Hacia las 3 de la mañana del miércoles 7 de diciembre de 2016, Israel bombardeó el aeropuerto militar de Mezzeh, en las cercanías de Damasco, la capital siria. El ataque israelí sólo causó un incendio de proporciones menores.
Desde el inicio de los intentos de derrocamiento contra la República Árabe Siria y de destrucción del país, Israel ha bombardeado periódicamente –cada 3 meses– el territorio sirio. Israel afirmaba habitualmente que los blancos bombardeados eran alijos de armas que iba a ser entregados al Hezbollah libanés. En el caso de los ataques más recientes, ni siquiera ha dado ningún tipo de justificación.
Generalmente, los aviones de guerra de Israel han incursionado en Siria ofreciendo apoyo aéreo a los yihadistas que operan contra el Estado sirio.
En el pasado, los aviones de guerra israelíes penetraban en el espacio aéreo sirio para atacar sus blancos en Siria. Pero actualmente se limitan a disparar sus misiles desde el espacio aéreo de Israel o del Líbano, país vecino cuyo espacio aéreo violan impunemente y de manera totalmente ilegal para no exponerse a los sistemas antiaéreos S-300 desplegados por la Federación Rusa, en la región siria de Latakia.
Rusia también ha entregado a la República Árabe Siria ese armamento antiaéreo, conocido por los especialistas como extremadamente eficaz contra cualquier tipo de aeronave o misil.
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