Hace más de un mes que las autoridades de Kiev dicen estar «negociando un plan de paz». Pero prosiguen su guerra contra la República de Donetsk. No se sabe con precisión el número de víctimas civiles pero al menos 480 000 ucranianos han buscado refugio en Rusia. Mijaíl Leontieff explica en este trabajo por qué el plan de paz del presidente Porochenko es sólo un espejismo.
Hay que decir, en primer lugar, que el «plan de paz»
[1] de Petro Porochenko no contiene nada de lo que debería existir en un plan de paz.
Por definición, un plan de paz es algo que se negocia cuando se reconoce estar en estado de guerra, ante un conflicto armado. Un plan de paz implica, de una u otra manera, poner fin al conflicto armado e restablecer la paz. Sin eso... no hay plan de paz.
Un plan de paz reconoce sistemáticamente la presencia de al menos dos partes en conflicto y reconoce a cada una de ellas como un actor del conflicto, incluso aunque el papel «pacificador» de cada una de las partes se perciba de forma diferente.
Y, por último, un plan de paz supone que haya negociaciones entre las dos partes, incluso aunque la balanza de las negociaciones así como su resultado «pacífico» se incline de uno u otro lado de manera desigual.
El llamado «plan de paz» de Porochenko no considera a la resistencia separatista armada del este de Ucrania como un actor de las negociaciones, aunque esas negociaciones se iniciaron en Donetsk. El embajador de Rusia en Ucrania Mijail Zurabov, el ex presidente ucraniano Leonid Kuchma y Viktor Medvedchuk [2] no son instigadores ni tampoco participantes de la lucha armada que se está desarrollando actualmente.
Es también bastante raro ver que el plan de Porochenko no menciona ni el papel de las fuerzas armadas ucranianas oficiales (a pesar de ser consideradas como legítimas) ni tampoco el de las autoridades de Kiev. Nada de eso se parece a una negociación. Uno tiene la impresión de estar leyendo más bien una exposición destinada a dar respuesta a un problema pero sin abordar nunca la cuestión principal. Así que el problema sigue siendo el mismo y la situación no hace más que empeorar.
Hay muchas razones para pensar que las verdaderas negociaciones no comenzarán hasta que los acontecimientos no pacíficos hayan engendrado una situación tan insostenible que la negociación se haga entonces imperiosamente necesaria y vital para uno de los dos bandos.
Actualmente no todos los participantes del conflicto están implicados en la negociación, ni estas son dadas a conocer por todos los representantes implicados, quienes a su vez tampoco representan a todos los participantes.
Si hubiese que responder brevemente a la pregunta ¿por qué se considera a Rusia como única responsable de la actual situación?, para los de enfrente la respuesta sería muy simple: la mitad de Ucrania es pro-rusa y mientras más radicales son los representantes de esa mitad, más favorables son a Rusia. Es por eso, naturalmente, que todo depende de Rusia, porque se le atribuye la responsabilidad de obligar a esa población pro-rusa a someterse a la junta «legítima» de Kiev.
Hay que admitir que detrás de todo eso se mueve una lógica muy particular. Y esa lógica se aplica a través de las sanciones, las amenazas, las presiones, etc. A ese tipo de lógica, sólo puede oponerse un razonamiento idéntico: Occidente debe obligar a los dirigentes títeres de Kiev y a la población más o menos favorable a estos a someterse a los reclamos del este pro-ruso.
Dos condiciones deben estar reunidas para ello: primeramente, que esos reclamos tengan algo de realismo para que sean al menos analizados por las autoridades rusófobas del oeste del país y, en segundo lugar, que se pongan a disposición los recursos materiales necesarios en relación con la situación político-militar que existe actualmente. Es en ese sentido que habría que orientar ahora nuestros esfuerzos.
Recordatorio. Por supuesto, en la situación ideal ese proyecto se realizaría mediante el desmantelamiento del seudogobierno que hoy ocupa el poder en Ucrania y sería el desenlace más lógico, haciendo abstracción del hecho que nuestros hermanos ucranianos se ven imposibilitados, en este momento, de optar por ese camino.
Fuente: Однако
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción del ruso al francés de Julia.
[1] «El plan Porochenko de arreglo de la crisis en Ucrania», Red Voltaire, 20 de junio de 2014.
[2] Viktor Medvedchuk es un hombre de negocios ucraniano que comenzó a hacer política en 1998 y se convirtió en jefe de la administración presidencial de Leonid Kuchma (2002-2005). Amigo personal de Vladimir Putin –quien es padrino de su hija–, Medvedchuk preside el Partido de la Opción Ucraniana.
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