Se abre la sesión a las 10. 20 horas.
El Presidente (habla en francés): De conformidad con el artículo 39 del reglamento provisional del Consejo, invito al Secretario General Adjunto de Asuntos Hu-manitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia, Sr. Stephen O’Brien, a participar en esta sesión.
El Consejo de Seguridad comenzará ahora el examen del tema que figura en el orden del día.
Deseo señalar a la atención de los miembros del Consejo el documento S/2016/546, que contiene el informe del Secretario General sobre la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad 2139 (2014), 2165 (2014), 2191 (2014) y 2258 (2015).
Doy ahora la palabra al Sr. O’Brien.
Sr. O’Brien, Secretario General Adjunto de Asuntos Hu-manitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia (habla en inglés): Nos reunimos hoy bajo la sombra del asesinato de Jo Co. XFue una brillante parlamentaria británica, quien perdió la vida el jueves pasado ejerciendo sus funciones pocos días antes de cumplir 42 años, dejando a su esposo y sus dos hijos muy pequeños. Ha sido una pérdida para todos nosotros y, sobre todo, para el pueblo inocente de Siria, que no la conoció, pero para el cual trabajó sin descanso, con valentía y eficacia. Tenía un auténtico espíritu humanitario y, trabajando con la valiente organización no gubernamental local Cascos Blancos, fue una de las personas que más ha abogado por que se ponga fin, y de inmediato, a esta guerra prolongada, destructiva y sin sentido.
Así me dijo hace unos días Afin en el hospital de Reyhanli, cerca de Hatay (Turquía), en la frontera con Siria cerca del cruce de Bab al-Hawa, cuando estuve allí el otro día. Él es un Casco Blanco que trabaja en Siria, acaba de perder una pierna por debajo de la rodilla en medio de la explosión de un dispositivo explosivo improvisado y trataba de acostumbrarse a la prótesis. Jo llevó su mensaje a la Cámara de los Comunes y al Salón del Consejo de Seguridad. Se incorporó a la política para decir la verdad al poder, sin temor, al Consejo de Seguridad. Dedico esta declaración a Jo, a sus valores, a su inspiración, y sobre todo, a su llamamiento para que Siria logre la paz de inmediato.
Hay algo fundamentalmente erróneo en un mundo donde los ataques contra hospitales y escuelas, mezquitas y mercados públicos, contra los grupos étnicos, religiosos y confesionales se han convertido en un hecho tan habitual, que dejan de incitar a la reacción. Mes tras mes, de hecho, año tras año, hemos hablado de poner fin a esa carnicería y sobre la importancia de la justicia y la necesidad de que haya rendición de cuentas en Siria. Los sirios han implorado acción, sirios como el Dr. Mazin, quien, como informé al Consejo el mes pasado (véase S/PV. 7701), había estado ayudando a las personas, tratando de salvar vidas en el hospital de Al-Quds, antes de que sufriera heridas graves en la cabeza y el abdomen. Lo único que dijo desde su cama en el hospital, tras acopiar energía para hablar, fue: “Por favor, la paz”.
No obstante, el mundo sigue viendo cómo Siria se desintegra, presa del derramamiento de sangre. En muchas partes del país, la violencia continúa sin freno mientras las partes, al parecer, no entienden que no puede haber una solución militar para este conflicto. Los barrios civiles han sido objeto de ataques. Las instalaciones médicas y otros centros de atención sanitaria han quedado destruidos. La educación se ha interrumpido, y los medios de vida están devastados. ¿No tratarían todos y cada uno de los presentes huir también?En el informe más reciente de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria, publicado el 16 de junio, se señala que en el este, la organización terrorista el Estado Islámico en el Iraq y el Levante (EIIL) ha cometido genocidio, así como múltiples crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra contra los yazidíes. En el informe se describe cómo los miles de yazidíes cautivos en Siria, son sometidos a horrores inimaginables. Las mujeres yazidíes continúan siendo víctimas de la esclavitud sexual, y los niños yazidíes son adoctrinados, entrenados y utilizados en las hostilidades. Hay miles de hombres y niños yazidíes desaparecidos.
En el noroeste, en la provincia de Alepo, una ofensiva del EIIL contra Azaz y la zona circundante causó numerosas víctimas civiles, y amenazó a 200.000 civiles. Además, desde el comienzo de la ofensiva contra el EIIL en Menbij, 45.000 personas han sido desplazadas, y ahora otras 65.000 están rodeadas por las Fuerzas Democráticas Sirias. Además, aumentaron los ataques aéreos y los bombardeos en la carretera de Castello, única ruta de acceso que queda para las zonas de Alepo en poder de los grupos armados no estatales, y las aldeas adyacentes de Anadan, Hritan, Kafr Hamra y Khan al-Assal, lo cual supone una vez más el riesgo de que la zona quede completamente rodeada y más de 300.000 civiles atrapados.
Las armas imprecisas, sobre todo el uso implacable de bombas de barril por las fuerzas gubernamentales, han generado una horripilante pérdida de vidas. Por ejemplo, en Daraya, ahora denominada “la capital Siria de las bombas de barril”, según se informa, solo en las últimas semanas se han lanzado decenas de bombas de barril. Mucho se ha hablado sobre el uso de estas armas, pero permítaseme repetirlo: su uso de esta manera constituye ataques indiscriminados. Su único propósito es aterrorizar y castigar a la población civil. Tienen que terminar todos los ataques contra los civiles y los objetivos civiles, así como el uso indiscriminado de armas en zonas pobladas, incluidos los bombardeos de artillería y los bombardeos aéreos, tienen que terminar. Deben terminar ya. Además, antes de que alguien trate de sugerir que esto no es verdad, estas bombas de barril son hechos documentados, hechos indiscutibles, por los cuales los que adoptaron las decisiones y los responsables tendrán que rendir cuentas algún día, con independencia de cuánto tarde.
Este cruel conflicto sigue separando las familias e infligiendo sufrimientos brutales a los inocentes. Apenas la semana pasada, al menos seis niños murieron y decenas resultaron heridos en ataques atroces perpetrados cerca del santuario de Sayidda Zeinab, al sur de Damasco, así como contra un mercado público en Idlib. Millones más están en la línea de fuego, enfrentando una pobreza aplastante y peligros físicos alarmantes. Los niños han sido detenidos por la fuerza; han sido torturados, sometidos a violencia sexual y en algunos casos ejecutados. Se han perdido niños mientras el EIIL y algunos grupos armados no estatales han tomado a niños como blanco para reclutarlos en sus fuerzas.
¿Cuánto tiempo más los niños de Siria tienen que sufrir así? ¿Cuánto tiempo más toleraremos este desprecio absoluto por los preceptos más básicos de la humanidad, la falta de respeto total por el derecho internacional y, de hecho, las resoluciones del Consejo? El 3 de mayo, el Consejo aprobó por unanimidad la resolución 2286 (2016), relativa a la protección de los heridos y los enfermos, el personal médico y el personal humanitario en los conflictos armados. Sin embargo, desde entonces, las Naciones Unidas y sus asociados han recibido informes de decenas de nuevos ataques. En la documentación de Physicians for Human Rights recibida a finales de abril se precisaron 365 ataques contra 259 instalaciones médicas, así como la muerte de 738 miembros del personal médico. Según se informa, las fuerzas del Gobierno sirio fueron responsables de al menos 289 ataques, más del 76%, lo cual arroja un estimado de 667 muertos entre los miembros del personal médico.
Además, desde el 1 de mayo, las Naciones Unidas y sus asociados han recibido informes de muchos más ataques perpetrados contra instalaciones médicas y otras instalaciones sanitarias. Esto incluye la destrucción, el 23 de mayo, de un hospital en Tartous, así como los ataques perpetrados el 8 de junio contra tres centros médicos de Alepo: los hospitales de Al-Bayan y Al-Hakeem, a una distancia de 300 metros, y el dispensario Abdulhadi Fares, todos ellos en la parte oriental de la ciudad. Una vez más, todos estos hechos son innegables.
El Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la salud, Sr. Dainius Püras, advirtió recientemente que:“un gran número de unidades médicas están resultando dañadas y destruidas en toda Siria, hecho que pone de manifiesto lo que se ha convertido en una repugnante característica distintiva de este terrible conflicto. El elevado número de instalaciones afectadas, así como la información que se ha recibido sobre algunos de los incidentes, sugiere que varios hospitales y otros centros médicos pueden haber sido objetivos directos de los ataques”.
También me preocupa profundamente la situación en la berma a lo largo de la frontera con Jordania, donde el número de solicitantes de asilo ha aumentado de manera exponencial en los últimos meses, triplicándose hasta llegar a la estimación actual de más de 70.000 personas. La población de la berma comprende un gran número de personas extremadamente vulnerables. Más de la mitad son niños. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estima que la población superará las 100.000 personas para finales de año. Además, la situación de seguridad en la berma se ha deteriorado de manera considerable, como se mostró dolorosamente el martes cuando al menos seis soldados jordanos perdieron la vida durante un ataque contra un puesto de guardia fronterizo cercano. Ese ataque tuvo lugar cerca de una zona de espera para sirios que aguardan a poder entrar en Jordania.
No cabe duda de que todo esto debería sacudir la conciencia moral del mundo. Está claro que la comunidad internacional debe cuestionarse su humanidad cuando las comunidades religiosas, étnicas y confesionales corren el riesgo de ser erradicadas; cuando los asentamientos de desplazados internos ya no están a salvo de los bombardeos; cuando los refugiados y los migrantes se ahogan en el Mediterráneo a miles; y, para citar el UNICEF, cuando “a los bebés hay que sacarlos de las incubadoras a causa de los ataques contra hospitales”. Esto es indecente. Este no es un mundo que debamos ni podamos aceptar.
Los organismos de las Naciones Unidas y los asociados de las organizaciones no gubernamentales siguen esforzándose incansablemente por responder a las necesidades humanitarias urgentes de la población siria. El plan de junio para el acceso humanitario fue presentado el 19 de mayo y en él se solicitaba el acceso a 1,1 millones de personas en 34 lugares. El 2 de junio, se recibió una respuesta inicial de las autoridades sirias. De los 34 lugares a los que se solicitó acceso, se otorgó pleno acceso a 16, se concedió acceso parcial a 13 —lo cual significa que no se autorizó la entrega de artículos como alimentos o que el número de personas a las que se autorizó la entrega fue mucho inferior a nuestras estimaciones de las personas necesitadas—, y a 5 lugares no se concedió acceso alguno. Tras una segunda ronda de consultas, el 6 de junio se obtuvo acceso parcial a la ciudad de Al-Waer, anteriormente excluida, y se ampliaron aprobaciones de acceso parcial a Darayya y Duma a fin de incluir alimentos para algunos beneficiarios.
Con respecto a las zonas sitiadas en particular, tras intensas negociaciones a diversos niveles para acceder a las zonas sitiadas solicitadas en el plan de junio, las Naciones Unidas recibieron aprobaciones para llegar a 15 por tierra, ya fuera a la totalidad o a parte de la población necesitada. También debo señalar que durante ese mes el número total de zonas asediadas fue revisado a la baja, puesto que Zabdin fue recuperada por el Gobierno de Siria. Esto deja un total de 18 emplazamientos sitiados. La única ubicación sitiada para la que se presentó una solicitud pero que no fue aprobada en el marco del plan de junio es la localidad de Al-Zabadani, en Damasco Rural. Al-Zabadani figura en lo que se conoce como el Acuerdo de las Cuatro Ciudades y, como dije antes, toda entrega a esas ciudades sigue planificándose y ejecutándose en virtud de ese marco. Las solicitudes para las otras dos zonas asediadas —Yarmuk y Deir Ezzor— no están bajo el plan del convoy, pero están cubiertas por separado desde el aire bajo la dirección del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente y el Programa Mundial de Alimentos, respectivamente, los cuales siguen en curso.
En estos mismos momentos en los que estoy hablando, los convoyes interinstitucionales están prestando una asistencia multisectorial muy necesaria a Jirud, en Damasco Rural, y Sheikh Maqsoud, un barrio de la ciudad de Alepo, que ha sido objeto de bombardeos constantes en los últimos meses. Esta es la primera fase de una entrega de múltiples etapas para hacer llegar alimentos, artículos de nutrición, suministros para la salud y la higiene y otras provisiones humanitarias a unas 22.500 personas. El 19 de junio, un convoy de las Naciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria se dirigió al subdistrito de Kafr Batna y proporcionó alimentos y asistencia sanitaria a 25.000 personas en dos emplazamientos sitiados, Ein Terma y Hamouria, así como a tres comunidades de difícil acceso, a saber, Hazeh, Beit Sawa y Eftreis. El 16 de junio, un convoy de las Naciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria entregó alimentos; artículos para la salud, la nutrición y suministros no alimentarios; materiales relacionados con el agua, el saneamiento y la higiene, y asistencia agrícola para 50.000 personas en Afrin y ciudades vecinas de la provincia de Alepo. Ese mismo día, un convoy interinstitucional entregó asistencia humanitaria a 37.500 residentes en el barrio sitiado de Al-Waer, en Homs. Está previsto enviar un convoy de seguimiento en los próximos días, en espera de la aprobación del Gobierno. Juntos, estos convoyes a Al-Waer proporcionarán alimentos, medicamentos, suministros en materia de salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene y suministros de emergencia para 75.000 personas.
A principios de este mes, un convoy de las Naciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria entregó alimentos, suministros de salud, artículos de nutrición, suministros relacionados con el agua, el saneamiento y la higiene, y artículos no alimentarios para 33.500 personas en Al-Dar Alkabirah, Tier Mallah y Al-Ghanto en las zonas rurales del norte de la provincia de Homs. Además, el 10 de junio, las Naciones Unidas y sus asociados realizaron la primera entrega de un proceso de múltiples etapas para llevar alimentos a 24.000 personas, así como suministros en materia de nutrición, salud, higiene y otros suministros humanitarios a unas 40.000 personas en Duma. El día anterior, el 9 de junio, las Naciones Unidas y sus asociados entregaron en Darayya asistencia en materia de alimentación, nutrición, atención sanitaria y médica, agua, saneamiento e higiene, y educación como seguimiento al convoy del 1 de junio que entregó suministros de salud, como vacunas y determinados suplementos nutricionales para los niños. Esta fue la primera vez en cuatro años que las Naciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria pudieron entregar suministros a Darayya. Además, los días 1 y 3 de junio, se desplegaron convoyes interinstitucionales en Moadamiya para entregar alimentos y suministros de salud y nutrición para 45.000 personas.
Pese a los constantes esfuerzos de las Naciones Unidas y nuestros asociados humanitarios sobre el terreno para llegar a todos los necesitados en las comunidades de toda Siria, las realidades del conflicto en curso y la continua injerencia e intransigencia de las partes en el conflicto presentan graves desafíos para nuestra capacidad de hacerlo. Las limitaciones impuestas por las autoridades sirias al acceso en términos de dónde, quién y cuánta asistencia se puede prestar siguen haciendo que la entrega de asistencia a algunas comunidades sea simplemente un fracaso y todo esto se ve agravado por el hecho de que esas mismas autoridades hacen todo lo posible por demorar, desviar y desmantelar los convoyes mientras estamos tratando de llevar a cabo nuestra labor. Organizar la entrega de ayuda debe seguir siendo responsabilidad de las Naciones Unidas y sus asociados sobre la base de la necesidad; no debe estar sujeto a consideraciones políticas o de otra índole.
Debemos comprender que la entrega de ayuda no es simplemente cuestión de mandar un camión en la dirección correcta por la mañana y esperar que todo vaya bien. Las cuestiones de seguridad son cada minuto que pasa motivo de preocupación para el personal sobre el terreno que organiza los convoyes humanitarios y trata de calcular las condiciones más seguras y eficientes de solventar la pesadilla que es una situación de conflicto. Esto exige personal excepcional y valiente. En condiciones óptimas, es una tarea compleja. En Siria, cuando uno se encuentra con la realidad de las condiciones que he descrito hoy —y, de hecho, describo cada mes— durante un conflicto activo y volátil, es un desafío titánico, lleno de peligros, afrontado por este mismo personal extraordinario y valiente, cuya labor debemos hacer más segura, y no más peligrosa si cabe, dándole el espacio para negociar y, como he pedido antes, sin un escrutinio público de todos y cada uno de sus movimientos. No es, sin embargo, algo en lo que, francamente, podamos permitirnos fracasar. Exhorto una vez más a todos los que tienen influencia a seguir presionando a las autoridades para que autoricen un acceso humanitario sin restricciones, seguro y sin trabas, libre de injerencias.
Desde enero de este año, las Naciones Unidas y sus asociados han llegado a 844.325 personas mediante convoyes interinstitucionales a través de las líneas del conflicto. Esta cifra incluye 334.150 personas de las 590.200, aproximadamente, que viven en zonas sitiadas designadas por las Naciones Unidas, algunas designadas más de una vez. Si bien esto representa sin duda un progreso que cabe celebrar, no deja de ser un goteo en comparación con el grado de problemas de protección, necesidades y sufrimiento en las zonas asediadas y de difícil acceso. Además, tras un cuidadoso examen, ahora estimamos que unos 5 millones de personas viven en zonas de difícil acceso, lo que representa un aumento de más de 900.
000 personas con respecto a los cálculos anteriores. Este gran aumento se basa en varios factores, pero principalmente la inclusión de zonas en partes de las provincias de Alepo, Ar-Raqqa y Al-Hasaka a consecuencia de la inseguridad, así como del limitado acceso de los agentes humanitarios tanto desde dentro de Siria como mediante operaciones transfronterizas.
Por tanto, es vital que el impulso que de manera intermitente se viene dando al acceso humanitario en los últimos meses continúe y mejore, y que se amplíe considerablemente en el segundo semestre de este año. La clave ahora es transformar esas solicitudes y aprobaciones relacionadas con lugares sitiados y de difícil acceso en entregas humanitarias completas y sostenidas para todos los sirios necesitados. El equipo que está sobre el terreno trabaja día y noche para que esto se haga realidad, incluso negociando con las autoridades sirias para convertir aprobaciones parciales en aprobaciones completas y para poner fin a la práctica de retirar los suministros médicos, práctica abominable que se mantiene.
Esperamos que a fines de este mes hayamos podido llegar a todas las localidades sitiadas. Los miembros del Consejo pueden estar seguros de que, si se cuenta con aprobaciones completas para todas las zonas, las Naciones Unidas y sus asociados podrán intensificar sus esfuerzos y satisfacer esas necesidades, siempre y cuando la financiación llegue en forma de dinero en efectivo y no se trate solo de promesas. Además, ya presentamos a las autoridades sirias el plan de solicitud de acceso correspondiente a julio. Lo hicimos el 19 de junio, y solicitamos permiso para llegar a 1.220.750 beneficiarios en 35 localidades prioritarias sitiadas, de difícil acceso y al otro lado de la línea del frente. Ese plan debe ser aprobado en su totalidad y sin condiciones.
También es preciso que las partes en el llamado Acuerdo de las Cuatro Ciudades pongan fin a las acciones de represalia mutua para garantizar que los convoyes que han sido autorizados puedan entrar a dichas ciudades y que los civiles que necesitan tratamiento médico puedan tener acceso a este lo antes posible. Para que ello ocurra, y para garantizar el acceso sostenido en las semanas y meses venideros, necesitaremos el apoyo continuo del Consejo de Seguridad, del Grupo Internacional de Apoyo a Siria y de los Estados Miembros. Asimismo, tenemos que seguir apoyando a nuestros valientes asociados de las organizaciones no gubernamentales que trabajan sin descanso en lugares sitiados y de difícil acceso, cuyos programas en curso son esenciales para complementar los importantes esfuerzos que realizan las Naciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria para llegar a las personas necesitadas.
Como ya he dicho muchas veces con anterioridad, seguimos decididos y dispuestos a hacer llegar la asistencia, valiéndonos para ello de cualquier modalidad posible, incluidos los lanzamientos de suministros de asistencia desde el aire, a los civiles que están los necesitan en forma acuciante, quienquiera que sean y dondequiera que se encuentren. No obstante, lo esencial es que el alcance real de los progresos alcanzados no se puede medir solo teniendo en cuenta determinadas entregas a las comunidades sitiadas. El hecho de que se haya informado de que el 10 de junio decenas de bombas de barril fueron arrojadas sobre Daraya —un día después de que las Na-ciones Unidas y la Media Luna Roja Árabe Siria entregaran los primeros suministros de asistencia alimentaria a la ciudad desde noviembre de 2012— demuestra que la situación de las personas en las zonas sitiadas y de difícil acceso no se resolverá solamente mediante la entrega de suministros de asistencia humanitaria.
Se habrá tenido éxito realmente cuando dejen de existir estos asedios medievales; cuando los niños no estén expuestos al peligro del fuego de los francotiradores al llevar medicamentos a sus madres; cuando los médicos puedan administrar tratamientos para salvar vidas sin temor a ataques inminentes; cuando las niñas yazidíes no tengan que desfigurarse el rostro por temor a que alguien las compre y a ser víctimas de la esclavitud sexual. Esa es la aborrecible realidad de la vida en Siria en la actualidad. Si bien la responsabilidad primordial recae en las partes sirias, las generaciones futuras nos juzgarán con severidad si como comunidad internacional somos incapaces de salvar y proteger a la población civil en Siria.
El Presidente (habla en francés): Agradezco al Sr. O’Brien su exposición informativa.
Quisiera invitar ahora a los miembros del Consejo a celebrar consultas oficiosas para proseguir el examen del tema.
Se levanta la sesión a las 10. 40 horas.
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