El reciente proceso electoral del Partido Acción Nacional (PAN), donde por primera vez votaron directamente los militantes de ese partido para elegir a su dirigente, enfrentó a Ernesto Cordero, candidato del espurio expresidente Felipe Calderón, con Gustavo Madero Muñoz, quien buscó su reelección y sigue una línea colaboracionista con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
En las campañas, sectores panistas exhibieron sus habilidades para la guerra sucia electoral, que en 2006 practicaron contra el pueblo de México y que ahora ejercitaron contra ellos mismos.
En efecto, abundaron las denuncias de las trampas cometidas en la jornada electoral por las dos partes en pugna, en un estilo similar al de 2006: desde el robo de urnas y las papeletas tiradas en la calle, hasta la compra de votos y los intentos de sabotear las elecciones mediante mensajes falsos.
El resultado del proceso fue la reelección de Madero y la derrota de Cordero, con lo que se esfuma la sombra del calderonismo en su propio partido político.
El mismo día, Ernesto Cordero aceptó el resultado, y hubiera sido grotesco que clamara ante las instancias legales y ante la opinión pública por el recuento de los votos, pues Felipe Calderón, el jefe de Cordero, fue el promotor del gran fraude electoral de hace 8 años.
Donde está el PAN están el Yunque y otros grupos de la ultraderecha, por lo que estuvieron presentes en ambos bandos en pugna (el de Cordero y el de Madero), pero en las huestes de Cordero, como era de esperar, era aún más acentuada la presencia ultraderechista, mientras que las filas de Madero incluían, además de extremistas católicos, a los pocos panistas que no exhiben raíces clericales, como Santiago Creel.
Dos bandos derechistas
Ernesto Cordero, quien fuera secretario de Hacienda y Crédito Público en el sexenio de Calderón, a cuya sombra hizo su carrera política, fue, obviamente, el prospecto del espurio expresidente en la contienda panista.
Días antes de la elección, la propia Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa de Calderón, hizo declaraciones a favor del senador y exsecretario de Hacienda, que se hizo famoso por su declaración de que una familia mexicana podía vivir holgadamente con 6 mil pesos al mes.
También fue muy comentado su lapsus, ya como candidato del PAN, de que aspiraba a ser presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como dijo en uno de sus discursos de campaña, y seguramente ése es su verdadero anhelo, dada la correlación actual de fuerzas.
Dijo: “Yo quiero ser presidente del PRI [...] para ordenar ese legado de millones, de miles de mexicanos que desde 1939 han construido un país, el país que hoy tenemos” (La Jornada, 27 de marzo de 2014, página 10).
Con el PAN fuera del gobierno federal, Calderón ha perdido la posibilidad de brindar a sus secuaces empleos y prebendas en la esfera pública; no obstante, entre los seguidores de Cordero se contaron exfuncionarios ultraderechistas que habían sido arropados por Calderón.
Entre ellos se contaron José Luis Luege, exdirector de la Comisión Nacional del Agua y exdirigente de Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, organismo de fachada del Yunque; así como Ana Teresa Aranda, exsubsecretaria en la Secretaría de Gobernación en el periodo de Calderón. Aranda proviene de la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), otro grupo de la ultraderecha católica.
Desde luego los parientes de Calderón, como Luisa María Calderón y su prima política Mariana Gómez del Campo, estaban con su candidato.
Entre los más conocidos exponentes de la ultraderecha panista que apoyaron a Ernesto Cordero se contó a los yunquistas exgobernadores de Guanajuato: Juan Manuel Oliva y Juan Carlos Romero Hicks.
Pero la ultraderecha, fuerza prevaleciente en el PAN, también estuvo presente en el bando reeleccionista de Gustavo Madero, a quien apoyó el yunquista Marco Antonio Adame, exgobernador de Morelos y exdirigente del grupo Testimonio y Esperanza, el mismo que organiza las peregrinaciones político-religiosas al cerro del Cubilete.
Otra notoria presencia ultraderechista en el bando de Madero fue la de Federico Döring, del Distrito Federal.
Llamó la atención la presencia en el bando maderista de Germán Martínez, antes cercano a Calderón y quien en pleno delirio católico exigía, hace unos años, guanajuatizar todo el país.
Sin embargo, en las filas de Madero, quien ha estado en la tónica de acercarse al gobierno de Peña Nieto bajo la premisa de que el PAN ya no controla la Presidencia, se contaban otros apoyos, además del de militantes ultraderechistas.
Por ejemplo Santiago Creel, secretario de Gobernación en la época de Vicente Fox, y quien es prácticamente el único panista que ha llegado a las esferas más altas del poder sin provenir del sector católico o empresarial.
Madero contó también con el apoyo de varios gobernadores panistas: Francisco Vega (Kiko), de Baja California; Guillermo Padrés, de Sonora; y Rafael Moreno Valle, de Puebla. Este último surgido de la estrategia panista pragmática de los últimos tiempos de aliarse con fuerzas de otros partidos (incluso de la izquierda) con tal de ganar aunque sea en unos pocos estados.
El fantasma del PRI
La contienda entre Cordero y Madero fue reñida, abundante en acusaciones de un bando contra otro.
Durante el debate público entre Cordero y Madero que se llevó a cabo 20 días antes de la elección, los dos se acusaron nada menos que de cultivar relaciones con el PRI…
Mientras que Cordero hacía notar la disposición de Madero de “cogobernar” con Peña Nieto, cuyas reformas y pactos ha apoyado, Madero le respondía en el mismo tono citando hechos concretos: “Cuando tú fuiste secretario de Hacienda, doblaste el presupuesto de los gobernadores, en especial el de Peña Nieto, le doblaste un ciento por ciento, de 90 a 180 mil millones de pesos [...]. Sin restricción de transparencia ni rendición de cuentas, pavimentándole el camino para que el señor pudiera anunciarse en todos lados y ganar la Presidencia de la República” (http://mexico.cnn.com/nacional/2014/04/29/debate-pan-cordero-madero).
A lo largo de las campañas, los panistas se acusaron unos a otros de recurrir a maniobras sucias, como la compra de votos, indebido desvío de recursos hacia el proselitismo electoral, coacción, etcétera (véase en internet: “Equipo de Cordero niega compra de votos”, www.planoinformativo.com/nota/id/324844; “Acusan supuesta compra de votos para Cordero”, http://e-tlaxcala.mx/nota/2014-05-17/pol%C3%ADtica/acusan-supuesta-compra-de-votos-para-cordero; “Llegan grupos de choque para operar a favor de Madero”, www.lajornadadeoriente.com.mx/2014/05/16/llegan-grupos-de-choque-para-operar-a-favor-de-madero/; “Anticipan irregularidades en votación panista”, http://elexpres.com/noticias/news-display.php?story_id=60561; “Denuncia Juan Manuel Oliva envío de mensajes para boicotear elección”, www.periodicocorreo.com.mx/vida_publica/156827-denuncia-juan-manuel-oliva-envio-de-mensajes-para-boicotear-eleccion.html).
Todas esas denuncias no deben sorprender a nadie, pues con el gigantesco fraude en la elección presidencial de 2006 muchos panistas demostraron que no por ser tan católicos son menos tramposos; ahora los panistas recurrieron a la guerra sucia, pero contra ellos mismos.
Ante ese clima de enfrentamiento, en vísperas de los comicios panistas, su presidenta interina, Cecilia Romero, exlideresa de la Ancifem, confesaba que “existe el riesgo de que la elección interna del próximo domingo entre Gustavo Madero y Ernesto Cordero termine en los tribunales, ya que ambos candidatos han cometido excesos a lo largo de la campaña.
“Lo que deseamos es que esto no suceda [la judicialización de la elección], que al final de la jornada haya una aceptación de los resultados, evidentemente uno va a ganar y otro va a perder. Lo que tenemos que hacer es proveer lo necesario para que haya una aceptación del resultado.”
Por su parte, el ultracatólico Luis Felipe Bravo Mena, expresidente nacional del PAN, exembajador de México en la Ciudad del Vaticano y señalado como militante de la Organización Nacional del Yunque, admitió que “la elección entre Gustavo Madero y Ernesto Cordero puede terminar por ahondar las diferencias en el partido y fracturarlo” (www.milenio.com/politica/Cordero-Madero-cometido-excesos-Romero_0_298770340.html).
Quizás para no propiciar una debacle mayor del partido de la derecha católica, Cordero prefirió no impugnar los resultados de las elecciones.
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