En carta dirigida al presidente de la Comisión del Senado estadounidense a cargo de las relaciones exteriores, el secretario de Estado Rex Tillerson hace un balance de la reforma iniciada en el Departamento de Estado.
Tillerson anuncia en esa carta la supresión de 9 de los 66 enviados especiales que contaba el Departamento de Estado y explica que la misión de los eliminados había terminado.
Entre los enviados especiales estadounidenses que se mantienen están los que se encargan de temas como la mujer en el mundo, la vigilancia de la lucha contra el antisemitismo, los rehenes, la libertad religiosa internacional, la lucha global contra el sida y los temas vinculados al Holocausto.
Otros temas, como el medioambiente y los recursos naturales, el Tíbet, los derechos humanos en Corea del Norte, la seguridad en materia de alimentos a nivel global, las cuestiones sindicales internacionales, el cambio climático, el Ártico, la región de los Grandes Lagos y el Congo, Sudán y Sudán del Sur, Birmania, Libia y los Muyahidines del Pueblo iraníes, las relaciones con la oposición siria, las tecnologías de la información, el uso de internet, la libertad de acceso a internet, los conflictos por los diamantes, la aplicación de los acuerdos de Minsk, Haití, la política de sanciones, Afganistán y Pakistán, los combatientes extranjeros en Siria, el acuerdo sobre el tema nuclear iraní, la asociación global y las cuestiones vinculadas a la energía, pasan a manos de las oficinas normales del Departamento de Estado.
Como puede observarse, en lo que concierne al Levante, las relaciones con la oposición siria pierden categoría y pasan a manos de un Buró de Asuntos del Medio Oriente –que cuenta con sólo 2 funcionarios y los 379 000 dólares que aún quedan para esa misión– mientras que la cuestión de los yihadistas pasa al Buró de Contraterrorismo, sin personal ni asignación de presupuesto.
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