Allá por los años 60, cuando todo parecía ser más claro y el cielo próximo a ser tomado por asalto, Julio Cotler gustaba contar a sus alumnos de San Marcos, incluyendo a Sinesio Lopez, dos ilustrativas observaciones sobre la sociedad peruana: la primera de ellas, dicha con sorna, hacía referencia a considerar la corrupción como un signo democrático, ya que, lo que en la república aristocrática era un privilegio (el monopolio de la corrupción) y casi un derecho nobiliario; pasado el tiempo, dicha práctica había devenido en un fenómeno extendido ergo… el segundo hecho, dejaba constancia del who is who colonial, prevalente aún en la sociedad peruana. Como sabemos Julio Cotler, muy a su pesar, es fatalmente asimilable a un English gentleman o un American citizen, percepción ésta que le permitía –en lo que parecía ser una habitual práctica sociológica vivencial- “violar” con total impunidad y contento, lo que por esos tiempos constituía mucho más que un mandato constitucional: la prohibición de ingresar al Club de La Unión sin corbata…lo cual era rigurosamente observado por los porteros cuando se trataba de cualquier hijo de vecino… pero, cuando el trasgresor era nuestro héroe, los porteros que ya habían asimilado aquello del who is who …caballero nomás, y a la salida “welcome mister”.
Pasaron las aguas y los años. Las escaleras, no sirvieron para alcanzar el cielo y en su lugar tuvimos el purgatorio y la implosión del socialismo real. Junto con ello, la desbandada. El discurso liberal y con él la seguridad que brindaba se hizo hegemónico. Fueron los tiempos de las ONGs alimentadas por el Imperio y el eclipse de los partidos.
Hoy, Julio Cotler, forzado por nuestras mass media, ocupa el trono que dejara vacante Pablo Macera, alejado por la infección gangrenosa fujimorista que sufriera. Y así, de tarde en tarde, sintiéndose más que inquilino precario, usurpador a disgusto, nos recuerda que él también tuvo veleidades radicales de izquierda ahora difuminadas, y nos ofrece además, la frase obligada que busca sintetizar el momento, pero que, desafortunadamente no llega a tener y no es un exceso señalarlo, la “maceración”, el charm de las frases de Macera.
Si esto fue una prejuiciada visión en el devenir del maestro, veamos lo que nos ofrecen dos de sus reconocidos discípulos, Sinesio Lopez y Martín Tanaka, supuestamente distantes en lo que respecta a sus simpatías políticas (uno, cruzado de las corrientes más moderadas de izquierda; el otro, operador ideológico fujimorista), pero muy próximos en lo que se refiere al manantial ideológico liberal del que abrevan.
Y para ello, nada mejor que empezar no por lo que afirman, sino por lo que callan, porque la verdad sea dicha, ¿qué de trascendente pueden tener las afirmaciones de:
– (Julio Cotler) “El hecho de que un expresidente esté involucrado es mucho más importante (para la gente) que una empresa o un banco. Esto puede tener un impacto decisivo en el curso de los acontecimientos, sin la más mínima duda”;
– (Martín Tanaka) “La corrupción…es lamentablemente parte inevitable de la vida, siempre la ha habido y la habrá, en el Perú y en todo el mundo: el asunto es prevenirla”;
– (Sinesio Lopez) “La corrupción es destructiva de la política, de la sociedad y, a la larga, de la misma economía. Ella conduce a la antipolítica, a la desmoralización social y probablemente al estancamiento económico”;
cuando lo que se calla, es de lejos lo principal, lo sustantivo:
¡Que el Imperio tiene desde el 2001, conocimiento pormenorizado, detallado, individualizado, de quienes conforman las redes de corrupción a nivel mundial, y que, en consecuencia la revelación de todas estas redes y sus elementos componentes, es gestionada, administrada y soltada en función de los intereses del Imperio!
¿Pueden, el ilustre profesor y sus dos distinguidos alumnos afirmar que lo que sostengo no es cierto?
No lo pueden hacer, porque saben muy bien que la Ley Patriota (USA PATRIOT ACT, promulgada el 26 OCT 2001), dispone que todos los bancos del mundo, sin excepción, informen al Departamento del Tesoro (USA) de todas las transacciones que se realicen en dólares. Y que, para mayor escarnio de nuestro famélico gobierno, la información que aquí se niega a la Unidad de Investigación Financiera, corre mes a mes a raudales al Departamento del Tesoro.
¿Podrá Sinesio Lopez que cada día está más homologable a Pitirin Sorokim, cuestionar que todo la develación del caso Lava Jato, más que producto de la intervención fortuita y afortunada al cambista Alberto Youseff por parte de la Polícia Federal de Curitiba y unos jueces excepcionalmente probos, es una perfecta operación de inteligencia montada por la CIA a objeto de traerse abajo a uno de los puntales de los BRICS, en el marco de la pugna geopolítica que mantiene contra Rusia y China, principalmente? Y, como hace rato hemos pasado la edad de los cuentos, ¿no es acaso cierto que todo lo que esta operación revela, junto con ser una brutal advertencia, es la disposición del Imperio, llegado el caso a incinerar a cualquier burguesía nativa o fracción de ella, si así conviene a los intereses globales del Imperio?
Como apunte final, ahora que la vida nuevamente reclama poner en el orden del día superar la vieja contradicción, y el fantasma del que hablara el viejo genial arroja sus sábanas, para llenarse de pasión y vida, sugiero a nuestros sociólogos liberales, miren la muy buena serie de Netflix Homeland (ojo: también recomendada por Mario Vargas Llosa); podrán confirmar, que allí donde ustedes dejan de ver, observar, analizar y deducir, los ¡guionistas!, ¡si, los guionistas! (y no afamados sociólogos) de la serie Homeland hacen los que ustedes olvidan, seguro por distracción.
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