El Deportivo Alfredo Harp Helú de la Universidad Nacional Autónoma de México fue construido con recursos de la UNAM y la Conade, sin aportación alguna por parte del empresario homenajeado –uno de los hombres más ricos del país y quien fuera beneficiado por el Fobaproa–, revela la propia Universidad. El complejo, cuya primera etapa fue inaugurada por el rector José Narro Robles, está cerrado para el grueso de los universitarios, pero dispuesto gratuitamente para las fuerzas básicas del Club Universidad Nacional, asociación privada que no es parte de la máxima casa de estudios
Ciento veinte mil metros cuadrados dentro de Ciudad Universitaria están amurallados, enrejados y coronados por alambre de púas. Para entrar se necesita un permiso previo y si a algún universitario se le ocurriera en un día cualquiera conocer las instalaciones, no pasará de la banqueta de Avenida del Imán.
El 5 de febrero de 2014 el rector José Narro Robles inauguró el deportivo que ahí se asienta y develó una placa en “honor” de uno de los empresarios más ricos del país: Alfredo Harp Helú, quien –de acuerdo con la revista estadunidense Forbes– ostenta una fortuna mayor a los 1 mil 600 millones de dólares.
Para la edificación del nuevo complejo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) gastó 24 millones de pesos y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), 15 millones más por su parte. “El contador público Alfredo Harp Helú no participó en la inversión para la construcción del deportivo que lleva su nombre”, revela a Contralínea la Secretaría de Servicios a la Comunidad de la UNAM, al responder a la solicitud de información F9701.
Por separado, la Secretaría Administrativa de la máxima casa de estudios del país señala que tampoco la Fundación Alfredo Harp Helú “realizó ninguna aportación ni en dinero ni en especie para la construcción del complejo deportivo CP Alfredo Harp Helú” (respuesta a la solicitud de información F9824).
“Hoy, este complejo deportivo lleva su nombre, pero podría ser una biblioteca, una sala de cultura, un edificio de aulas; podrían ser muchas cosas, porque son muchas las áreas donde Alfredo Harp, su convicción y su fundación lo han llevado a apoyar a nuestro país”, dijo Narro Robles sobre uno de los mayores beneficiados por el rescate bancario llevado a cabo por el gobierno de Ernesto Zedillo, el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, el Fobaproa.
En aquella ocasión, la cantidad involucrada fue de 60 mil millones de pesos, la cual fue transformada en deuda pública. Una vez saneado el entonces Grupo Financiero Banamex-Accival, en 2001, sus dueños –Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú y Alejandro Betancourt– decidieron venderlo, en 2002, a Citigroup por 12 mil 500 millones de dólares, en una transacción en la que se ahorraron un pago de impuestos estimado en 3.5 mil millones de dólares, unos 35 mil millones de pesos.
En ese entonces Gabriel Reyes, exprocurador fiscal de la Federación, consideró que la operación había causado el mayor quebranto fiscal en la historia del país, “al omitirse el pago de contribuciones por más de 3 mil 500 millones de dólares”.
En entrevista con Contralínea, Severino Rubio Domínguez, director general de Actividades Deportivas y Recreativas de la UNAM, asegura que la iniciativa de rendir tributo al empresario fue suya, empero aprobada por la administración central: “Con el respaldo de un consejo colegiado como [lo] es el consejo interno de deportes, presentamos la idea a la Secretaría de Servicios a la Comunidad y en efecto desplegar [sic] a la parte del Patronato y a la parte que cuida del registro de los recintos universitarios”.
La Fundación Alfredo Harp Helú se jacta de ofrecer becas a estudiantes a través de Fundación UNAM, una asociación conformada por empresarios como Carlos Slim, Miguel Alemán y Alberto Baillères.
Contralínea solicitó a la Universidad una lista de las donaciones hechas por Alfredo Harp o su fundación de forma directa. En la respuesta a la solicitud de información con folio F9840, la institución informa que “en 2013 se recibió un donativo en especie de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, AC, consistente en 25 teclados Bluetooth Samsung y 25 Samsung Galaxy Tab, con valor total de 169 mil 109 pesos”.
La Universidad ha tenido “muchos deportistas que han provocado momentos gloriosos, muchachos que eran verdaderos ídolos que llenaban los estadios y no sé por qué no les han dado el reconocimiento… Pepe Narro… muchos rectores no les han dado lo que merecen. Conozco bien a Alfredo [Harp], pero me parece un error”, dice a Contralínea el profesor Alejandro Morales Troncoso, presidente de la Asociación Civil Universitaria de Deportistas Egresados de la UNAM.
En la ceremonia de apertura, el titular de la Conade, el exclavadista Jesús Mena Campos, mencionó como ejemplos del deporte universitario a Gustavo Sánchez, medallista paralímpico en Londres 2012, y a Joel Sánchez, quien subió a un podio en Sídney 2000. Ambos atletas estaban presentes, sin embargo nadie cuestionó el motivo por el cual no se tomó en cuenta a ningún deportista o entrenador destacado de la máxima casa de estudios, pues no fueron pocos los que pensaron, incluso varios medios así lo publicaron, que “don Alfredo” –como llama el rector a Harp Helú– había donado lo necesario para la creación del espacio.
Cerrado para los universitarios, abierto para los Pumas
“De lo que estamos preocupados es [de] generar espacios para nuevos deportes”, expone, orgulloso, en entrevista con Contralínea Severino Rubio Domínguez, director general de Actividades Deportivas y Recreativas de la UNAM, mientras contempla uno de los campos de futbol.
Cuarenta y tres mil metros cuadrados de los 120 mil del terreno fueron los que inauguró el rector Narro Robles del brazo con Harp Helú. El resto de la primera etapa del deportivo lo componen un sendero para correr, cuatro canchas de basquetbol y otra más de futbol, esta última de medidas profesionales. El gasto total fue de 39 millones de pesos.
“Sí, son 39 millones los que se invirtieron en esta primera etapa, en [la] preparación del terreno y delimitación y todo el bardeado para el área”, dice el funcionario universitario. “Debo decir que de los casi 40 millones de pesos, yo creo que la Universidad ha tenido que invertir alrededor de 3…”
—¿Cuánto?
—Tres… De 40 millones, 3 [millones]… –reitera Rubio Domínguez sin saber que la propia UNAM informaría a Contralínea que el monto erogado por la casa de estudios fue ocho veces más: 24 millones de pesos.
—¿Cuánto se necesitará para terminar el deportivo?
—El complejo requiere una inversión de alrededor de 120 millones de pesos para completarse, después de [los primeros] 40 [millones], otros 120 [millones]…
Mientras un grupo de niños entrena con el balón sobre el pasto artificial, el encargado del deporte universitario explica que si un alumno desea ingresar al deportivo, aunque sea exclusivamente para correr, tendrá que estar inscrito en el Programa Universitario de Activación Física. Si no es así, como en cualquier club privado, la entrada se le negará.
“En efecto [el complejo] tiene un sistema de control de acceso y programación. Aquí prescriben algunos ejercicios para hacer la activación de la evaluación física de los universitarios”, añade Rubio Domínguez. Sin embargo, la única entrada al deportivo está sobre Avenida del Imán, en el extremo Suroriente de Ciudad Universitaria; ninguna ruta del Pumabús lleva allá y 2 kilómetros la separan de la estación del metro más cercana.
Además, existen otros 150 puntos en diversos lugares de la UNAM en los que se puede llevar a cabo dicha evaluación física.
El Deportivo Alfredo Harp Helú de la Universidad Nacional Autónoma de México está cerrado para el grueso de la comunidad universitaria (“es para los equipos representativos”, fue la frase repetida en la inauguración) pero está abierto, gratuitamente, para los Pumas, el equipo de la primera división del futbol mexicano privado que utiliza la imagen de la Universidad mas no la representa.
“En esta primera etapa el deportivo sólo está destinado al uso de los programas infantiles en futbol debido a que las características de la colindancia [con la reserva ecológica] no nos permite tener, digamos, a jóvenes que ya le pegan duro al balón”, justifica Rubio Domínguez antes de confesar que también “vienen equipos de la sub 15 y la sub 17 del Club a hacer entrenamiento…”
—¿Equipos parte del Club Universidad?
—Del Club Universidad Nacional [AC]. Hay tres programas de futbol. Nosotros supervisamos el de Pumitas, como deporte recreativo, éste [el de los niños que entrenan mientras se realiza la entrevista] que es a nivel infantil una representación competitiva. Lo otro es la relación que tenemos con el Club, ya para otros fines de lo que son las fuerzas básicas y la cantera del Club.
—¿Entonces los Pumas seguirán trabajando aquí?
—Eh… Yo creo que en la medida en que tengamos más personal para atender el complejo deportivo ya podremos ir abriéndolo propiamente sólo a la comunidad de estudiantes de la UNAM y a la comunidad en general –asegura el funcionario.
Así, mientras una asociación privada como lo son los Pumas tiene a sus fuerzas básicas entrenando en el Deportivo Alfredo Harp Helú, el grueso de los universitarios tendrá que esperar a ver si algún día será abierto para ellos.
Contralínea buscó en reiteradas ocasiones conversar con Alfredo Harp Helú y con Sissi Harp Calderoni, directora de la Fundación Alfredo Harp Helú. Sin embargo, la solicitud de entrevista presentada ante la asistente de Harp Calderoni, Susana Rivera, fue rechazada.
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