No hay relación entre el calentamiento climático y la guerra en Siria

El último número de la revista Political Geography aborda el supuesto vínculo entre los cambios climáticos y los recientes conflictos armados.

Un estudio de los profesores Jan Selbya, Omar S. Dahib, Christiane Fröhlich y Mike Hulme, demuestra fehacientemente en esa revista que el cambio climático no tiene absolutamente nada que ver con la guerra en Siria.

Desde el inicio de la llamada «primavera árabe», numerosos expertos han afirmado que se trataba de acontecimientos provocados por factores como el súbito crecimiento demográfico o, en el caso de Siria, el calentamiento climático o efecto invernadero.

Los responsables políticos occidentales han estimulado la difusión de esas teorías para enmascarar que esas falsas revoluciones fueron planificadas por los servicios secretos occidentales o para justificar los llamados al abandono urgente de las fuentes de energías fósiles.

Pero desde la publicación del libro Sous nos yeux, del analista francés Thierry Meyssan, se sabe –con detalles– que esos acontecimientos se planearon en 2004 en Whitehall –la sede londinense del gobierno británico– siguiendo el esquema de la revuelta árabe de 1915 organizada por Lawrence de Arabia, que Tony Blair “vendió” el proyecto a George W. Bush, y que la CIA y el MI6 (la inteligencia británica para el exterior) lo llevaron a cabo de forma conjunta [1].

Aunque Siria sufrió entre 2006 y 2009 varias sequías particularmente fuertes que provocaron un éxodo de familias campesinas hacia las ciudades, ese movimiento de población no implicó a un millón y medio de campesinos sino sólo entre 40 000 y 60 000 familias. No existe ningún elemento que permita afirmar la existencia de algún vínculo entre ese movimiento de población y el intento de derrocamiento de la República Árabe Siria, iniciado por la Hermandad Musulmana. Prueba de ello es que no fue en los barrios que acogieron esa población donde los yihadistas lograron implantarse.

Los autores del estudio publicado en la revista Political Geography incluso expresan su asombro ante el éxito de una teoría que no se basa en ningún hecho concreto.