos a dejar de vender plantas tratadas con neonicotinoides.
El pasado invierno boreal fue uno de los peores de los que se tenga registro para las poblaciones de abejas comerciales de Estados Unidos. Los apicultores reportaron entre 40 y 90 por ciento de mortalidad y el colapso de casi un tercio de las colmenas. Según los expertos, la mortalidad normal durante el invierno debería ser de entre 10 y 20 por ciento.
En Estados Unidos, alrededor de un tercio del suministro alimentario (y dos tercios de los cultivos alimentarios) depende de la polinización que llevan a cabo las abejas. Los ecosistemas en sentido más amplio tienen aún más que perder, dado que alrededor del 80 por ciento de las plantas que florecen dependen de estos insectos para sobrevivir.
Los neonicotinoides (o neónicos) son pesticidas sistémicos, solubles en agua, que pueden viajar a través de un cultivo por sus raíces, permaneciendo dentro de la planta por múltiples temporadas. Actualmente constituyen la clase más común de plaguicida en el mundo, incluidos los tratamientos para casi todos los granos que se siembran comercialmente en Estados Unidos.
Cada vez más evidencias científicas sugieren que una baja exposición a los neónicos puede estar volviendo a las poblaciones apícolas más vulnerables a una serie de otros problemas, incluidos parásitos y cambio climático.
Dosis subletales
Aunque los científicos se centran cada vez más en el potencial impacto del uso agrícola de los neónicos, el estudio divulgado es el primero que intenta evaluar el uso de estas sustancias en jardines ornamentales industriales y domésticos.
El informe señala que “muchos de los arbustos y plantas que se venden en viveros y comercios de jardinería en Estados Unidos son pretratados con neonicotinoides en dosis mucho más elevadas que las que se usan en las granjas”.
La muestra en la que se basó el estudio fue muy pequeña, de apenas 13 plantas conocidas como muy atractivas para los polinizadores, y por ello los científicos reclaman una investigación más extensiva. Las plantas se compraron en tres cadenas minoristas –con presencia en todo Estados Unidos– en tres áreas del país, y luego fueron analizadas por un laboratorio independiente.
Más de la mitad de las plantas muestreadas presentaban algún grado de concentración de neónicos, oscilando entre 11 y 1 mil 500 microgramos por kilogramo. Se descubrió que algunas plantas contenían dos o incluso tres tipos de estas sustancias tóxicas.
Aunque los menores niveles de ese espectro probablemente no matarían a las abejas, Archer destaca que cantidades más pequeñas podrían tener un impacto significativo.
“Definitivamente es posible que se produzcan efectos adversos incluso con cantidades menores, lo que incluye el impacto sobre la fertilidad de las abejas y sobre su capacidad de orientarse, como se demostró previamente en situación de laboratorio”, dice.
“Las abejas ya tienen suficientes problemas, así que nuestra esperanza con este estudio es que los comerciantes minoristas ahora puedan tomar medidas y liderar en este tema, para asegurar que los consumidores, por lo menos, tengan acceso a plantas libres de neónicos”, añade.
Archer ignora qué grado de conocimiento hay en la industria de los viveros minoristas sobre el potencial impacto de los neónicos sobre las poblaciones de abejas.
Un portavoz de Home Depot, un gigante de los servicios para el hogar que opera unos 2 mil 250 comercios, dice a IPS que su oficina todavía no había evaluado el nuevo estudio. “Pero sin duda apreciamos la importancia de la población apícola –indica–, así que nos acercaremos a los grupos de estudio para aprender más”.
Lowe’s, otra cadena de minoristas incluida en el nuevo estudio, no respondió a la solicitud de declaraciones sobre el tema.
Reguladores a la defensiva
En julio pasado, congresistas de Estados Unidos presentaron un proyecto de ley con medidas interinas de emergencia para salvaguardar las colmenas del país, luego de que unas 50 mil abejas melíferas fallecieron tras la aplicación ornamental de pesticida neónico en un estacionamiento.
De aprobarse, el proyecto frenará el uso de neónicos hasta que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés) –organismo que aprobó su uso inicialmente– vuelva a evaluar estos pesticidas en 2018.
“Hace 12 años, la EPA quedó tan prendada de los insecticidas sistémicos que aprobó cientos de estos productos”, comenta a IPS el abogado Peter Jenkins, del Centro para la Seguridad Alimentaria, que demandó a esa agencia por este tema.
“Pero resulta que estos insecticidas sistémicos plantean riesgos importantes que la EPA no entendió plenamente. Ahora la agencia está a la defensiva… Será difícil echar atrás estos productos, pero puede hacerse”, agrega.
Aunque algunos sugieren que la campaña conservadora podría condenar la legislación sobre los polinizadores, actualmente pendiente, Jenkins señala recientes evidencias de un importante apoyo bipartidista a tal acción.
Una disposición relacionada pudo haberse aprobado a comienzos de este año en la Cámara de Representantes, controlada por el opositor Partido Republicano, como parte de un proyecto de ley más amplio que terminó fracasando, dice Jenkins.
Además, el comité de la misma Cámara que controla las asignaciones financieras para la EPA, actualmente urge a la Agencia a tomar medidas regulatorias relacionadas.
En buena medida, el precedente mundial sobre el uso de neónicos se registró en Europa. La Unión Europea está determinada a aprobar una moratoria de 2 años al uso de tres tipos de neónicos, lo que está sujeto a investigaciones adicionales; mientras que la mayoría de los comerciantes de productos para jardines domésticos en Gran Bretaña ya han dejado de vender plantas tratadas con esas sustancias.
“Si los comerciantes lo pueden hacer en Gran Bretaña, también lo pueden hacer aquí”, dice Archer.
Y agrega que, “según la Asociación Estadunidense de Jardinería, más del 80 por ciento de los consumidores están interesado en comprar productos amigables con el ambiente, así que esperamos que los minoristas vean esto como una oportunidad para ser líderes en la protección de polinizadores”.
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Fuente: Contralínea 355 / Octubre 2013
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