Saldo negativo en materia migratoria: autoridades federales, responsables de múltiples violaciones a derechos humanos de migrantes; muerte y violaciones sexuales a infantes y adolescentes en custodia del INM. También deportaciones masivas: 441 mil centroamericanos expulsados en 3 años y medio
Tula, Hidalgo. “Salgan hijos de la chingada”. “Ahora sí ya se los cargó la verga”… El corazón en vilo: los latidos cada vez más recios porque los helicópteros sobrevuelan casi a ras de tierra. De las camionetas brotan decenas de policías federales y agentes migratorios. Sigue la corretiza.
“¡No te vayan a agarrar. Corre!” Las piernas se vencen y suelta la mano de su amigo de viaje. “¡Ya no puedo! Vete, mi amor”. Yoani, de origen hondureño y madre de tres pequeños, abandona el camino que traza la vía del tren. Como ella, otros 300 o más migrantes centroamericanos tratan de escapar de las autoridades mexicanas. Unos 70 no lo consiguen.
Yoani logra escabullirse al jardín de una casa, se agazapa y desde ahí escucha las amenazas y humillaciones para los sin papeles que han atrapado. “¡Cállate… Cállate verga!” Permanece oculta hasta que cae la noche. Es Chiapas y es su bienvenida al infierno mexicano.
Han pasado 3 semanas de ello. Ahora se encuentra en el albergue El Samaritano, auspiciado por la Diócesis de Tula y el Servicio Jesuita para Migrantes México. La esperanza de llegar al american dream aún no se ha esfumado. “Necesito trabajar allá, para mis hijos. Mi madre acaba de morir y ahora soy todo lo que tienen”.
“Los operativos de control migratorio del Programa Frontera Sur han aumentado los delitos y violaciones a los derechos humanos de los migrantes en tránsito en México. Con demasiada frecuencia, las autoridades mexicanas no investigan ni sancionan estos casos. En muchos otros, ellas mismas están involucradas en la comisión de delitos y otras violaciones”, señala el informe Un camino incierto: justicia para los crímenes y violaciones de derechos humanos contra migrantes y refugiados en México, publicado en noviembre de 2015 por la organización Washington Office on Latin America (WOLA), Fundar y siete albergues de migrantes.
Para las autoridades migratorias, la consigna parece ser agarrarlos a como dé lugar. Esa violencia a la que son sometidos durante las redadas no es la única violación a los derechos humanos que enfrentan los migrantes –sobre todo los provenientes de Centroamérica– durante su paso por México.
Una vez detenidos por las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM), los indocumentados padecen privación de la libertad e incomunicación por meses, e incluso pueden ser víctimas de agresiones sexuales y hasta perder la vida durante su retención forzosa.
Al respecto, la institución federal que encabeza Ardelio Vargas Fosado admite que se han denunciado formalmente seis agresiones y violaciones de carácter sexual entre 2013 y 2015. El oficio INM/DGCD/076/2016 –obtenido por Contralínea a través de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental– también da cuenta de una más, ocurrida en 2008. La única de la que se tiene registro durante la administración de Felipe Calderón.
En 2013 se denunciaron cinco agresiones de este tipo. Todas, contra menores de edad: violación sexual a una adolescente salvadoreña de 15 años, en la estación migratoria de Saltillo, Coahuila. Tentativa de violación sexual a un niño salvadoreño de tan sólo 12 años en la estación migratoria de Veracruz.
Además, abusos sexuales cometidos por un policía auxiliar contra un adolescente guatemalteco de 17 años, en la estación migratoria de Palenque, Chiapas; y abusos sexuales a dos hondureñas de 14 y 16 años de edad, en la estación migratoria de San Luis Potosí. En ambos casos, el autor presuntamente fue el propio delegado del Instituto Nacional de Migración, a quien se le separó del cargo.
De acuerdo con los datos oficiales, el caso más reciente ocurrió en 2015, en la estación migratoria provisional de Comitán, Chiapas. Se trató de una violación sexual a un hombre de 33 años de edad, de origen salvadoreño. Y el único caso denunciado en el sexenio pasado fue por “abusos deshonestos” contra una joven cubana de 21 años en la estación migratoria de Chetumal, Quintana Roo. Por estos hechos se señaló a un agente federal de migración.
Aunado a lo anterior, cuatro personas también bajo custodia del INM fallecieron en 2015, reconoce el Instituto en el oficio INM/DGCD/065/2016, entregado a Contralínea. Supuestamente la institución, dos de ellas se quitaron la vida y otras dos murieron por causas naturales: enfermedad renal (nicaragüense de 56 años) e infarto (hondureño de 36 años).
Según el documento oficial, un joven salvadoreño de 30 años se ahorcó en la estación migratoria Siglo XXI, de Comitán, Chiapas. Y un ecuatoriano de 24 años también se ahorcó en la estación migratoria de Morelia, Michoacán.
En esos sitios de encierro para migrantes, lo que ocurre es ocultado por la autoridad: las estaciones migratorias son una fortaleza sólo equiparable a los penales de máxima seguridad.
Ni la prensa ni las organizaciones de defensa de los derechos humanos tienen “permiso” de documentar lo que allí pasa. Desde que Vargas Fosado tomó el control del Instituto Nacional de Migración, esas instalaciones son custodiadas por miembros del Ejército Mexicano, que impiden el paso a quienes no portan una identificación gubernamental.
“¿Para qué quieren entrar a las estaciones? Los migrantes no son animales de circo ni estamos en un zoológico para que los vayan a ver”, responde, irritada, Sofía Aurora Vega Gutiérrez. La directora general de Comunicación Social del INM es tajante respecto a la solicitud hecha por Contralínea para entrevistar a migrantes retenidos y conocer el trato que reciben cotidianamente en esos remedos de cárceles: “No pueden entrar. Esto es seguridad nacional y ellos [los migrantes] no son un espectáculo del circo… Ya te lo dije: ¡no van a entrar!”
Así, los abusos denunciados formalmente ante autoridades judiciales que se cometen al interior de las estaciones migratorias son los únicos que se pueden conocer, y sólo por vía de la Ley de Transparencia. Documentar de primera mano esa violencia sistemática es imposible: los migrantes ahí retenidos salen únicamente para ser expulsados del país.
Las deportaciones masivas
“El hecho de que México haga frontera con el Sur de Estados Unidos, principal país de inmigración a nivel mundial, explica por qué el corredor migratorio entre estos dos países es el de mayor flujo a nivel mundial”, indica el informe Situación de derechos humanos en México, publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 31 de diciembre de 2015.
Pese a los riesgos, miles de personas hacen del territorio mexicano su única ruta posible para arribar a Estados Unidos y, con ello, huir de la violencia en sus países u obtener un trabajo cuya remuneración solvente la vida de sus familias.
Batalloso, así describe el hondureño Óscar Esquivel su paso –durante 1 mes– entre Chiapas y Tula, Hidalgo. Ahora espera el tren en el albergue: aquí le han dado una llamada telefónica, ropa limpia, baño, comida e itacate, y recomendaciones para su viaje.
Es la tercera vez que migra al american dream y lo peor que ha pasado –“hasta ahora”– es la persecución de las autoridades: “Me ha correteado Migración. Y gracias a dios no me han agarrado. No me he chocado con la delincuencia, pero sí me han asaltado los policías. Eso sácalo en la prensa. Toda la vez que nosotros llegamos, toda la vez que nos asaltan los policías”.
Las redadas antimigrantes han aumentado con el Programa Frontera Sur. Una “cosa buena” de la que casi no se cuenta, enunciada en el Cuarto informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, es que tan sólo de julio de 2015 a julio de 2016 se realizaron 734 operativos de este tipo.
La inhumana limpieza del territorio también se expresa en números. En lo que va de este sexenio, dichos operativos han reportado 511 mil 356 personas detenidas entre 2013 y julio de 2016; de éstas, 466 mil 730 son de origen centroamericano, revela el informe Un camino de impunidad: miles de migrantes en tránsito enfrentan abusos y medidas severas en México, publicado por WOLA en septiembre pasado.
Agrega que en ese mismo periodo fueron deportados a sus países 453 mil 262 migrantes indocumentados, de los cuales 441 mil 490 son centroamericanos.
En el camino
“El aumento de operativos migratorios y los riesgos del viaje a través de México no disuaden a los migrantes centroamericanos. Muchos de ellos están huyendo de la violencia, las amenazas y el crimen en sus propios países. La región del Triángulo Norte de América Central es una de las más violentas del mundo”, señala el informe del WOLA.
La oleada de migrantes es algo que se constata a diario en este albergue, que se sostiene gracias a la ayuda de los ciudadanos. Ayuda que a pesar de ser urgente es escasa.
Óscar Esquivel es uno de ellos. De piel blanca –curtida por los años–, el hombre admite que sabía de los peligros y, pese a ello, se lanzó a este viaje. “Allá viven mis hijos y ya me esperan”. Hace más de 20 años que no los ve.
“De la violencia que hay aquí en México casi todos los que venimos para acá sabemos. Lo único que nos queda hacer es cuidarnos. Pero sí lo sabemos: uno le pasa la noticia a otro. Sabemos que está duro”.
La migración trasnacional irregular representa una de las principales fuentes de ingresos para el crimen organizado, señala el informe de la CIDH. “El involucramiento de organizaciones criminales en el negocio de la migración irregular se explica por los altos beneficios que genera ésta en comparación con el bajo nivel de riesgo y los altos niveles de impunidad que implican para estas organizaciones la comisión de delitos en contra de los migrantes. A través del uso de la violencia y de la utilización de cifras millonarias para intentar corromper funcionarios y autoridades del Estado, grupos del crimen organizado manejan tráfico ilícito de drogas, armas y migrantes, así como redes de secuestro y extorsión, y utilizan el reclutamiento involuntario de personas”.
Delgado y afectado por un severo malestar estomacal, el joven Arnold Paredes, de Honduras, mantiene la esperanza de llegar a salvo a Estados Unidos. “Sólo vengo buscando un futuro”. Lleva 20 días en tránsito, 18 de ellos en territorio mexicano. “Así como hay gente mala, hay gente buena”.
Y aquí en el albergue hay gente buena. María Magdalena Cruz, voluntaria desde hace 3 años, es un ejemplo. La mujer, jubilada de Telmex, forma parte de uno de los grupos nutridos de asistencia en El Samaritano. “El único”, dice el padre jesuita Héctor Vargas, porque los otros días el apoyo también es escaso.
“Nosotros nos encargamos de todo los jueves: ropería, servicio, cocina, lavado de trastes, enfermería, registro, baño… De la comida, cada 8 días dos personas del equipo [de jubilados de Telmex] vamos solventando los gastos. Si hay más de 60, echamos mano de las verduras, del huevo o lo que haya en el albergue o mandamos traer. Hay quien da el arroz, hay quien da frijoles. Buscando bienhechores, encontramos una persona que nos dona el pan cada jueves.”
María Magdalena atiende la enfermería. Ahora cura los pies repletos de ámpulas de Yoselín. La joven guatemalteca viaja con un tío. “La necesidad lo hace venir a uno hacia acá y, de mejor manera evitar los peligros”. Ella huye de la violencia. “Allá [en Guatemala] las oportunidades de trabajar sí las hay, pero como hay tantas maras y pandillas, hay demasiada delincuencia”.
El sacerdote Héctor Vargas dice que, una vez que los migrantes llegan a El Samaritano, “se les registra, se les da un desayuno ligero; después pasan a bañarse, a la enfermería, a la ropería: son donativos que dan las personas al albergue”. La mayor parte de la asistencia a estas personas es por donativo. “El agua y las galletas nos las dan empresa”.
Para las donaciones, se requiere ropa en buen estado y limpia (pantalones de mezclilla, playeras de algodón –sobre todo de hombre–, chamarras, guantes), tenis, medicinas (antigripales, contra el dolor, los hongos y la diarrea… algodón, gasas, vendas) y comida enlatada.
De piel morena y cuerpo esbelto, Yoani se enfrenta a este viaje sola, luego de perder a su amigo en el operativo de Chiapas. “Nunca más me lo encontré. No sé si lo agarraron”. Su condición de mujer la vuelve más vulnerable y, de su conversación pausada y tranquila, pasa a las lágrimas cuando se le pregunta cómo ha sido dormir en la calle.
Llora y en sus ojos sólo hay dolor. No puede tranquilizarse a pesar de que busca reprimir su angustia. Para eso que ha vivido no hay palabras que la alivien. Tampoco una enfermería que la pueda sanar. Esa cicatriz la llevará por siempre.
Violaciones sexuales se han denunciado: INM
Consultada sobre las agresiones y violaciones sexuales registradas en las estaciones de retención a migrantes en este sexenio, Sofía Aurora Vega Gutiérrez, directora general de Comunicación Social del INM, negó en un primer momento la información.
“En las estaciones migratorias no se ha registrado una sola violación sexual”. “Son documentos oficiales obtenidos a través de la Ley de Transparencia”. “Pues deben ser falsos… ¡Categóricamente te lo digo: aquí no hay violaciones sexuales!” “¿Entonces desconocen lo que pasa en el Instituto?, porque son sus propios datos”. “No hay violaciones. Cómo quieres que te lo diga: no hay, porque hay cámaras. Todo esta grabado”.
Días después, la servidora pública respondió con una tarjeta informativa. Por considerarlo de interés para los lectores, se reproduce a continuación:
De acuerdo con los presuntos casos de abuso sexual que se han denunciado ante las autoridades competentes, por haberse perpetrado algún presunto ilícito de este tipo en contra de migrantes en el interior de alguna de las estaciones migratorias en territorio nacional, me permito informarle lo siguiente:
Chiapas
Son dos casos registrados en esta entidad que fueron atendidos por las autoridades competentes y donde, incluso, los responsables cuentan con sentencias condenatorias dictadas por un juez. El primer hecho denunciado fue cometido por un policía auxiliar en Palenque, en contra de un menor de edad de origen guatemalteco. En el segundo caso, se registró en Comitán al haberse señalado a dos extranjeros como los responsables de haber cometido abuso sexual en contra de un joven salvadoreño.
Coahuila
Se registró un caso en el año 2013, donde se dio aviso a las autoridades que una extranjera originaria de El Salvador acusaba a su pareja de haber abusado sexualmente de ella. En su momento, el Ministerio Público que tomó el caso determinó que el hecho denunciado obedecía a un acto planeado para que la pareja pudiera contar con una visa humanitaria que les permitiera llegar hasta Estados Unidos. El Ministerio Público decretó el no ejercicio de acción penal.
Quintana Roo
En las instalaciones de la estación migratoria de Chetumal en 2008, una extranjera de nacionalidad cubana denunció ante la autoridad migratoria abusos deshonestos cometidos por un agente federal de migración. El INM presentó la denuncia ante el Ministerio Público Federal para que llevara a cabo la investigación respectiva.
San Luis Potosí
En 2013, el INM interpuso una denuncia ante las autoridades correspondientes así como en el Órgano Interno de Control, por el presunto abuso sexual cometido contra dos mujeres hondureñas por parte del delegado que se encontraba adscrito en ese momento a la Delegación Federal de San Luis Potosí, por presunto abuso cometido contra dos mujeres hondureñas, por lo que se procedió a su destitución para que fuera sujeto a las investigaciones judiciales correspondientes.
Veracruz
En 2013, el INM interpuso una denuncia de hechos por el supuesto abuso cometido entre dos jóvenes extranjeros; además, se dio conocimiento a su consulado para dar atención inmediata. Se le otorgó oficio de salida para su regularización migratoria.
Cabe señalar que el INM dio conocimiento a las representantes consulares de cada uno de las hechos para que los extranjeros involucrados fueran atendidos y se diera seguimiento al proceso judicial en el que estaban señalados; por lo que se ha colaborado en todo momento con las autoridades correspondientes para que se cumplan con las disposiciones de las leyes mexicanas y se sancione a quien resulte responsable.
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