Según los analistas rusos y chinos, el régimen financiero que impone Estados Unidos debe finalizar entre los años 2020 y 2025. La India debe vincularse a las redes panasiáticas de comunicaciones para preparar su futuro.
Numerosos observadores estiman que la situación económica mundial es insostenible y que se encamina hacia el desastre. Estados Unidos está empantanado en una deuda pública cada vez más grande, que pronto representará el 100% de su PIB, y en una deuda privada todavía mucho mayor. El monto de la deuda mundial ya sobrepasa los 250 000 millardos [1] y la suma de los productos derivados y de otros instrumentos financieros tóxicos –eufemísticamente llamados «valores»– sobrepasa ampliamente el millón de millardos. La mayor parte de ese dinero virtual son dólares estadounidenses –moneda cuyo único garante es el Tesoro estadounidense.
Pero Washington es incapaz de equilibrar sus presupuestos y coquetea con la bancarrota estatal, que hasta ahora sólo ha podido evitar mediante la aprobación de nuevas alzas del techo de la deuda mientras que las grandes empresas estadounidenses amontonan colosales reservas en paraísos fiscales para escapar al pago de los impuestos sobre los ingresos.
La pirámide de la deuda reposa sobre tasas de interés cercanas a cero. Aunque la alquimia de la Fed [2] ha logrado hasta ahora evitar la inflación galopante resultante del constante y vertiginoso aumento de la masa monetaria, los analistas coinciden en que tarde o temprano la Reserva Federal tendrá que aumentar sus tasas de interés, con el riesgo de generar una depresión financiera que podría derribar el castillo de naipes virtual de los billetes verdes.
El economista británico Alasdair MacLeod mencionaba recientemente en una entrevista [3] el análisis que el estratega militar chino Zhao Liang desarrolla en su libro Unrestricted Warfare, publicado en 1999 [4].
El hoy general Liang expresa en esa obra la visión china, según la cual Estados Unidos ha logrado hasta ahora surfear sobre un tsunami de deudas, sólo gracias a sus billetes sin valor [fiat dollars] y su poderío político y militar, para absorber las riquezas reales en numerosos países. Esas riquezas –petróleo, minerales, bienes inmobiliarios o de consumo– se pagan con dólares [que Estados Unidos] se saca del sombrero y, si hace falta, se generan o se alimentan crisis políticas y militares para crear un clima de inseguridad, que a su vez estimula la demanda de dólares, vistos como una moneda-refugio.
Según MacLeod, el actual aumento de la tensión con Corea del Norte ha sido simplemente orquestado por la administración Trump para impresionar a los japoneses, los chinos y los sudcoreanos, principales compradores de obligaciones estadounidenses, y presionar al Congreso para que apruebe una nueva alza del techo de la deuda. También se sigue esa misma estrategia con los Estados del Medio Oriente, ricos en hidrocarburos y en billetes verdes, región donde Estados Unidos alimenta guerras civiles (en Siria, en Irak, en Libia y en Yemen) mientras deja planear la amenaza de una confrontación con Irán.
Entre otras consecuencias, esta estrategia perpetúa un lucrativo comercio de armas, sobre todo con Arabia Saudita, que está a punto de firmar un nuevo contrato de varios miles de millones de dólares con varios subcontratistas estadounidenses a pesar de que el reino saudita está viéndose obligado a tratar de obtener préstamos en el extranjero y a vender bienes públicos para tratar de cubrir su creciente deuda externa.
Otro conocido analista y consultante, el francés Thierry Meyssan, propone una perspectiva similar, bajo un ángulo diferente, en su reciente libro Sous Nos Yeux [5]. Apoyándose a la vez en documentos públicos y confidenciales, Meyssan expone la estrategia a largo plazo que el Reino Unido y Estados Unidos han venido aplicando al menos desde los años 1950, consistente en utilizar la Hermandad Musulmana y sus grupos afiliados o derivados, desde el norte de África hasta el sudeste asiático, así como en Asia Central, para imponer una estrategia de la tensión alrededor de los Estados «renegados», pero también en el entorno de la Unión Europea, que actualmente confronta graves problemas en términos de afluencia de refugiados y de actos de terrorismo. En el Medio Oriente, Estados Unidos se ha aliado principalmente con Arabia Saudita, fuente principal del wahabismo así como uno de los Estados más ricos en dólares estadounidenses, mientras que en otros países ha estado armando constantemente a los movimientos islamistas radicales, desde la época de la intervención soviética en Afganistán, contra sus múltiples rivales y adversarios estratégicos.
Esta situación afecta directamente a la India en la región de Cachemira, donde Meyssan prevé un recrudecimiento de los desórdenes, provocados por la previsible migración hacia el subcontinente de los yihadistas provenientes de Siria, Chechenia, Irak, Yemen y Afganistán.
El recuento que hace Meyssan de la guerra civil libia, que él vivió personalmente como consejero del gobierno de Kadhafi, resulta especialmente esclarecedor. Meyssan describe los intercambios diplomáticos secretos entre Estados Unidos, varios países europeos y otras naciones, que tenían como objetivo apoderarse de los alrededor de 150 000 millones de dólares que constituían la reserva del régimen libio, y subraya que ese tesoro desapareció después de la invasión. Meyssan acusa además a la OTAN de haberse apropiado de al menos una tercera parte del botín.
Durante la revuelta en Libia, respaldada por los Estados occidentales (y también por Qatar), varios gobiernos europeos trataron de llegar a un acuerdo con Kadhafi, quien al parecer financió –en 2007– tanto la campaña presidencial [en Francia] de Nicolas Sarkozy como la de su oponente Segolene Royal. Pero Estados Unidos echó abajo esos esfuerzos ya que, siguiendo los deseos de Obama, Washington utilizó a los Estados europeos para derrocar al «Guía» libio y reemplazarlo por los aliados de los propios Estados Unidos: la Hermandad Musulmana.
Meyssan, que hoy vive en Siria, informa que numerosos combatientes islamistas y grandes volúmenes de armas fueron trasladados después de Libia hacia Siria –con el aval del gobierno estadounidense– para extender la rebelión a ese otro país. El objetivo era ayudar a poner en el poder un gobierno títere con miembros de la Hermandad Musulmana, tanto en Damasco como en El Cairo, a pesar de que los sauditas no apoyaban esa parte del proyecto ya que tenían sus propios candidatos salafistas a la toma del poder en Siria y Egipto.
El drama libio, que tiene su origen en el proyecto de Kadhafi de promover la creación de una moneda panafricana basada en el oro –moneda que habría sustituido tanto el dólar estadounidense como el franco CFA– ha servido de advertencia a China y Rusia, aunque sin alterar la voluntad de ambos países de instaurar una nueva divisa internacional basada en el oro en el espacio euroasiático, donde la «Nueva Ruta de la Seda» que Pekín quiere crear y el Corredor de Desarrollo previsto por Moscú están llamados a convertirse en importantes ejes. Esta región ya muestra un PIB de 50 000 millardos de dólares estadounidenses –el de Estados Unidos es 18 000 millardos– y nuevas vías terrestres y ferroviarias entre China y el oeste de Europa están modificando los mapas del comercio mundial.
La tendencia a una cooperación regional se manifiesta en el actual acercamiento entre Rusia y Japón, en la decisión de Tokio de unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) –creado por Pekín para propiciar la convergencia entre la mayoría de los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y China–, en la reciente elección de un nuevo presidente sudcoreano favorable a la distensión –quizás incluso a la reunificación con el norte de la península de Corea– y en una mejor coordinación de las estrategias con Pekín. Todo eso hace que se perciba claramente una creciente desconfianza hacia Estados Unidos.
En el Medio Oriente, los acuerdos que actualmente se negocian entre Rusia, Irán y Turquía para poner fin a la guerra en Siria y aplastar las organizaciones islamistas armadas apoyadas por la OTAN y Daesh, recurriendo para ello al apoyo iraquí y a pesar de la reticencia saudita, ponen de relieve la gradual marginalización de Estados Unidos y de sus aliados europeos en esa región. La vieja estrategia estadounidense del terror, aplicada desde Ucrania hasta el Mar de China Meridional, para imponer la voluntad política y financiera de Estados Unidos está mostrando sus límites.
Ante la oposición institucional que ha encontrado, nadie sabe actualmente si el presidente Trump será capaz de concretar las reformas fundamentales que prometió durante su campaña electoral. Pero al menos se sabe que quiere acercarse a Rusia y disolver el «Estado Profundo» vinculado a la OTAN. Al mismo tiempo, sus intentos de estimular e incluso obligar las empresas estadounidenses a relocalizarse para «producir en Estados Unidos», mientras fortalece las fronteras y construye muros, parecen inútiles, por no decir chapuceros.
El proyecto chino-ruso de instaurar una moneda basada en el oro para utilizarla en los intercambios comerciales estratégicos ha sido pospuesto, por temor a desatar un conflicto internacional de envergadura. Pero el Shanghai Gold Exchange, que se ha convertido en el operador bursátil más importante en el mercado de los metales preciosos, está abriendo el camino. Los analistas rusos y chinos prevén que el fin del régimen financiero estadounidense tendrá lugar entre los años 2020 y 2025, o incluso antes, y ya se preparan para el establecimiento de un nuevo sistema.
La India debe sacar provecho de la arquitectura económica y comercial internacional hoy emergente y conectarse a las redes panasiáticas de transporte y comunicaciones. El foro regional del Cinturón Pacífico constituye una contraparte lógica para la ASEAN, la Organización de Cooperación de Shanghai y la Unión Económica euroasiática. En el pasado, las rutas de la seda estaban conectadas a las del algodón. El pasado indica a la India su porvenir.
[1] 1 millardo = 1 000 millones.
[2] La Fed es la Reserva Federal estadounidense, institución financiera que hace el papel de banco central en Estados Unidos. Nota de la Red Voltaire.
[3] “China to Price Energy in Gold, Displace Dollar”, Alasdair MacLeod, Guadalajara Geopolitics Institute in Podcast, 5 de mayo de 2017.
[4] Unrestricted Warfare: China’s Master Plan to Destroy America, coronel Qiao Liang y coronel Wang Xiangsui, PLA Literature and Arts Publishing House, 1999.
[5] Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, Thierry Meyssan, éditions Demi-Lune, 2017.
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