Mientras el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, disfrutaba sus vacaciones de fin de año jugando al golf en su residencia de Malinalco, la economía nacional terminó por irse a pique a consecuencia del derrumbe de los precios internacionales del petróleo y la devaluación del peso frente al dólar.
Al galardonado “ministro de finanzas” en 2014 por The Banker le fallaron, por amplio margen, sus proyecciones económicas para este año, que aún con la anunciada cobertura petrolera enfrentarán un gigantesco hoyo en los ingresos públicos, producto de la venta de hidrocarburos al exterior. Esto seguramente incidirá en recortes emergentes a los presupuestos de educación, salud, pensiones, despidos en el sector público…
Serán los trabajadores y los contribuyentes cautivos los que paguen los platos rotos –casi en añicos–. Hacienda le apuesta a que con una mayor recaudación del impuesto sobre la renta este año obtendrá una tablita salvadora que le permita campear el vendaval que se avecina, por lo que Videgaray y sus “asesores” ya preparan dotar de más armas de fiscalización al Servicio de Administración Tributaria (SAT) para que exprima a quienes, a su juicio, se configuran como evasores fiscales: ciudadanos de a pie que, por supuesto, no pueden pagar una residencia de 7.5 millones de pesos como la del secretario, y menos podrían justificar ingresos por tal monto y acumularlos en sólo 2 años estando fuera del servicio público, como lo esgrimió a los medios el funcionario.
Los factores externos que tienen al país contra las cuerdas son la prueba de los errores de Videgaray al mando de las directrices económicas, al acrecentar el endeudamiento en dólares, abandonar al campo, a la pequeña y mediana industria, apostándole a las exportaciones. En este terreno, desde hace 20 años los inequitativos acuerdos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte terminaron por aniquilar al sector agropecuario y a otras ramas productivas que han ido a la quiebra por competir en franca desventaja.
En sólo 1 año, el esquema de bonanza que enarbolaba la actual administración desapareció por el incipiente crecimiento económico donde se ha estancando además la creación de empleos estables y bien remunerados que, a decir de los voceros oficiales, lloverían a cántaros una vez que se aprobaran las reformas estructurales.
El acelerado endeudamiento es otro de los factores que bregarán en contra de la imagen del actual gobierno federal, pues siendo oposición los priístas no se cansaron de criticar a las administraciones panistas por los excesivos empréstitos que llevaron la deuda pública a los linderos de los 5 billones de pesos; ahora que la pelota está en la cancha de los tricolores las cosas no mejoran, van de mal en peor, pues en sólo 2 años el nivel de endeudamiento se incrementó en 1.2 billones, disparando el total de la deuda a 7 billones 151 mil millones de pesos, el 42 por ciento del producto interno bruto, muy por encima al nivel estimado como recomendable por los organismos financieros internacionales.
Por si esto no bastara, el Congreso de la Unión aprobó a la administración federal, para 2015, contraer un endeudamiento interno del orden de los 595 mil millones de pesos y uno externo por 6 mil millones de dólares; montos que parecen irrisorios si se considera que la caída del 3.5 por ciento de los ingresos petroleros registrada de enero a noviembre del pasado año ocasionó un déficit presupuestal de 461 mil 300 millones de pesos.
Si se considera que el proyecto de ingresos para 2015 estableció un precio promedio de 79 dólares por barril de petróleo y que el crudo mexicano se cotiza con la baja en el mercado mundial en 42 dólares, el faltante será de casi 50 por ciento a compensar. De esta forma, el billón de pesos que obtuvo el gobierno federal por la venta de petróleo en 2014 podría reducirse a casi la mitad, o más, de continuar en picada los precios.
Esto parece que ha desalentado a los inversionistas extranjeros que, hipotéticamente, abarrotarían de propuestas a la cercana Ronda 1, contemplada en la reforma energética, por lo que no conformes con abrirles sin restricciones el sector energético, funcionarios como el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, ya preparan la entrega total del país en aras de atraer el ahora desgastado interés de las multinacionales, permitiéndoles acceder a las áreas de explotación reservadas por Petróleos Mexicanos en la Ronda 0.
El panorama se le complicará a los priístas en pleno año electoral: aún cuando en su control de daños anunciaron como buenas noticias para los millones de mexicanos golpeados en sus bolsillos por una inflación que avanza silenciosa, pero segura, la baja en las tarifas de luz y un alto a los gasolinazos, el 1 de enero se aplicó el primer incremento a las gasolinas, echando por tierra las buenas intenciones y poniendo en entredicho los supuestos beneficios que traerá a quienes tienen menos recursos la reforma energética.
Según el presidente Enrique Peña Nieto habrá mayor impulso a programas como el de jóvenes emprendedores de negocios, se acelerará la construcción de viviendas dignas y habrá un programa de estímulos fiscales en apoyo a las actividades agropecuarias y a la economía de estados en franca crisis social, como Chiapas, Guerrero y Oaxaca; es decir, se insiste en buscar a través de programas asistencialistas la solución a otros derivados de la aplicación de un desfasado e inoperante modelo neoliberal que por todos los rincones del mundo hace agua. Las aspirinas no curan los tumores malignos, pero el gobierno mexicano insiste en gastar en ellas y recetarlas a diestra y siniestra.
El balance económico, por donde se le vea, no es nada alentador para un país con 63 millones de pobres, una informalidad que va al alza con cerca de 30 millones que sobreviven sin una estabilidad en el empleo, sin seguridad social, y un gobierno empecinado en mantener un esquema económico obsoleto, argumentando en cada una de sus disparatadas acciones la defensa del interés público y la economía nacional, gastadas frases cliché que fueron repetidas hasta el cansancio por el expresidente “del empleo” Felipe Calderón cuando trató de justificar el despido de los 44 mil trabajadores electricistas, vía su impositivo decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro en octubre de 2009.
Vale plantearse como propósito de año nuevo: ¿qué sanción merecen los tecnócratas en el poder por los pésimos resultados entregados al país en materia económica y de seguridad pública en estos 2 años? Las elecciones intermedias de este 2015 pueden ser la catarsis para millones de mexicanos cansados de mirar en el día a día la incapacidad, impunidad y corrupción con que se conducen funcionarios como el “genio de las finanzas públicas”, Luis Videgaray, uno de sus mejores exponentes que feliz y despreocupado juega golf en su residencia en Malinalco, a salvo de las crisis económicas y el terrorismo fiscal del SAT.
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